El Niño De San Juan

«Dulce Niñito de San Juan, queremos ser un pueblo que siempre te reconozca y alabe, porque tú nunca dejarás que se pierda uno solo que espera en ti…«

Niño de San Juan en la fiesta de San Bernardino de Siena, 2017

Por: Diego Rodarte

La devoción al Niño Jesús en Xochimilco tiene diferentes formas de expresión, un claro ejemplo es la imagen del Niño Jesús del Barrio de San Juan Tlalteuhchi, conocido cariñosamente por sus fieles como el Niño de San Juan.

Esta preciada imagen, esculpida en cedro rojo, era considerada un Niño de Barrio; su lugar de culto era la capilla del Barrio de San Juan y la calle donde estaba la casa del Mayordomo, pero a partir de 1989, las fiestas al Niño se empiezan a realizar en la plazuela del Barrio de San Juan.

Gracias a una plaquita que se encuentra en las sentaderas del Niño, se sabe que la imagen fue elaborada en Cholula, Puebla, en el taller de los Hermanos Casco Aquino y es una réplica de la imagen del Niño Cieguito que se venera en el Templo Conventual de San Joaquín y Santa Ana, en la ciudad de Puebla, que a su vez, es una copia de la imagen original del Santo Niño Cieguito que custodian las religiosas Capuchinas.

Cuentan que un sacerdote de Michoacán quería llevarse la imagen original del Niño Cieguito a su lugar de origen, pero las Capuchinas se opusieron, por lo que fueron a ver al señor Miguel Casco Aquino, para que les hiciera una imagen parecida a la del Niño Cieguito.

Don Miguel, junto con sus hermanos, sacó diferentes moldes para hacer la imagen y la más parecida es la que entrega a las religiosas, mientras que a las demás imágenes les agregó los ojos y las puso a la venta en su taller.

La maestra Euralia Piedra, originaria del Barrio de San Juan, visitó en una ocasión la ciudad de Cholula, y al pasar por el taller de los hermanos Casco, vio la imagen del Niño Jesús, se enamoró de Él y no dudó en comprarlo y llevarlo a Xochimilco.

Imagen del Niño Cieguito venerada en el templo de San Joaquín y Santa Ana, Puebla.

Una vez en su nueva casa en el Barrio de San Juan, la maestra Euralia Piedra empezó a dar culto a la imagen. En el mes de diciembre le hacía sus Posadas, en las que participaban los niños de la calle, quienes formaban un coro y entonaban cantos al Niño Jesús.

Antes de morir y con el deseo de que el barrio tuviera a su propio Niño Dios, la maestra Euralia decide donar la imagen a la capilla del barrio de San Juan, dejándolo bajo el cuidado de los encargados de capilla en turno y los fieles del barrio, hecho ocurrido entre 1947 y 1950.

A partir de entonces, los encargados de capilla tienen la responsabilidad de buscar al mayordomo entre los vecinos del barrio y poco a poco comienza a crecer su culto.

Con el tiempo, el Niño de San Juan se empieza a dar a conocer en los barrios y en los pueblos de Xochimilco, pero su presencia en algunas hospederías o fiestas patronales a las que era invitado, hicieron que más personas se acercaran a la imagen, y movidas por la ternura que transmite, lo empezaron a llevar de visita a otras comunidades que lo reciben en medio de grandes celebraciones.

El pueblo de Culhuacán es uno de los lugares que con mucha devoción ha recibido al Niño de San Juan durante 2021, y de acuerdo con la mayordoma, Luz Aurora Ortega Guevara, cada vez son más personas las que solicitan la visita del Niño a este pueblo que alguna vez tuvo una fuerte hermandad con Xochimilco:

«Xochimilco, y específicamente el Barrio de San Juan, desde tiempos inmemorables tuvieron un hermanamiento con Culhuacán, eran pueblos muy unidos… el Niño de San Juan empieza a ser conocido en Culhuacán a raíz de la fiesta de Xaltocán, (a la que acuden peregrinos de Culhuacán el día de la Octava).

En 2020, es cuando el Niño va por primera vez a Culhuacán, a una pequeña hospedería, nadie supo que el Niño iba, pero la poca gente que lo vio caminar se empieza a preguntar de dónde es y empieza un pequeño culto.

