«Dichoso labrador, tú que has podido subir lo pardo, que, del sol, y el hielo, el trabajado cuerpo en tierra guarda».
Soneto: Baltasar Vellerino

Por: Humberto Raí Ramírez Jiménez
El 15 de mayo, como todos los años, se celebra a uno de los santos que goza de gran devoción dentro de la hispanidad y en el mundo. Celebramos la memoria de San Isidro Labrador, un agricultor madrileño, conocido por ser el patrón de los campesinos y labradores, por esa razón, cuando se busca que la lluvia riegue los campos, es a él a quien se rezan las plegarias y se le pide por un buen temporal y las lluvias para las cosechas.
De acuerdo con algunos historiadores y biógrafos del santo, fue a finales del siglo XI cuando nació, y muchos coinciden en situar la fecha exacta en el año 1080 en la ciudad española de Madrid. Uno de los biógrafos más importantes de este santo fue el diácono Juan, el cual lo cataloga como un simple labrador, devoto y amable. Algunos calificativos para el buen labrador, era de ser un agrícola piadoso, muy trabajador y sobre todo benefactor de sus hermanos.
En Torrelaguna después de que Madrid fuera tomada por los musulmanes se desempeña como agricultor y es allí mismo donde conoce a su esposa quien después sería también santa, María de la cabeza o Toribia. En 1119, se pone al servicio del hidalgo Juan de Vargas dueño de una finca. Lo que ganaba con su trabajo lo repartía en tres partes: una para su familia, ya que estaba casado y tenía un hijo, otra para los pobres y otra para el templo, pues era un hombre muy devoto y dado a la oración.

Uno de los milagros más sonados durante la vida de San Isidro cuenta como durante un paseo familiar, la canastilla donde llevaban al niño cayó dentro de un pozo. Los padres, desesperados, comenzaron a rezar, pues no lograban llegar al pequeño por la profundidad a la que se encontraba. Fue así como el agua milagrosamente fue subiendo su nivel hasta que pudieron recoger al pequeño y vieron que no había sufrido ningún daño. Otro y más conocido de los milagros durante su estancia en las tierras de Juan de Vargas, es precisamente el milagaro de los ángeles arando la tierra mientas el santo hacía sus labores cristianas y dedicaba tiempo a la santa Misa y a la oración. También se cuenta que su patrón encomendó a cada agricultor cultivar una parcela de tierra y la correspondiente a Isidro produjo el doble que las otras como regalo de Dios. Desde entonces sus cosechas siempre fueron cuantiosas.
Sin estar santificado, los madrileños le rendían culto ya tras su muerte ocurrida en 1172. Los prodigios y milagros de Isidro seguían comentándose 40 años después de su defunción y fue entonces cuando se decidió exhumar su cadáver para trasladarlo al interior de la Iglesia de San Andrés. Ahí se descubrió que su cuerpo permanecía intacto. El 14 de julio de 1619 el papa Paulo V firmó en roma el decreto de su beatificación y la fecha seleccionada para celebrar las festividades en su honor, el 15 de mayo, se debe a que, al parecer, tal día fue el que se llevó a cabo el traslado y se conoció el milagro. Se concedió el oficio para celebrar la Misa en los reinos de España, Portugal y las Indias y en 1622 el papa Gregorio XV lo canoniza junto con Teresa de Jesús, Felipe Neri e Ignacio de Loyola.
LA DEVOCIÓN A SAN ISIDRO EN EL VALLE DE TOLUCA Y MÉXICO

