«Ven amada mía, ven a mi jardín, el invierno ya pasó y las viñas en flor exhalan su frescor, ven a mi jardín».

Por: Diego Rodarte
Cuando la Virgen María sintió que estaba cerca el fin de su vida terrena, regresó junto al apóstol Juan a Jerusalén y mandó llamar a los apóstoles que se encontraban predicando el evangelio por todo el mundo y congregados en torno a su lecho, una tarde serena se despidió de todos ellos y durmió en el Señor.
Así lo narra la tradición de Oriente que se refiere a este acontecimiento como La Dormición de la Virgen: María, la madre de Jesús, no murió, se durmió, pasó de esta vida a la otra, que es la suerte que habría correspondido a los hombres si no hubiera habido de por medio el pecado original, y habiendo cumplido a la perfección la voluntad de Dios, fue llevada al cielo en cuerpo y alma como primicia y modelo de la plenitud eterna.
Aunque la Iglesia celebra la Solemnidad de la Asunción de la Virgen el 15 de agosto, recuerda el Tránsito o la Dormición el 13 de agosto y es tradición en esta fecha colocar un altar para honrar a la Virgen en este trance en espera de su gloriosa Asunción.

La tradición consiste en acostar la imagen de la Virgen sobre una mesa y rodearla de manzanas y rosas, pues una antigua narración cuenta que los Apóstoles colocaron el cuerpo de la Virgen en un sepulcro y permanecieron en oración durante tres días, pero el Apóstol Tomás, quien no pudo estar junto a María en el momento de su tránsito, suplicó a Pedro que le permitiera ver el rostro de la madre de Jesús por última vez y al abrir el sepulcro, una fragancia como de manzanas y rosas llenó el ambiente esparciéndose por todo Jerusalén y en lugar del cuerpo de María, hallaron rosas en el sepulcro como signo de su glorificación.
A las manzanas también se les relaciona con el fruto prohibido que comieron Adán y Eva en el Paraíso, lo que provocó su destierro, pero con la perfecta obediencia de la Virgen María a la voluntad del Señor, este fruto se convirtió en signo de amor, perdón y vida que Jesucristo nos da a través de la redención.
Los altares pueden variar de acuerdo a las costumbres de cada lugar y se convierte en un ritual lleno de devoción en los lugares donde se tiene como fiesta patronal la solemnidad de la Asunción de María.
EL BARRIO DE LA ASUNCIÓN, TLÁHUAC
Muy cerca del centro de Tláhuac se encuentra el barrio de la Asunción, que inicia los festejos propios de su comunidad el primer sábado de agosto, cuando llevan la imagen de la Virgen de la Asunción que se encuentra en la Parroquia de San Pedro Apóstol a casa del mayordomo, donde será venerada todos los días con el rezo del Santo Rosario.
La tarde del 12 de agosto, la Virgen de la Asunción es llevada en procesión por las calles del barrio de regreso a la Parroquia, donde un grupo de personas ya prepara el altar con manzanas y rosas donde acuestan a la Virgen recordando el momento de la Dormición, ahí permanece hasta la tarde del 14 de agosto, cuando los mayordomos regresan por Ella y la llevan de nueva cuenta a su casa para esperar las Vísperas y a las 12:00 de la noche entonar las mañanitas celebrando el triunfo de la Virgen.
El 15 de agosto, la Virgen de la Asunción recorre nuevamente las calles de Tláhuac acompañada por el baile de las «pastorcitas», niñas vestidas de blanco que portan un arco decorado con flores azules y cascabeles, anunciando con su danza el paso glorioso de la Reina del Cielo, teniendo como momento central la Santa Misa.
PARROQUIA DE LA ASUNCIÓN, MILPA ALTA
En el pueblo de Milpa Alta, consagrado a la Virgen de la Asunción, existe una mayordomía dedicada a la Purísima Concepción que es venerada principalmente en el mes de mayo y en su fiesta principal el 8 de diciembre, pero también forma parte de los festejos de la Asunción de María con el altar de la Dormición.
Enrique Mendoza junto con su familia es uno de los Mayordomos que durante siete años participó en la organización del altar de la Dormición. A Enrique y a su familia fue a buscarlo la generación de mayordomos anterior con dos años de anticipación para invitarlos a cumplir con este compromiso al que se integraron siete familias más, pues cada año cambia la cabeza de la Mayordomía dentro de la misma generación.
La tradición consiste en descender a la Purísima de su altar y recostarla en una mesa para rodearla con manzanas, rosas y gardenias que la gente del pueblo dona por devoción a la Virgen, además de las que los mayordomos tienen el compromiso de comprar, ya que de acuerdo con el testimonio de Enrique, se utilizan alrededor de 5 mil manzanas que se colocan en el altar y se reparten entre la gente.
Este trabajo se realiza mientras algunos fieles entonan el rezo del santo rosario y entonan cantos a la Virgen, que velarán durante toda la noche. Por la tarde del 14 de agosto, después de una misa solemne en la que se reciben las ofrendas de los barrios, se empiezan a repartir las manzanas y las rosas, para recoger el altar y preparar todo para descender a la imagen titular de la Virgen de la Asunción y comenzar con los festejos propios de la solemnidad de la Asunción a las 12:00 de la noche con las tradicionales mañanitas.
Para Enrique y su familia, este es el último año (2018) que participan en esta celebración como mayordomos, pues en el mes de diciembre tomará el cargo una nueva generación que se encargará de continuar con esta tradición, sin embargo, le queda la experiencia de haber sido testigo de la maternal protección de la Virgen María que socorría a aquellas personas que se acercaban a Ella implorando su bendición, son tantos los testimonios, que de acuerdo con Enrique, no se terminarían de contar.
SAN GREGORIO ATLAPULCO, XOCHIMILCO

Uno de los pueblos del sur de la Ciudad de México que celebra la Dormición de la Virgen es el pueblo de San Gregorio Atlapulco que cada 14 de agosto, levanta un altar en el que acuestan la imagen de la Inmaculada Concepción en el interior de la Parroquia de San Gregorio Magno.
Este altar tiene la particularidad de que no solo se colocan manzanas, también se adorna con uvas y frutas de temporada, haciéndolo lucir esplendoroso en las vísperas de la Asunción de la Virgen, a la que los fieles visitan en el transcurso del día y honran con las alabanzas de los concheros una vez entrada la noche y en punto de las 00:00 horas del 15 de agosto, levantan a la Virgen con las tradicionales mañanitas.
Este rito se repite en algunos domicilios donde se encargan de venerar a la Virgen de la Candelaria, para la que también levantan un altar y reparten atole y pan, o bien el tradicional chile atole hecho con granos de elote para acompañar a la Santísima Virgen en espera de su glorificación.
Estos son solo algunos ejemplos de como se recuerda el momento en el que la Virgen dejó la vida terrena para recibir con anticipación el premio de la vida eterna, convirtiéndose en el reflejo perfecto de esa Iglesia que está llamada a la glorificación, a participar plenamente de la gloria divina.