Este año el Niño va a acudir a festividades importantes a Culhuacán y es ahí donde nos damos cuenta de la hermandad que en algún momento tuvieron Culhuacán y San Juan», explica Aurora.

Niño de San Juan, 2021

Durante la primera visita que el Niño de San Juan hizo a Culhuacán, visitó la iglesia del Señor del Calvario, donde el Niño se encontró con los mayordomos de Culhuacán que en ese momento estaban reunidos:

«Cuando vieron al Niño lo pasaron directo al oratorio donde está el Señor del Calvario… me preguntaron cuanto tiempo se iba a quedar y les dije que un día, se quedaron como desilusionados, pero les dije que cuando ellos quisieran podía regresar. Hablaron entre ellos, les dejé mi número, y después se comunicaron para pedirme una fecha.

Hubo una hospedería en la que estuvo medio día en la capilla, pero nunca me imaginé que tanta gente se fuera a persignar… la gente estaba muy enamorada del niño; en cada hospedería me llevo 50 fotos, tuve que mandar a pedir más porque se me acabaron… y ya me han platicado de milagros que ha hecho en Culhuacán», comparte la mayordoma.

Uno de estos milagros le ocurrió a una niña que acudió a visitar al Niño de San Juan a la hospedería que tuvo lugar en Culhuacán el 20 de marzo:

«La niña lo ve, no podía mover su manita, y le dice: ya arréglame mi manita… y antes de irse le dice a su mamá: es que dijo el Niño que solita me iba a curar, que ya merito voy a doblar mi brazo.

Ese día, la muchacha me habla y me pide una hospedería y la agendamos para el 23 de abril… llegando a Culhuacán veo a la niña y me dice: mira, el niño ya me hizo doblar mi brazo… yo me quedé sorprendida y me explica la mamá que el doctor le dijo que ya era cirugía, si no doblaba el brazo en cierto tiempo había que operar, y la niña pudo mover el brazo, no por completo, pero de nada al 90 por ciento, así medicamente lo dicen, ya puede mover el brazo», cuenta Aurora con una sonrisa.

MILAGROS DE VIDA

Sarahi Ortiz, Mayordoma del Niño de San Juan 2020

El amor del Niño Jesús de San Juan ha quedado de manifiesto en todos los lugares que lo han recibido y ha dejado una huella imborrable en el corazón de quienes se han visto favorecidos con algún milagro atribuido a esta advocación.

Sarahi Ortiz Cuevas, médico de profesión, es una de las favorecidas del Niño de San Juan; tuvo la oportunidad de ser mayordoma en el 2020, y desde muy pequeña estuvo cerca del Niño gracias a su tío, que era encargado de capilla, y su abuela materna que le enseñó los valores de la fe.

Cuando Saraí tenía 12 años, tuvo que enfrentar una dolorosa situación que pudo superar gracias a su fe en el Niño de San Juan:

«Un día me llevan al doctor porque me dolía mucho la garganta, el pediatra en ese entonces le dice a mi mamá : es que la niña tiene una bolita en el cuello, ¿por qué?, no sabemos. Empiezan a estudiarlo y dicen que es cáncer de tiroides… a los 12 años saber que vas a morir de eso, es muy difícil y te preguntas muchísimas cosas», relata Sarahi.

En aquel entonces, una vecina del barrio de San Juan de nombre Felicitas era la mayordoma del Niño de San Juan, y a petición del tío de Sarahi, le llevó al Niño para que se encomendara a él y le pidiera el milagro de la salud:

«Le dije: yo te quiero recibir, pero creo que no me va a alcanzar la vida, pero te prometo que si tú me cuidas y me curas, yo te recibo, como pueda pero yo te recibo… yo era una niña de 12 años, nadie creyó mi promesa, porque obviamente no tenía libre conciencia sobre eso. Mi abuelita materna, me dijo: si te curas, yo te ayudo, yo te voy a anotar y lo vamos a esperar juntas», recuerda Sarahi visiblemente conmovida.

Por las noches, al Niño de San Juan se le arrulla y se recuesta en una cuna para dormir.

En una segunda biopsia para determinar el tipo de cáncer y el procedimiento a seguir, el resultado fue un cáncer maligno de tipo papilar:

«Vuelven a traer al Niño y yo le digo: ¿por qué? ¿por qué si yo te quiero recibir con tanto cariño no permites que yo  me cure. Felicitas me regala una ropa del Niño y un Padre muy cercano a nosotros empezó el acompañamiento espiritual.