Es bien sabido que la devoción al santo español se dispersó por todo el territorio de la nueva España y que actualmente goza de una extensa devoción a lo largo y ancho del país. En todos los pueblos del valle de México y en muchos lugares se desarrollaron agrupaciones a partir de la evangelización que se dedicaron al culto y cuidado de las nuevas muestras de culto que se les denominó con el título de cofradías o mayordomías que giraban en torno a la devoción del algún santo. En particular,, a partir del siglo XVII se inició la devoción a San Isidro, ya que todos los pueblos a penas fundados de caracterizaban por tener tierras para la agricultura, tanto españoles como indios empezaron a formar grupos de devoción a este santo para la bendición de animales y de las cosechas.
El valle de Toluca es una de las regiones que actualmente muestra grandes devociones a San Isidro, desarrollando los famosos paseos de la agricultura en honor al santo, con un colorido y simbolismo extraordinario. Los cuales se van desarrollando en diversas comunidades, por ejemplo, en Santa Ana Tlapaltitlán el 12 de mayo. El más grande en Metepec el 11 de junio donde se desarrollan tableros y retablos de semillas que son tradicionales en las festividades, las cuales adornan el yugo de las yuntas de bueyes, también se pueden ver en los carros alegóricos. Los trabajos con la semilla se desarrollan con varios días de anticipación el cual congrega a familias y vecinos para su elaboración. Y en las que se ponen a prueba las destrezas y creatividad de los devotos para hacer verdaderas expresiones de arte.
Una característica de los paseos es la participación de las “tlacualeras” que representan a las mujeres que elaboran y llevan comida a los trabajadores de la tierra, en los paseos son hombres vestidos de mujeres con trajes de vistosos colores y trenzas largas con canastas en las cuales llevan tamales, pan entre otros elementos que reparten entre la multitud.
Y así mismo se ofrecen varios tipos de danzas que se organizan en cuadrillas tal es el caso de Mexicaltzingo, Estado de México, como la de los arrieros y los apaches que se ofrendan al santo con la mayor devoción, respeto y agradecimiento, el cual se desarrolla el 19 de mayo. Y que posee una de las representaciones pictóricas de San Isidro de gran belleza. Pero que además de los paseos, el 15 de mayo, fiesta central del santo, las muestras de devoción son muchas y de gran colorido en la fe de los pueblos del valle.
LA COFRADÍA DE SAN ISIDRO LABRADOR EN TLALNEPANTLA

Hacia el siglo XVII se tiene noticias a partir de las investigaciones efectuadas por el cronista municipal de Tlalnepantla, Rafael Garduño a cerca de la existencia de la cofradía al santo madrileño en esta región del Valle de México, en la cual se narra la existencia de un documento en el que se solicita a petición de Alonso Romero y Francisco Hernández de Río Frío, labradores de la jurisdicción de Tlalnepantla y hermanos de la cofradía del Santísimo Sacramento de poder erigir un altar al glorioso San Isidro Labrador para que sea su abogado y protector y en la cual se propone que cada 15 de mayo, día de la fiesta del santo como lo dispone la ordenanza con primeras y segundas vísperas, con misa y procesión, y se ha de dar a los padres franciscanos pesos sin ninguna otra obligación.
Dicha cofradía no solamente contaba con gente de Tlalnepantla, sino también labradores de Azcapotzalco y Tacuba, siendo la sede la iglesia de Corpus Christi donde se ha de levantar el altar a dicho santo, que contaba con una belleza extraordinariamente increíble. De acuerdo con el texto, el altar contenía una imagen bellamente elaborada de San Isidro, contaba con un dosel de damasco carmesí de Castilla con frontales de terciopelo carmesí bordado de oro, palias y candeleros finos, muchos de ellos donados por los devotos. Las fiestas eran desarrolladas con gran lujo, y que muchas veces la misma iglesia y el mayordomo tenía que cubrir los gastos de la fiesta.
También se nombra la presencia de cantores, músicos y comediantes para amenizar la celebración, así como los fuegos pirotécnicos. Y el pago a los gobernadores de las repúblicas de indios de los pueblos mexicanos y otomíes para la elaboración de los arreglos florales para el templo. Así como la compra de ocote para las luminarias que se encendían para alumbrar las celebraciones y da a pensar en que muy temprano o de noche se iluminaba en lugar para las celebraciones a San Isidro Labrador. Dicha cofradía según sus registros se hace la última anotación de cargo y descargo de las limosnas dispuestas para las fiestas de 1622 hasta 1681.