Por: Diego Rodarte
La mañana del 3 de julio de 1995 el ruido de los cohetes y una banda de música irrumpió la tranquilidad de los alrededores del Ex convento de Churubusco. Por la calle General Anaya se observo un contingente de cerca de cien personas que bajaban de combis. Una fila de chinelos abría camino parando el tráfico, mientras que mujeres, hombres y niños con flores en las manos hacían valla para que pasara un niño tocando una campana anunciando la llegada del Niñopa.
Ante el barullo que esto provocaba, la gente comenzó a salir para ver de que se trataba: una mujer con gesto serio portaba la imagen del Niñopa, y tras él, una estudiantina cantaba y tocaba con ahínco.
A la entrada de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), cuyo objetivo es conservar el patrimonio cultural a través de la ejecución de proyectos de conservación y restauración, esperaba una comitiva de bienvenida. Se trataba de la directora de los talleres de la Coordinación, secretarias, choferes, personal de mantenimiento, policías, maestros, alumnos y trabajadores, quienes con curiosidad formaron otra valla en el zaguán.
Posteriormente entraron los mayordomos, algunos familiares y miembros de la comisión encabezada por el profesor Fernando Arenas Rosas, escoltados por la directora de los talleres y dos restauradores más que abrían paso.
El Niñopa ingresó al Taller de Escultura Policromada de la Coordinación, donde se llevó a cabo un protocolo de entrega de la sagrada imagen a los especialistas que se encargarían de la intervención. Una vez en manos de la restauradora Alicia Islas Jiménez, se iniciaron los estudios concernientes a su identificación histórica y tecnológica en relación directa a su conservación. Paralelamente a estos estudios se hizo la propuesta de conservación preventiva que se aplicaría para que el Niñopa regresara a tiempo a la comunidad.
Meses atrás, en mayo de 1995, la restauradora Alicia Islas Jiménez fue designada como perito para ir a Xochimilco a revisar la imagen de un Niño Dios a petición de un grupo de personas interesadas en que un experto la revisara para mantenerla en buenas condiciones, ya que anteriormente había sido puesta en manos de «santeros», quienes le habían hecho supresiones, agregados, retoques y repintes totales con el fin de embellecer y remozar la imagen, dejando de lado los valores esenciales de su manufactura original.
La especialista llegó a la entonces Parroquia de San Bernardino de Siena y con ayuda de algunos miembros de la comunidad, Alicia Islas tuvo su primer encuentro con el Niñopa. El Niño se encontraba en un altar doméstico en medio de la sala, del que fue bajado para su revisión; con el mayor cuidado lo desataron de su silla, le quitaron sus vestiduras y lo recostaron en el comedor.
Alicia lo observó con detenimiento y se dio cuenta que la policromía que recubría la escultura era moderna y que se le había aplicado entre 1950 y 1980, más tarde, los estudios realizados arrojaron que la pintura que lo cubría fue aplicada por última vez en 1984.
Antes de esta primera revisión, era costumbre llevar al Niñopa con un santero del Barrio de Xatocán, quien lo trató durante 15 años para «ponerlo bonito» antes de las posadas, por lo que repintaba la imagen, le ponía pestañas y en ocasiones se le llegó a cambiar el color del cabello. Alicia Islas comentaba que hay fotografías de 1930 donde se ve al Niño con un copetito, grandes entradas en las sienes y ojos redondos muy al estilo de los niños indígenas. Con los sucesivos repintes, sus ojitos se fueron haciendo rasgaditos y su boca que era de rasgos fuertes, ahora es delgada y fina.
La restauradora se dio cuenta que la escultura tenía fracturas, fisuras, pequeñas grietas; sus dedos tenían pequeños faltantes en las yemas como huecos en la policromía, y basada en su experiencia determinó que no se trataba de una figura común y corriente, sino de una pieza única en su género.