Hacen una nueva biopsia para saber cual va a ser el abordaje quirúrgico y el resultado es que realmente no era cáncer, que era un Nódulo de consistencia amieloide, que no afecta la función y que podía vivir con él el resto de mi vida o si yo lo deseaba se podía disecar y extraer.

Entonces, de tener una biopsia en la que el médico diagnostica cáncer, y que no hay más que hacer, hacen una segunda biopsia y ya no hay cáncer… ese es el primer  milagro que me hizo el Niño de San Juan, darme la salud. El cáncer de tiroides es un cáncer muy agresivo en la infancia, que no tiene mucha subsistencia a pesar de la operación, es a cinco años y si vives más, es algo extraordinario para la ciencia. El Niño no solamente me permitió vivir más de los cinco años, sino que lo quitó», explica Sarahi.

Agradecidas, Sarahi y su abuelita fueron a pedir la mayordomía del Niño de San Juan, y por alguna razón desconocida, la señora eligió el año 2020, y con el tiempo, Sarahi decidió estudiar Medicina para ayudar a los enfermos y compartir con ellos su fe y su testimonio de vida.

Posada del Niño de San Juan, 2012

Sarahi sirvió como catequista en la entonces parroquia de San Bernardino de Siena, hoy Catedral de Xochimilco, pero cierta situación la hizo sentirse decepcionada, por lo que decidió salir y vivir su fe, un tanto apartada del trabajo parroquial, mientras que su mamá, comenta, siempre fue una persona apartada de la religión.

Tiempo después, Sarahi y su familia se fueron a vivir a Coyoacán, muy cerca de la escuela donde su mamá trabajaba como maestra, apartándose de las costumbres de Xochimilco, y en específico del barrio de San Juan, consciente en todo momento del compromiso que había adquirido y promoviendo la devoción al Niño de San Juan.

Cierto día, una amiga de su mamá que trabaja en la misma escuela, tuvo un accidente al caer de las escaleras, quedando inconsciente y sangrando en el piso, por lo que Sarahi, en su calidad de médico, acudió al lugar para tratar de auxiliarla, aunque por la magnitud del accidente, existían pocas probabilidades de que sobreviviera:

«Yo esperaba de verdad encontrarla sin vida… llego y le digo: ¡Lety, Lety!, y reacciona y me dice:¿Qué pasó? ¿por qué vino un niño y me dijo que no me preocupara?…

Yo me voy con ella en la ambulancia y la recibieron en el Hospital Adolfo López Mateos. Cuando le platiqué a la urgencióloga cómo se cayó me dijo: ¿y está viva? Solo tiene una fractura a nivel de la clavícula, hay que operarla, pero de ahí en fuera no tiene nada grave, más que un descalabro, para haberse caído de más de 20 escalones, le salió barato el golpe.

Pasa el tiempo, ella sale del hospital y me dice: -vi a tu niño-, yo no tengo hijos, y le pregunté: ¿Cuál niño? -A tu niño, el niño que un día me enseñaste-, y le dije ¿mi sobrino? -no, no hija, el niño, el bebé, el santito… no te acuerdas que te dije cuando estaba tirada que un niño fue a decirme que iba a estar bien, Él fue, me dijo que no me preocupara, que iba a estar bien-«.

A pesar del accidente, la maestra logró recuperarse, y una vez que Sarahi recibió la mayordomía, fue a darle las gracias al Niño de San Juan por salvarle la vida, mientras que la madre de Saraí, que no creía en milagros, empezó a ver las bondades del Niño Jesús.

Mayordomía del Niño de San Juan, 2010

Tres meses antes de recibir la mayordomía, Sarahi regresó a vivir al Barrio de San Juan, a casa de su abuela materna, quien falleció en febrero de 2019, lo que fue un golpe muy duro para Sarahi y su familia, aún así, siguieron adelante con su compromiso, no sin dificultades, ya que Sarahi no tenía posaderos y desconocía las costumbres del barrio en torno a la mayordomía:

«Todavía el 31 de diciembre del 2019 mi mamá me preguntaba ¿estás segura de que vas a tener al niño? ¿estás segura? Es mucho compromiso… yo veré como, no te angusties, si el niño quiere llegar a la casa va a llegar.

