«Mil veces me pesa de haber obstinado tu pecho rasgado ¡Oh Suma Bondad!»
Por: Diego Rodarte
La chirimía recorre las calles y cual si fuera Viernes Santo, los sayones transitan por el pueblo; es el Quinto Viernes de Cuaresma en San Juan Ixhuatepec, y como es tradición, se dictará sentencia a Jesús Nazareno, venerado en el templo de San Juan Bautista, para después recorrer la Vía Dolorosa hasta el paraje del Calvario acompañado de la banda y la chirimía, que por el camino entonarán marchas y melodías penitenciales.
Esta celebración tiene su origen en tiempos de la evangelización, cuando los frailes franciscanos, para dar una mejor atención a los pueblos de la Sierra de Guadalupe, asignaron un Viernes del tiempo de Cuaresma a cada una de estas poblaciones para garantizar que los fieles pudieran participar en las prácticas religiosas que los preparaban para la Semana Santa, iniciando el Primer Viernes en el pueblo de Santiago Atzacoalco, continuando el segundo en Santa Isabel Tola, el tercero posiblemente en Xalostoc, el cuarto en Cuautepec, para concluir el Quinto Viernes en San Juan Ixhuatepec y reunir a todas las poblaciones en la sede parroquial durante las celebraciones de la Semana Santa.
Con el tiempo, estas prácticas de evangelización derivaron en grandes celebraciones de los Viernes de Cuaresma en torno a imágenes de Cristo como el Señor de la Cañita de Atzacoalco, el Cristo de la Preciosa Sangre de Cuautepec y el Nazareno del templo de San Juan Ixhuatepec.
Con la secularización de los templos, el pueblo de San Juan Ixhuatepec pasó a ser parte del Curato de Nuestra Señora de Guadalupe de México, y los sacerdotes continuaron con las visitas semanales a las entonces capillas para oficiar misa y atender las necesidades espirituales de cada población:

«San Juanico era un pueblito chiquito, nada más era el templo y unos dos salones de escuela… no había sacerdotes aquí en la iglesia, venían de la Villa… pasaba a Atzacoalco a las cinco de la mañana de ahí se venía el sacerdote a oficiar aquí en San Juanico, era una sola misa que había cada ocho días», recuerda la señora Alicia Jara Moreno, originaria de San Juan Ixhuatepec y que desde muy niña fue testigo de las celebraciones del Quinto Viernes.
De acuerdo con el testimonio de la señora Alicia, el pueblo de San Juan Ixhuatepec era muy pequeño, con apenas cinco casas, ya que desde sus inicios estuvo rodeado de haciendas y ranchos, destacando el Rancho de San José, que abarcó gran parte del territorio. Así, los pocos habitantes que había en el pueblo eran los encargados de organizar la fiesta, encabezados por los mayordomos del pueblo que realizaban la colecta para cubrir las necesidades de la celebración, que por muchos años ha sido una de las más importantes:
«…colaboraban las personas que había en el pueblo, y nombraban un mayordomo, como eran varios señores, pues los poquitos que habían y que querían arreglaban todo lo de la iglesia y luego hacían comida para los padres que venían de la Villa, y la música, que era la banda de aquí en San Juanico.
Contrataban los cuetes de Tultepec… venían para hacer los castillos y los toritos que quemaban en la Semana Santa y el Quinto Viernes, pero para eso se organizaban las personas que salían por una cooperación que daban los vecinos del pueblo… en Semana Santa, y luego en el día 12 de diciembre, que es la fiesta de la Virgen de Guadalupe también salían a recabar, y muchas señoras que estaban apegadas a la iglesia venían acá, a casa de mi abuelita… ahí a veces les tocaba y distribuían la comida. Era el desayuno, la comida y la cena para los cuetereos… Era muy bonito, todos se cooperaban de poquito pero la fiesta del Quinto Viernes siempre fue así, con cooperación del pueblo, de las pocas personas que había», relata doña Alicia.
EL NAZARENO DE SAN JUANICO

El centro de la devoción del Quinto Viernes de Cuaresma es la imagen de Jesús Nazareno que se venera en la Parroquia de San Juan Bautista y que recorre el Vía Crucis acompañado de la Virgen de los Dolores y el Apóstol San Juan, y solo procesionaban por los alrededores del templo de San Juan Bautista debido a lo pequeña que fue la comunidad, pero con el paso del tiempo y la urbanización, la tradición comenzó a modificarse:
«Antes había más participación de la gente del pueblo, conforme van pasando los años se fue perdiendo, de hecho, cuando yo tenía como quince, dieciséis años, fue cuando iba a cargar al Nazareno a lado de mi papá y de mi abuelo… el Viacrucis empezaba en el atrio de la iglesia, salíamos hacia el periférico y todo lo que es la calle de Morelos… no se hacía tan largo en lo que es el Quinto Viernes. Ya en la celebración de Semana Santa se hacía más largo el recorrido con el Nazareno», explica Rubén Héctor Rivero, participante de la fiesta del Quinto Viernes desde hace 24 años.
Una particularidad que relata Rubén, es que la imagen de Jesús Nazareno, elaborado con la técnica de pasta de caña, cuenta con un mecanismo para escenificar las tres caídas:
«…mi abuelo se metía en la parte de abajo de la base del Nazareno para representar la caída, se ponía en cuclillas y sobre la espalda cargaba al Nazareno y quitaba el dispositivo para que bajara y yo me metía con él para aguantar el peso en lo que se hacía el rezo y se representaba la caída».