Una de las cosas que sorprendió a Alicia Islas era el trato que se le daba a la imagen, pues además de pedir permiso para poder examinarla, observó que lo trataban como si fuese un niño de carne y hueso, lo que le permitió un primer acercamiento con la comunidad. Tras hacer las anotaciones pertinentes, la especialista pasó el informe correspondiente para ver si ameritaba la restauración, la cual fue aprobada y agendada para su ingreso a la CNCPC el 3 de julio de aquel año.
UN TRATO ESPECIAL
«Muchísimas gracias, le encargamos mucho al niño… en sus manos le dejamos la prenda más querida que tiene Xochimilco», fueron las palabras de quienes entregaron la sagrada imagen para su restauración, y tras dejar algunos juguetes cerca del pequeño, se retiraron de las instalaciones para que Alicia pudiera hacer su trabajo.
Al día siguiente, la restauradora, junto con algunos colegas, revisaron la escultura bajo microscopio, se procedió a la toma de muestras, fotografías y radiografías. Alicia hurgó en un agujero que tiene la imagen en la espalda que sirvió para detener la imagen con una estaquilla colocada en su silla, esto antes de que fuera amarrado para mayor seguridad, y con unas pinzas sacó una astilla del tamaño de un palillo, la llevó al laboratorio y tras una serie de análisis y observación de fotos de la astilla amplificada, el biólogo supo que se trataba de madera de colorín por las células microscópicas.
Los especialistas tomaron una muestra de un árbol de colorín que se encuentra en la coordinación y la examinaron junto con la astilla del Niñopa, observando que ambas maderas eran idénticas, descartando la hipótesis de que había sido elaborado con madera de naranjo o gabazo de caña.
Pero la presencia del Niñopa en la coordinación generó un cambio en el ambiente laboral de la institución, pues era tratado con cierta singularidad, por ejemplo, cuando salió al taller para el área de fotografía y rayos X fue envuelto en una cobijita por los especialistas y lo abrazaban como si fuera un bebé de verdad. También se acrecentaron las visitas al taller, pues desde curiosos hasta los más creyentes, sin distinción de edades, clases o grados sindicales dentro de la institución, incluso familiares de los trabajadores, llegaron a venerar la imagen y a dejarle dulces, juguetes y flores, por lo que el ambiente de trabajo se tornó armonioso y se desarrollaba entre el aroma de nardos, azucenas, rosas, claveles y los solventes que apenas se percibían.
El Niñopa recibía la visita diaria de los fieles de Xochimilco, que inquietos por ver a su tesoro más preciado, acudían a la coordinación para rezarle y expresar su sentir con los restauradores, quienes les daban amplias explicaciones sobre el trabajo que estaban realizando.
En medio de estas reverencias, durante la primera intervención se siguieron los protocolos que se siguen con todas las piezas que ingresan a los talleres de la coordinación, se hicieron tomas de radiografías que ayudaron a los expertos a despejar las incógnitas de la escultura, a la vez que corroboró la necesidad de mantener la propuesta de mínima intervención en la policromía expuesta, ya que detectaron en el interior de la escultura graves alteraciones y deterioros del pasado.
En las radiografías se pudo notar la presencia de pernos metálicos para sujetar dedos fracturados de la mano izquierda: pulgar, índice y meñique, y el dedo índice de la mano derecha. En la parte posterior de la cabeza se detectó un agregado y el estudio estatigráfico arrojó que la escultura cuenta con cinco capas de encarnaciones. Con pinceles muy delgados se recuperaron astillas sueltas en la policromía y con un adhesivo especial se fueron reintegrando a fin de rescatar la policromía milímetro por milímetro.
En su primer informe, la restauradora Alicia Islas hizo una descripción general de la imagen y de las condiciones en las que llegó a la Coordinación:
«La apariencia actual (policromía expuesta) del Niñopa, corresponde al estilo de manufactura vigente en nuestros días: tiene rasgos atildados, boca pequeña, ojos delineados y pestañas, dientecitos simulados con pasta de color. Los orificios nasales muy reducidos se acentúan con una pincelada rojiza. Esta policromía tiene notorios defectos de manufactura: la encarnación es rosácea y de textura granulosa (no es pulida como en las encarnaciones antiguas), tiene pinceladas agregadas para acentuar algunos detalles, como rizos de la frente, las tetillas y pliegues corporales. Hay evidente descuido en la aplicación de color azul del cendal, donde se observa rebasamiento de áreas y deleznable aplicación al simular la tela. La cabellera y las cejas tienen una intensidad de color exagerada, así como el diseño del pelo rebasa y modifica el modelo original agregándose ricillos con obvias pinceladas.
