«Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte».

«Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte».
«Estamos entre tus manos» Por: Diego Rodarte El autobús se había retrazado una hora y comenzaba a oscurecer. Perdí por un momento la noción de
«Milagroso Señor del Veneno, Cristo negro de brazos rígidos y yertos, al contemplarte en esa Cruz, con tu cuerpo llagado de amores y con los
«Siempre paso Señor para mirarte y pedirte que ilumines mi camino, que ayudes a mis hermanos y pedirte por el que sufre, por el triste,
«Acude al altar el pueblo, pues según el vulgo cuenta, sin ante el Señor del Rebozo treinta y tres credos se rezan de tres gracias
«Padre de Misericordia, en tus manos pongo mi vida: todos los trabajos emprendidos, todas las penas soportadas, toda mi miseria que clama tu bondad». Fotografías: