«Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario».
En 1570 la Europa cristiana se encontraba amenazada por los Turcos Maometanos quienes se dirigieron a la ciudad de Lepanto con el fin de atacar. El Papa Pío V, consciente del peligro al que se enfrentaban hizo un llamado a los gobernantes logrando persuadir al Reino de España, la República de Venecia, la Orden de Malta, la República de Génova y el Ducado de Saboya para formar la llamada Liga Santa, para pelear una guerra contra los turcos a fin de salvar a Europa y a la Cristiandad de los invasores.
El ejercito fue liderado por Juan de Austria, miembro de la Real Familia Española, quien no permitió que maleantes participaran en esta batalla. El Papa mandó que el Rosario fuera rezado en todas partes pública y privadamente, así mismo ordenó que se llevaran a cabo procesiones y actos de adoración al Santísimo Sacramento.
En alta mar, los soldados rezaban diariamente el Rosario, una flota entera fue consagrada a la Virgen María, Reina del Santo Rosario. El 7 de octubre de 1570, en el puerto de Lepanto, antes de iniciar la batalla, los soldados rezaron el Rosario una vez más; fue una batalla terrible, en el curso de cinco horas los turcos no solo fueron vencidos, sino que la mayoría de sus trescientas embarcaciones fueron hundidas, una gran tormenta completó la destrucción del enemigo mientras las victoriosas embarcaciones de los cristianos se dirigían a la playa.
Ese mismo sábado 7 de octubre, a cientos de millas del lugar de la batalla, el Papa Pío V se había reunido con los cardenales en Roma; la noche anterior la había pasado orando de rodillas, de pronto se detuvo e inspirado por lo divino exclamó: «Hermanos míos, este no es momento para hablar, demos gracias a Dios porque nuestra flota ha ganado una gran victoria sobre los Turcos de Lepanto» aún cuando no le había sido notificada la victoria.
Dos semanas después, un mensajero del emperador de Lepanto llegó al Vaticano, confirmando la victoria que el Papa había conocido milagrosamente el mismo día en que ocurrió. Tiempo después, el siguiente Papa, Gregorio XIII emitió un decreto que dictaba:
«En acción de gracias por la victoria de Lepanto, de ahora en adelante el primer sábado de octubre será la fiesta del Santísimo Rosario». Años más tarde, se movería esta fiesta al 7 de octubre en recuerdo de la batalla ganada por intercesión de la Virgen María.
El Santo Rosario de María a quien se le atribuyó la victoria de Lepanto había existido en la iglesia 300 años antes de aquella batalla.
EL ORIGEN DEL ROSARIO
Santo Domingo, el santo fundador de los Dominicos es a quienes muchos Papas han llamado el autor del Santo Rosario tal y como ahora lo conocemos. Durante su vida, a principios de 1200, una secta herética conocida como los albigenses estaban causando un daño indescriptible a la Iglesia y al estado. Los herejes enseñaban al pueblo que todo lo material era malo, incluso el cuerpo humano, por tanto, el suicidio era una cosa buena y el matrimonio algo perverso.
Santo Domingo hizo su mejor esfuerzo para revertir los efectos de la herejía a través de sus prédicas fervientes y su vida santa, sin tener éxito. Preocupado por esa lucha, suplicó a la Madre de Dios que le mostrara como podía hacer para que regresaran a la Iglesia las ovejas descarriadas.
Cuenta la tradición que la propia Virgen María se apareció a Domingo en una capilla del monasterio de Prouilhe, Francia y ahí le reveló como debía rezar el Rosario. La Virgen le mostró claramente a Domingo que si meditaban en la vida, muerte y resurrección de su hijo, uniendo a esta acción la recitación del Ave María, los enemigos de Cristo serían vencidos:
«Esta devoción, la cual tú deberás difundir por medio de tu prédica es una práctica muy querida para mi divino hijo y para mi. Es el medio más poderoso para destruir la herejía, superar el vicio, fomentar la virtud, implorar la Misericordia Divina y obtener protección. Los fieles recibirán muchos beneficios por medio de él y siempre me encontrarán dispuesta para socorrerlos en sus necesidades «.
Un simple cordón de cuentas enumeran las Aves Marías y Padre Nuestros rezados, se medita en los misterios de la vida, muerte y resurrección de Nuestro Señor. Esta sencilla arma fue utilizada por Domingo guiado por la Virgen María para convertir a miles de herejes: la herejía desapareció y la devoción al Rosario se extendió rápidamente por el mundo entero.
Históricamente, varios medios para llevar la cuenta de las oraciones repetitivas habían sido impulsados mucho tiempo antes de la época de Santo Domingo. Los primeros cristianos solían utilizar piedritas para contar los Padres Nuestros que repetían un cierto número de veces cada día, a fin de cumplir alguna promesa que habían hecho. Más tarde comenzaron a llevar consigo contadores que hacían ensartando semillas en un cordón para facilitar la cuenta a la que llamaban cuentas del Padre Nuestro a estos cordones.
Alrededor del siglo XII en Europa, la gente rezaba Aves Marías una y otra vez y las enumeraba con cuentas de la misma manera en que antes los habían hecho con el Padre Nuestro. En los monasterios, los monjes que eran sacerdotes cantaban el Oficio Divino diariamente, este se componía de los 150 salmos de la Biblia. Pero otros monjes que no eran sacerdotes y que no sabían leer solían rezar 150 Ave Marías en lugar de decir los 150 salmos.