De acuerdo a los estudios de los materiales constitutivos se puede decir que el soporte es de madera de colorín (tzompantli), esta madera a pesar de ser de naturaleza estable tiene movimientos imperceptibles en su estructura que provocan fisuras y daños a la base de preparación y capa pictórica.
La escultura policroma que mide 51 centímetros de altura, pesa 598 gramos sin vestiduras, representa a un Niño Dios con piernas semiflexionadas, la mano derecha en alto en actitud de bendecir, la izquierda con la palma de la mano extendida en actitud dadora.
El Niño está desnudo, tiene un cendal azúl cerúleo alrededor de la cadera, recostado para su observación presenta la apariencia de un infante de pocos meses de edad…»
El 28 de julio de 1995, tras 25 días de permanecer en los talleres de la CNCPC, el Niñopa fue devuelto al pueblo de Xochimilco en medio de un ambiente festivo. Los mayordomos ingresaron con un ropón de color blanco para vestir al Niño, mientras que un tambor, un violín y una guitarra de los restauradores de instrumentos musicales, tocaron a petición de los empleados de restauración para despedir al Niñopa.
Mientras se le vestía, el alumnado miraba por las ventanas, mientras que una valla de fieles de Xochimilco esperaban con flores, velas y globos la salida del Niño. A esta comitiva se sumaron trabajadores del Centro de Restauración, sino también de la Coordinación de Monumentos Coloniales, del los trabajadores del Museo de las Intervenciones, familiares de los trabajadores de estas instancias, así como vecinos, de tal forma que se alcanzó un aproximado de 300 personas en los jardines con el único fin de despedir al Niñopa.
Cuando el Niño salió de los talleres, los trabajadores, alumnos y avecindados se despidieron de Él besando sus vestiduras, a semejanza de los que hacen sus devotos como muestra de aprecio.
Para sorpresa de los restauradores se había preparado una comida en su honor en la mayordomía, así que muchos trabajadores del Centro Churubusco se trasladaron a Xochimilco, y tras acompañar al Niñopa en una festiva procesión acompañada por chinelos, desde el Embarcadero hasta la mayordomía, inició el convite que constaba de arroz, mole, frijoles y agua de jamaica.
A partir de entonces y hasta la fecha, un especialista acude a la casa del mayordomo periódicamente para revisar la escultura, determinar si el estado de conservación es favorable y determinar la fecha en la que debe ingresar a restauración.
RECOMENDACIONES
En el informe de la primera restauración, Alicia Islas emitió las siguientes recomendaciones para conservar en buen estado la escultura del Niñopa y que siguen vigentes hasta nuestros días, con algunos cambios que se adaptaron a la forma de vida en torno a la sagrada imagen:
- No exponerlo a excesiva manipulación y traslados.
- No limpiarle con ninguna substancia, por más fina que pudiera ser.
- No agregar ni quitar pestañas.
- No permitir su «remozamiento» y en caso de alguna alteración o daño, acudir a la Coordinación Nacional de Restauración del Patrimonio Cultural para su diagnóstico y tratamiento.
- No exponer la escultura a cambios bruscos de temperatura y humedad. En los posible evitar su exposición a grandes aglomeraciones humanas.
- No sobrecargar la escultura con adornos y joyas de metal pesados. La figura es frágil y resiente la carga y el peso, de ahí las fisuras y craqueladuras.
- Evitar la exposición de la escultura al efecto de focos y reflectores eléctricos y luces de flash.
- No colocar fuentes de humedad cercanas a la escultura (floreros con agua).
