El barrio de la Asunción

Por: Diego Rodarte

El 1° de noviembre de 1950, tras una larga reflexión, meditación y estudio, el Papa Pío XII proclamó solemnemente ante ochocientos obispos venidos de todas partes y miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el dogma de la Asunción de la Santísima Virgen en el que se define que la Inmaculada Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria celeste.

Hasta antes de esta fecha, el misterio de la Asunción de María era una devoción arraigada por el pueblo fiel sustentada por la tradición de la Iglesia y que fue documentada desde el siglo V teniendo como fuente principal los evangelios apócrifos relativos a la Asunción. Tan importante era esta devoción en las naciones, que en 1638 el rey Luis XIII de Francia consagró su reino a la Santísima Virgen en su gloriosa Asunción, declarándola su patrona y protectora y mandó que el 15 de agosto de cada año se celebrara su fiesta con toda solemnidad.

Sin duda, los misioneros que llegaron al nuevo mundo en el siglo XVI, trajeron consigo esta devoción, junto con la Imaculada Concepción que está conectada con el misterio de la Asunción, pues si la Inmaculada Concepción representa el estado inicial de la existencia terrena de María, su gloriosa Asunción representa su estado final, el culmen lógico del desarrollo progresivo de su plenitud de gracia y santidad.

Era costumbre que los templos de gran importancia, como las catedrales construidas en territorio mexicano, tuvieran como patrona una advocación de la Virgen María. En el caso de los templos edificados por los franciscanos, estos se consagraban a la Inmaculada Concepción o algún santo de la Orden Franciscana, mientras que en los templos construidos por los Diocesanos se colocaba como patrona principal a la Asunción de María, tal es el caso de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.

La razón por la que estos templos eran dedicados a la Asunción de María se debe a que la imagen de la Asunción es la culminación de lo que debe ser la Iglesia, inspirada en María para recorrer el camino de la santificación, pasando por diferentes dificultades hasta llegar al lugar que Jesús tiene destinado a las personas que viven en gracia y conforme a sus enseñanzas.

LA ASUNCIÓN EN XOCHIMILCO

Uno de los barrios populares del centro de Xochimilco es precisamente el barrio de la Asunción. Su nombre original es Colhuacatzingo – Atlilic, un asentamiento fundado por pobladores originarios de Culhuacán que se establecieron en Xochimilco, donde construyeron un adoratorio, por lo que su nombre se traduce como «En donde los Colhuas dentro del agua» o bien se interpreta como «El pequeño Culhuacán».

Con la llegada de los conquistadores a Xochimilco, los antiguos adoratorios fueron destruidos y sobre ellos se construyeron ermitas que con el tiempo se convirtieron en las capillas que identifican a cada uno de los barrios. La capilla de Colhuacatzingo fue construida en 1680 sobre los basamentos del antiguo adoratorio de los colhuas y siguiendo la costumbre de poner los territorios a nombre de un santo, los misioneros dedicaron la capilla a la Virgen de la Asunción mientras que el barrio vecino de Tlacoapa fue dedicado a la Inmaculada Concepción, para dar a entender que ambos misterios marianos son inseparables.

Cabe señalar que cuando los franciscanos se establecieron en Xochimilco, dedicaron su templo principal a San Bernardino de Siena y en la capilla abierta se colocó una imagen de la Purísima Concepción que por muchos años fue conocida como Santa María de Xochimilco. Dicha imagen se encuentra en el retablo principal de la ahora Catedral de Xochimilco, justo arriba del relieve que representa el patrocinio de San Bernardino de Siena, lo que evoca la devoción mariana de los misioneros que evangelizaron la cementera florida.

En la actualidad todavía se pueden apreciar los vestigios del antiguo adoratorio bajo el altar de la Virgen de la Asunción, mientras que en los muros exteriores aún se observan algunos glifos tallados en piedra que fueron usados para la construcción de la capilla. En el muro que da hacia la avenida Miguel Hidalgo se puede observar parte de lo que fue el basamento piramidal delimitado por una línea de cantera y una cruz. Se dice que a este muro venían los naturales a hacer penitencia y mortificaciones principalmente durante Cuaresma y Semana Santa, por lo que se le dio el nombre de «El humilladero».

La imagen titular de la capilla es una talla en madera policromada que representa a la Virgen María en el momento de su Asunción al cielo: María tiene los brazos extendidos y la mirada dirigida al cielo, coronada de estrellas, está de pie sobre una nube de la que asoman querubines y serafines, mientras que dos ángeles la ayudan a elevarse a los cielos. Sus brazos son articulados y fue diseñada para vestir, por lo que sus vestidos constan de una túnica blanca, un manto azul y una mantilla que lleva sobre la cabeza.

Se dice que la imagen de la Asunción es contemporánea de la capilla y una pieza única, pues no existe otra talla similar en la demarcación y se puede observar en su nicho en el altar mayor, decorado en su interior por un tapiz blanco con dorado que refleja la luz permitiendo ver a la Virgen con claridad.

Aunque es una capilla dedicada a la Virgen María, llama la atención la cantidad de Cristos que se conservan en su interior, desde un Crucifijo que se encuentra en uno de los brazos laterales del templo, un Cristo en el Huerto de los Olivos, una Nazareno, el Señor de la Columna, el Señor de la Caña, y destaca entre todos la imagen del Santo Entierro que la capilla resguarda desde la segunda mitad del siglo XX. Como se mencionaba anteriormente, el muro de la capilla era un lugar de penitencia, por lo que se cree que en sus inicios pudo haber estado dedicado a la Pasión de Cristo, pues durante muchos años, el Santo Entierro que pertenecía a la Parroquia de San Bernardino de Siena, era llevado durante la Procesión del Silencio hasta la capilla de la Asunción, que hacía el lugar del Santo Sepulcro, donde se velaba la imagen y se entonaban alabanzas.

Con los cambios que el Padre José Reyes Chaparro hizo a San Bernardino, el Santo Entierro fue enviado a la Asunción, donde los vecinos lo acogieron con especial cariño y hasta la fecha, el Viernes Santo se sigue velando entre lágrimas y cantos fúnebres.

LA FIESTA PATRONAL

El 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción de María, los vecinos celebran con júbilo a su Patrona. Se sabe que la fiesta siempre fue sencilla; algunos vecinos recuerdan que a principios del siglo XX se traían mandas y ofrendas del pueblo de Culhuacán al barrio de la Asunción. Los peregrinos llegaban en trajinera y desembarcaban sus ofrendas frente a la capilla para ofrecerlas a la Virgen, tradición que se perdió con el paso de los años, aunque todavía existen hermanamientos con los pueblos de San Pedro Atocpan y San Pablo Ozotepec, pueblos originarios de Milpa Alta, que presentan sus promesas al barrio de la Asunción, quien a su vez presenta una promesa para la fiesta de dichos pueblos, que consiste en verduras para la comida de la festividad.

En la actualidad, la organización de la fiesta está a cargo de los encargados de capilla que son designados por el Párroco de San Bernardino de Siena con quien deciden los lineamientos que se ejecutan para las fiestas patronales. Los encargados solían delegar su función en algunas comisiones para pedir la cooperación casa por casa y en función de la cantidad que se junta deciden cuanto se destinará para cada cosa que se requiera; hasta hace unos años había gente que donaba flores, ceras, las portadas, darle de comer a la banda, pero recientemente el trabajo ha recaído directamente en los encargados.

Sin embargo, la fiesta tuvo un mayor realce gracias a la presencia de los Siervos de María, quienes llegaron al barrio de la Asunción entre 1958 y 1959, atendiendo durante muchos años las celebraciones de la capilla, por lo que se dio mayor importancia litúrgica a la fiesta con un novenario previo al 15 de agosto, la celebración de las vísperas solemnes, el rezo de laudes, la Misa Solemne y se ornamentaba con abundantes flores y 12 ceras que iluminaban el altar. Por supuesto, no podían faltar las expresiones populares: música de banda, el mariachi que entona las tradicionales mañanitas, la portada y el cambio de vestido de la Virgen.

La devoción y el amor de los fieles de Xochimilco hacia la Virgen de la Asunción ha ido enriqueciendo la capilla con el paso de los años con las ofrendas que donan los vecinos de otros barrios. Fue la señora Olga Romero del barrio de la Asunción la encargada de donar el vestido de la Virgen, compromiso que cumplió hasta su muerte y que sus hijos siguen ofrendando año con año, mientras que una familia del barrio de Tlacoapa dona el manto.

Años atrás existió un grupo de maestras de primaria vecinas de los barrios que se organizaron y por mucho tiempo tomaron el compromiso de mandar hacer las ceras escamadas que lucían en el altar el 15 de agosto, un trabajo artesanal que daba un realce especial a la festividad.

Aunque no existen testimonios de algún milagro concreto de la Virgen de la Asunción, existe una profunda devoción del pueblo de Xochimilco hacia Ella y que se ha extendido a lugares como Tlapa, Guerrero, en una comunidad azotada por la pobreza donde existe una sencilla capilla de adobe y paja dedicada a la Virgen de Guadalupe, pero que su altar preside una fotografía amplificada de la Virgen de la Asunción venerada en Xochimilco, a la que los fieles de Tlapa honran con ramos de alcatraces.

Cuando Padre Salvador Gonzáles Morales se despidió de los vecinos de la Asunción, se dirigió a la imagen de la Virgen de la Asunción y en voz alta le encomendó su ministerio como Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México, lo que habla de su devoción mariana y el cariño que le tomó al pueblo de Xochimilco.

Entre otras tradiciones del barrio de la Asunción, forma parte de la visita de las 7 casas el Jueves Santo, levantando un altar con naranjas, germinados de trigo y obsequiando manzanilla y pan a quienes dejan su donativo en la capilla, mientras que en la plazuela se venden los tradicionales Judas elaborados por cartoneros del barrio. Un personaje importante es el desaparecido Octavio Huerta López «Don Beto», oriundo del barrio de la Asunción y que desde 1958 trabajó la técnica de la cera escamada, creando bellas artesanías que iluminaron muchos altares, entre ellos el altar del Niñopa; ahora su familia se encarga de seguir con la tradición de las ceras.

Las mayordomías de la Virgen de los Dolores de Xaltocán de Bodoquepa y el Infiernito, y las peregrinación del barrio al Santuario de Xaltocán, la quema de Judas y Toritos en la palzuela de la Asunción el Domingo de Resurrección y la celebración del Día de Muertos forman parte de la vida de los vecinos de la Asunción, que se mantienen fieles a los usos y costumbres heredados por los abuelos, y que tienen en la Virgen de la Asunción a su principal protectora, que es el eje de la identidad de esta comunidad.

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