Por esta razón, el rosario de 150 cuentas era llamado El Salterio de Nuestra Señora o a veces Salterio breve en vista de que los 150 Aves Marías tomaban el lugar de los salmos. Sin embargo la división de las 150 cuentas en las 15 decenas separadas por cuentas grandes del Padre Nuestro fue por primera vez enseñada por la Virgen María a Santo Domingo.
LOS MISTERIOS DEL ROSARIO
La Virgen María dividió el Rosario como un medio para instruir a sus hijos en las verdades del catolicismo que no es otra cosa que la historia del amor de Dios por la humanidad. Ella eligió 15 de los pasajes más importantes de la vida de su hijo marcados en el evangelio. La Virgen pidió que sus hijos meditaran, es decir, que pensaran en estos acontecimientos mientras se rezaba el Ave María de su Rosario.
Cinco de estos pasajes son los misterios Gozosos, porque nos recuerdan los principios llenos de gozo de la gran obra del amor redentor de Dios para con nosotros.
Todo comenzó con la primera escena gozosa en la que el Arcángel Gabriel anunció a María que Ella iba a ser la Madre de Dios. El segundo momento tuvo lugar cuando María visitó a su prima Isabel quien iba a ser madre de San Juan Bautista. La tercera escena de gozo ocurrió cuando el Hijo de Dios vino al mundo para comenzar su obra de redención. El cuarto momento gozoso encontró a María presentando a su hijo en el templo, cuando el anciano Simeón le anunció que una espada traspasaría su corazón. La quinta escena gozosa es cuando María y José encuentran con gran alivio al niño Jesús en el templo después de estar perdido durante tres días.
Cinco de los momentos del Rosario se conocen como Dolorosos porque nos recuerdan el amor de Dios mostrado a nosotros por medio de su pasión y muerte que nos rescataron del pecado.
La primera escena nos recuerda la agonía de Nuestro Señor en el Huerto de los Olivos cuando el horror de nuestros pecados hicieron que sudara sangre. El segundo evento doloroso nos recuerda la flagelación que sufrió Cristo. El tercer momento nos muestra a Nuestro Señor coronado de espinas que se introducen en su cabeza. El cuarto misterio presenta a cristo cargando la cruz hacia el Golgota y el quinto momento evoca la muerte de Cristo quien derramando su sangre abrió las puertas del cielo.
Los últimos cinco pasajes del Rosario son llamados Gloriosos porque rememoran el alegre triunfo de la historia del amor de Dios por la humanidad.
El primer momento recuerda la Resurrección, cuando Cristo vence a la muerte y garantizó nuestra resurrección. La segunda escena presenta a nuestro Señor subiendo al cielo a prepararnos un lugar. El tercer pasaje recuerda la venida del Espíritu Santo para iluminar a la Iglesia naciente para mantenerla santa y libre. El cuarto misterio glorioso evoca la Asunción de la Virgen María al Cielo como recuerdo de la promesa de la resurrección eterna. La quinta escena nos muestra el momento en que Cristo, como hijo de Dios, coronó a su madre María como reina del cielo y de la tierra.
Estas quince escenas son conocidas como los misterios del Rosario y fueron seleccionadas por la Virgen para instruir y recordar continuamente la buena nueva del amor de Dios y su plan de tenernos con Él para siempre.
Son llamados Misterios porque si bien, fueron eventos visibles nosotros jamás podremos llegar a comprender totalmente su significado. La Virgen María eligió todas estas escenas o misterios porque Ella quiere que nosotros meditemos en ellos y los apliquemos a nuestras vidas mientras rezamos su oración preferida.
LAS PROMESAS DEL ROSARIO
1.- El que me sirva, rezando diariamente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
2.- Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
3.- El Rosario será un fortísimo escudo de defensa contra el infierno, destruirá los vicios, librará de los pecados y exterminará las herejías.
4.- El Rosario hará germinar las virtudes y también hará que sus devotos obtengan la misericordia divina; sustituirá en el corazón de los hombres el amor del mundo al amor por Dios y los elevará a desear las cosas celestiales y eternas. ¡Cuántas almas por este medio se santificarán!.
5.- El alma que se encomiende por el Rosario no perecerá.
6.- El que con devoción rezare mi Rosario, considerando misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá muerte desgraciada; se convertirá, si es pecador; perseverará en la gracias, si es justo, y en todo caso será admitido a la vida eterna.
7.- Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin auxilios de la Iglesia.
8.- Quiero que todos los devotos de mi Rosario tenga en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia, y sean partícipes de los méritos de los bienaventurados.
9.- Libraré pronto del purgatorio a las almas devotas del Rosario.
10.- Los hijos verdaderos de mi Rosario gozarán en el cielo una gloria singular.
11.- Todo lo que se me pidiere por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12.- Socorreré en todas sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13.- Todos los que recen el Rosario tendrán por hermanos en la vida y en la muerte a los bienaventurados del cielo.
14.- Los que rezan mi Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15.- La devoción al santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación a la gloria.