- En lo posible mantener la pieza en una urna.
- En caso de alguna duda comunicarse a la Coordinación Nacional de Restauración del Patrimonio Cultural del INAH.
La comunidad asumió estas recomendaciones de forma muy particular. Acostumbrados los restauradores a trabajar con obras de museos, dieron las mismas indicaciones para los custodios del Niñopa, quienes inmediatamente buscaron las formas para poder cumplirlas adecuadamente, ya que por tratarse de una imagen peregrina expuesta al contacto con los fieles, fue difícil cumplir las recomendaciones al pie de la letra, lo que alteró las costumbres que se tenían en torno al Niño antes de julio de 1995.
ÚLTIMAS INTERVENCIONES
Gracias al acuerdo en el que se estableció que el Niñopa ingresaría año con año a la CNCPC, el Niño ha dejado de visitar al santero u otro artesano para su mantenimiento y se convirtió en parte del ciclo ritual de la mayordomía, pues durante varios años se acostumbró que el pueblo lo acompañara para su ingreso a la Coordinación y para ir a recogerlo, sin embargo, en los últimos tiempos se ha restringido el acceso a los fieles durante el ingreso y la entrega del Niñopa, limitándose a recibirlo en la entrada del centro de Xochimilco.
La pequeña imagen ha recibido un mayor tratamiento con ayuda de la tecnología, lo que ha permitido una mejor conservación de la escultura. En 2011, la restauradora encargada de la intervención, aprovechó la estancia del Niñopa en las instalaciones de la Coordinación para realizar un estudio de colorimetría y así definir el tratamiento preciso para mantener la policromía de la imagen. Otro de los estudios que se han aplicado son los cortes estatigráficos que se emplean principalmente para conocer la forma y disposición de las diferentes capas o estratos que componen la escultura.
Dependiendo del estado en el que se encuentra la imagen, se ha ido reduciendo su estancia en la CNCPC, pues la restauración ha consistido en la limpieza de la imagen, reintegración de color y resanes. A las medidas de conservación se han sumado las de vestir al Niño con telas ligeras, no tener veladoras encendidas cerca de la imagen y no colocar flores naturales dentro de la casa donde se hospede el Niño, y tras la restauración la imagen debe permanecer alrededor de un mes en reposo para que la restauración afiance.
Aunque en la última década el estado de conservación del Niñopa ha sido motivo de polémica debido a una excesiva sobre protección de la imagen, gracias al trabajo de los especialistas en restauración la devoción y la tradición del Niñopa sigue vigente en el pueblo de Xochimilco que ha tenido que adaptarse a los cambios que la antigüedad del Niño exigen para su mayor conservación, pues debemos recordar que tiene alrededor de 450 años.
Sin embargo, los mismos expertos han declarado que es un verdadero milagro que la imagen del Niñopa se mantenga integra a pesar de su antigüedad pese al ajetreo a la que se ve expuesta, pues comparado con otras piezas que datan de la misma época que se mantienen estáticas en sus retablos y están seriamente dañadas, el Niñopa aún se puede mantener por muchos años más si el pueblo se concientiza, se informa debidamente y sigue las recomendaciones dadas, pues para ellos como profesionistas es un orgullo poner su granito de arena para mantener viva una tradición que le da identidad al pueblo de Xochimilco.
La galería de este reportaje está dedicada a la memoria de:
MARÍA DEL CARMEN HERNÁNDEZ ACOSTA
Mayordoma del Niñopa 2011-2012
FUENTES:
Perdigón Castañeda, Judith Katia. LOS QUE CURAN LOS SANTOS: UN ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LOS RESTAURADORES DEL CENTRO CHURUBUSCO Y SU RELACIÓN CON LOS OBJETOS DE CULTO. México: Escuela Nacional de Antropología e Historia, 1999.
Maya Téllez, Susana Alejandra. NIÑOPA, ÚLTIMO REDUCTO DE UNA MAYORDOMÍA EN XOCHIMILCO. México, 2004.