Mis tías me acompañaron a pedir las posadas, fueron familias que han formado parte de mi vida, tíos, amigos del trabajo y del barrio. La séptima fue la más curiosa, porque fue la que más se batalló, tuve tres familias antes de que se llegara con la última, me la pedían y luego me la botaban, al final, la doctora Laurrabaquio, del barrio de Xaltocán, fue la última que aceptó dar la posada, ya que ellos tenían el deseo de ofrecer una posada al Niño de San Juan».

En enero, Sarahi encargó 40 canastas de tacos para repartirlos entre las personas que acudieran al cambio de mayordomía el 5 de febrero, pero el número de fieles superó las expectativas, pues mientras el Niño hacía su recorrido, la plazuela se fue llenando, parecía que la comida no iba a alcanzar:

«Fui a recoger los tacos en cuatro coches, porque eran 40 canastas, y todavía la señora me dijo: hija, te mando una canasta más, es nuestro pilón, llevas mil 500 tacos más por cualquier cosa.

Cuando se empezó a dar de comer a la gente, yo empecé a ver que sacaban las canastas, y salían, y salían… al final nadie faltó de comer, pero la última ves que veo salir una canasta me dicen: ya no hay canastas.

Cuando toda la gente se va, entramos a la cocina y encontramos siete canastas con tacos… empezamos a contar canasta por canasta y nos salieron 48 canastas, a mi no me dieron 48 canastas… hablo con la señora, le pregunto y le digo que hay siete canastas más: pues no muchacha, yo no le di más, yo solo le di una, y ahí está», recuerda Sarahi.

Niño de San Juan en la capilla de San Juan Bautista, 2010

Una vez que el Niño estuvo en su mayordomía, Sarahi se dio a la tarea de renovar la ropa interior del Niño, y donar al hospital en el que trabaja la ropita que había usado, con la creencia firme de que había quedado bendita al contacto con la imagen, por lo que muchos niños enfermos recibieron el milagro de la salud.

«La hermana de la mamá de una paciente se puso muy mal, ella sabía que yo tenía al Niño, pero fue una de las personas que respetaba pero no estaba de acuerdo con nuestras creencias.

Su hermana se pone muy mal y me dice: los doctores ya no le dan ninguna esperanza de vida, ya nada más nos dijeron que vamos a esperar a que muera, y le dije: yo se que usted respeta, pero tenga, dígale a los doctores que le lleven esta ropa del Niño y pídale mucho para que la sane… usted ya tiene el no, los doctores le dijeron que ya no hay más que hacer, no va a perder nada.

Le llevan la ropita y a la semana me habla: doctora ¿Qué cree?, que sí va a vivir mi hermana, ya abrió los ojos. A la semana siguiente la extubaron y luego de que no tenía ninguna esperanza de vida, empezó a seguir adelante la señora.

Ella viene y le agradece al Niño de San Juan, le regala una medalla con su nombre y le dice que por él está viva y que durante todo lo que le reste de vida, ella le va a venir a donar una misa o algo en agradecimiento, ese es un milagro que pasó directamente en mi mayordomía», comparte Sarahi.

Niño de San Juan con la Virgen de los Dolores del Barrio de San Juan, 2010

En el mes de marzo de 2020, las autoridades civiles en común acuerdo con las autoridades religiosas, ordenaron el cierre de las mayordomías en Xochimilco, ante la emergencia sanitaria por la pandemia de COVID-19 que se propagó en México, pero la Mayordomía del Niño de San Juan permaneció abierta, con las debidas restricciones y medidas sanitarias, para que los fieles acudieran a buscar al Niño en una situación tan difícil.

«Mi mamá no quería que el Niño saliera durante mi año, pero yo le decía que mientras el Niño estuviera aquí, ninguno de nosotros se iba a contagiar… todo el año el Niño sí salió y ninguno de mi familia se enfermó.

Creo que la pandemia no afectó más que en la tradición de las posadas, inclusive el Día del Niño lo hice, no hubo Kermés, pero puse una bocina afuera para que la gente pudiera escuchar la misa… nunca le faltaron flores, todas las noches le traían tacos, la gente le mandaba fruta, comida, los mismos proveedores de las tiendas siempre le dejaban algo al Niño, y eso se repartía a los niños que tenían necesidad», explica Sarahi, quien motivada por el entonces Párroco de San Bernardino, Juan José, y el Obispo de la Diócesis, Mons. Andrés Vargas Peña, encontró en la pandemia la oportunidad de ayudar a los más necesitados de su comunidad en medio de una crisis mundial.

