La noche que nadie duerme

«Gloria, amor y honor a la Inmaculada princesa, a la voluntad eterna concebida en su corazón».

 

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Por: Diego Rodarte

Huamantla, Tlaxcala

Triunfante y gloriosa, la Virgen María es llevada en cuerpo y alma a los cielos. Aquella que durante su vida terrena fue santa e inmaculada no podía conocer la corrupción del sepulcro, pues su triunfo sobre el pecado implicó la victoria sobre la muerte y la corona de la vida eterna a lado de su hijo Jesucristo, convirtiéndose en signo de nuestra resurrección. Este es el significado de la fiesta de la Asunción de María que la Iglesia celebra el 15 de agosto, fecha en que el pueblo de Huamantla celebra con gran regocijo a su santa patrona, la Virgen de la Asunción, mejor conocida como Nuestra Señora de la Caridad.

Desde la tarde del 14 de agosto, cientos de personas salen a las calles para elaborar majestuosos y monumentales tapetes de aserrín multicolor por donde pasará la procesión con la imagen de la Virgen de la Caridad, tradición que tiene su origen gracias a un milagro que la Señora del Cielo concedió a sus hijos Huamantlecos.

El 15 de diciembre de 1888 una tromba azotó al pueblo de Humantla, provocando que las barrancas se desbordaran causando inundaciones que pusieron en riesgo la vida de los habitantes, por lo que un grupo de vecinos encabezados por el señor Ignacio Salinas le rogaron a la Virgen de la Caridad que los protegiera de todo peligro ante la tragedia que estaban viviendo. Como respuesta a su petición, la tormenta cesó y comenzó a bajar el nivel del agua.

Agradecidos por este milagro, el señor Ignacio le prometió a la Virgen de la Caridad que celebraría una misa en su honor, dando paso a lo que hoy conocemos como La Noche que Nadie Duerme, pues después de la Misa Solemne de la media noche, la Virgen de la Caridad sale de su Basílica para realizar un recorrido de entre cuatro y siete kilómetros por las calles de su amado pueblo que la aclama como reina y protectora, trayecto que se extiende por toda la madrugada del 15 agosto por las calles adornadas con luces, adornos metálicos y brillantes, así como los ya mencionados tapetes elaborados de forma artesanal que son testimonio del fervor de un pueblo consagrado a la gloriosa Madre de Dios.

En palabras del Obispo de Tlaxcala, Julio César Salcedo Aquino «esta es la noche que nadie duerme, porque tu corazón nunca duerme, siempre está atento al cuidado de tus hijos que esta noche salen a adornar las calles con bellos y majestuosos tapetes, arte efímero porque solo dura un momento, pero el arte del amor perdura para siempre».

EL ORIGEN DE LA IMAGEN

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Existen varias versiones sobre el origen de la imagen de la Virgen de la Caridad, la más conocida dice que un indígena de nombre Baltazar, que vivía en el centro de Huamantla, poseía un cuadro de la Virgen de la Asunción que era venerado con mucho fervor por los vecinos del lugar, quienes se vieron favorecidos en varias ocasiones por los milagros que la Virgen les concedía, por lo que edificaron una ermita donde su culto creció y se tomó la decisión de mandar hacer una escultura de la Virgen.

A finales del siglo XVII, cuando fue terminado el retablo de la Parroquia de San Luis Obispo de Huamantla, los habitantes le pidieron al escultor que realizara una escultura de la Virgen sin percibir sueldo alguno y le proporcionaron una madera de mala calidad. El escultor aceptó forzado tal encomienda y comenzó su trabajo de mala gana, pero al ver que el resultado no era favorable, decidió cubrirla con una sábana.

Llegada la fecha de entrega, todo el pueblo se congregó en el taller para recoger su encargo y al descubrirla nuevamente, el escultor quedó admirado al ver la belleza de la imagen que por si sola había quedado terminada tal y como se conserva hasta nuestros días.

Un Párroco de apellido Lechuga fue quien promovió que la Virgen fuera llamada «de la Caridad» ya que los miércoles y sábados los más pobres se congregaban entorno a su templo para recibir ayuda, por lo que esos días eran conocidos como días de la caridad, lo que dio impulso para que la Virgen de la Asunción cambiara su nombre por el de Nuestra Señora de la Caridad.

En 1876, El General Porfirio Díaz llegó a Huamantla y pidió una misa en la iglesia de Nuestra Señora de la Caridad para pedirle a la Virgen que le concediera el milagro de vencer a las tropas de Sebastián Lerdo de Tejada. Durante la batalla, el ejercito de Díaz parecía derrotado, pero una inundación rodeó las tropas enemigas, facilitando la victoria a Porfirio Díaz quien miró tal acontecimiento como un milagro de la Virgen de Huamantla y como muestra de agradecimiento envió a la Señora una corona y una palma de oro que un año después el mismo Porfirio Díaz le colocó a la Virgen.

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Este año, la Virgen de la Caridad lució durante su festividad un ajuar adornado con alcatraces bordados en hilo de oro y perlas, un trabajo realizado por 50 mujeres que durante cuatro meses confeccionaron el vestido y el manto elaborados con telas finas. Desde hace 140 años, inició esta tradición de confeccionar la ropa de la virgen, tarea que comenzó la familia Hernández Farfán y que pasó a manos de la familia Hernández Castillo.

El 13 de agosto, la Virgen de la Caridad fue bajada de su altar a la sacristía para ser revestida con sus nuevos ropajes para después salir a la entrada principal de su templo y ser presentada ante el pueblo entre vivas y el sonar de las campanas que anunciaron el inicio de la fiesta de la Asunción.

Es así como la fe y la devoción se expresan en Huamantla, una de las fiestas más emblemáticas del estado de Tlaxcala reconocida a nivel internacional.

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