Por: Diego Rodarte
Ha caído la tarde del Viernes Santo, Jesús ha sido bajado de la cruz y colocado en los brazos de su madre María. Ella, con el alma traspasada contempla con dolor el cuerpo de su amado hijo y sus hijos del Barrio de la Asunción Colhuacatzinco la quieren consolar.
En la capilla del barrio, ubicada en el centro de Xochimilco, han enflorado la urna con la imagen del Santo Entierrito, una imagen de Cristo yacente que llegó al barrio a mitad del Siglo XX y que fue acogida por los habitantes de la Asunción con especial cariño. La tarde del Viernes Santo, después del rezo del Vía Crucis y de los oficios propios del día, los fieles del barrio se dan cita en la capilla para contemplar la imagen del Santo Entierrito y orar frente a ella, al tiempo que dan sus condolencias a la Virgen de los Dolores, quien viste de negro ante la muerte de su hijo.
Entrada la noche, se realiza la Procesión del Silencio con el Santo Entierrito y la Virgen de los Dolores. El sonido de las matracas anuncia su paso por las calles de Bodoquepa, Emiliano Zapata, Tenyoa, para pasar por el «Infiernito» e incorporarse de regreso a la capilla. En el camino, algunos fieles arrojan pétalos de rosa a los pies de la urna que contiene la imagen yacente de Cristo y otros rezan el rosario meditando los misterios dolorosos mientras alumbran con velas el camino.
Decenas de personas son las que se suman al paso de esta procesión y al llegar a la capilla se entonan alabanzas en tono de duelo, para pedir perdón a Dios por la muerte de su hijo, mientras que algunos lloran y ofrecen flores para dar el pésame a la Virgen.
Durante la noche del viernes y la madrugada del Sábado de Gloria, los habitantes de la Asunción y sus alrededores acuden a la capilla para velar la sagrada imagen como si se tratara de las honras fúnebres de uno de los vecinos, pues María, la Virgen gloriosa que sube al cielo y es celebrada con júbilo el 15 de agosto, está de luto y llora la muerte Cristo y en muestra de su agradecimiento por la compañía de su pueblo, ruega por las necesidades de sus hijos, que junto con ella, guardan silencio en espera de la Resurrección Gloriosa de Cristo.