Para que la gente no perdiera el contacto con la sagrada imagen, se tomaron nuevas medidas, como sanitizar la cobija con la que los fieles cargaban al Niño, y después de usarla, guardarla en una bolsa para lavarla y cambiarla por una cobija limpia, así como desinfectar la silla del Niño con una toallita y lo colocaron frente a una ventana viendo hacia la calle.

Visita del Niño de San Juan al pueblo de Santa Cruz Atoyac, 2021

Aún así, el COVID cobró la vida de una persona que formaba parte importante de la mayordomía:

«La persona que me iba a dar la Adoración el 6 de enero muere de COVID… fue muy curioso, porque el día que ella muere, yo no sabía que había fallecido. Tengo una gata que ese día empieza a llorar desesperadamente y movía la patita hacia el Niño como tratando de despertar a un bebé y no dejaba de llorar.

Al otro día iban a venir por Él unas personas… yo me llevaba al Niño por las noches a mi otra casa, perdí mis llaves, no podía abrir la casa de mi abuelita, aquí estaba todo… hablo con la familia, le dije que no encontraba las llaves, que me permitieran tantito, y la familia accede a que cambiemos el día, y más tarde vienen mis posaderos y me dicen: falleció Lupita, la de la Adoración, ¿nos dejas que el Niño vaya a despedirla?

El Niño no quiso irse porque tenía que ir a despedirse de una de las primeras personas que aceptó darle una fiesta, a pesar de sus limitaciones.

Muchos me criticaron que el Niño fuera a despedir a una persona, que el Niño no debía estar con un muerto. No estuvo tal cual, solo fue a despedirse, a consolar a la familia, porque uno se agarra de donde sea por tratar de llevar esa tristeza».

Para la familia de Lupita, fue un consuelo recibir al Niño de San Juan en un momento tan difícil, mismo consuelo que recibió Sarahi un año antes, cuando su abuelita falleció y la mayordoma en turno le llevó la pequeña imagen para que los acompañara en su dolor:

«Por ese sentimiento yo decido también prestar al Niño… el Niño no es solamente para estar en las alegrías, cuando una persona sufre, es ahí cuando se ven los verdaderos amigos y yo creía que esa era una forma de evangelizar.

En algún momento me sentí triste porque la pandemia me tocó a mi, hubiera querido hacer muchas cosas que por lo mismo no pude, pero fuimos homologando planes y tratando de que las cosas se fueran haciendo de la mejor manera y es parte de entender una nueva normalidad y lo que es la pandemia», concluyó Sarahi.

Visita del Niño de San Juan y el Niño de Belém a Santa Cruz Atoyac, 2021

En la actualidad, el Niño de San Juan sigue el mismo calendario ritual que las otras imágenes del Niño Jesús veneradas en la demarcación, con algunas variantes, por ejemplo, el Niño de San Juan acude como invitado al cambio de mayordomía del Niñopa el 2 de febrero, por lo que su cambio de Mayordomía se realiza el 5 de febrero en la plazuela del barrio de San Juan; el 30 de abril se realiza una kermés por la fiesta del Día del Niño, en diciembre se celebran las Posadas y el 6 de enero la Adoración de Reyes.

Además, el Niño debe estar presente en la fiesta patronal del barrio, el 24 de junio, en honor a San Juan Bautista, y la celebración del Día de las Madres, el 10 de mayo, que organiza la mayordomía de la Virgen de los Dolores del barrio, a la que el Niño de San Juan acompaña en peregrinación al Santuario de Xaltocán durante la fiesta.

Debido a las restricciones por la pandemia, el cambio de mayordomía 2021 del Niño de San Juan, se llevó a cabo por primera vez en la Catedral de Xochimilco a puerta cerrada, aún así, las puertas de la mayordomía están abiertas para quienes deseen visitarlo en el domicilio que lo resguarda, donde las historias de fe y esperanza son fruto del amor que el pueblo siente por el Niño que los mira dulcemente.

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