La mañana del Quinto Viernes, las imágenes de Jesús Nazareno, la Virgen de los Dolores y el Apóstol San Juan, son colocadas en andas para salir en procesión. Por la tarde, un grupo de sayones que ha recorrido el pueblo a caballo, se dirige a la parroquia de San Juan para sacar la imagen de Jesús Nazareno y llevarlo ante la presencia de Poncio Pilatos, quien después de cuestionarlo, emitirá la sentencia contra el Nazareno y se lavará las manos. Posteriormente, iniciará el Vía Crucis por las calles de San Juan Ixhuatepec y en cada estación, el párroco hace una meditación mientras que niños y niñas representan a Simón de Cirene, que ayuda a Cristo con la cruz y a la Verónica que enjuga el rostro del Nazareno.
Dimas y Gestas también acompañan al Nazareno en su camino al Calvario, donde serán crucificados. Ahí también los esperan «La Piedad» y el «Santo Entierro», que serán llevados en procesión de regreso a la Parroquia una vez concluida la meditación de las siete palabras.
Otro elemento que no puede faltar y que llena de color la procesión del Quinto Viernes son los mechudos, niños que se visten de inditos con su cabellera de ixtle y una mascara que representa algún animal, que van haciendo valla a los lados del Nazareno para mantener el orden durante la procesión.
«Ya se acababa la Semana Santa, luego en la fiesta de San Isidro Labrador, también sacaban su imagen en procesión en el mes de mayo, porque ya no llovía y el maíz que se sembraba se secaba y sacaban en procesión a San Isidro a las milpas que había por aquí, al ruedo… no había otra solución para que hubiera agua. No había agua potable, eran de pozos, no había casita que no tuviera su pozo, había agua salada y agua dulce», cuenta doña Alicia como parte de las tradiciones de San Juan Ixhuatepec.
LA MAYORDOMÍA

La creciente urbanización con la llegada de las gaseras en la década de los cincuenta y la explosión del 19 de noviembre de 1984 que cobró la vida de centenares de personas, cambió por completo las costumbres y tradiciones del pueblo de San Juan Ixhuatepec, pues a pesar de ser una población de orígenes prehispánicos y con presencia documentada en la época Virreinal, se fue minimizando su identidad como pueblo a colonia:
«aquí es la cabeza de esa festividad, el Quinto Viernes… pero ese viene de… sepa dios desde qué año viene, porque yo de que me acuerdo ya era la fiesta, y era la fiesta grande que había acá en San Juanico. Y yo no sé por qué le nombraron San Juanico, porque aquí es San Juan Ixhuatepec, Estado de México, pero ¿quién sabe por qué?, pero ahora que es San Juanico… Y muchos ponen en los programas y todo, “colonia San Juanico” y no es colonia, es pueblo», explica la señora Alicia de 90 años de edad.
A pesar de esto, habitantes de San Juan Ixhuatepec siguen luchando por mantener vivas sus tradiciones y el sistema de organización, como la mayordomía, que es la encargada de sacar adelante las festividades del Quinto Viernes, la fiesta Patronal de San Juan Bautista y la fiesta de la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre:
«La mayordomía la organiza el padre junto con personas del pueblo, los que asisten a la iglesia, ahí entre esas personas que van se organizan desde la fiesta de la Virgen del día 12, del Quinto Viernes, y el 24 de junio, día de San Juan. Se nombran a esas personas que salen a recabar. Los padres decían que lo que fuera la voluntad de cada persona pero pensaron que no, porque son muchos gastos, entonces se fijó una cuota que se da a los mayordomos una semana antes de que comience la Cuaresma, y se termina de colectar un viernes antes de la fiesta», narra la señora Alicia.
Para conformar la mayordomía, se elige a dos personas por cada uno de los nueve barrios que conforman San Juan Ixhuatepec, que además de recabar la limosna para la fiesta, tienen la responsabilidad de buscar a las personas que de manera voluntaria quieran donar algo a la iglesia, como la portada o las jardineras y la vestimenta de la Virgen de los Dolores.

En vísperas de la fiesta, los mayordomos acuden a la casa de los donantes acompañados por la banda para recoger las ofrendas y llevarlas a la parroquia. Ese mismo día, la chirimía recorre las calles anunciando que ha llegado la fiesta del Quinto Viernes: «aquí se acostumbra la chirimía en la fiesta del Quinto Viernes, pero más que nada es eso, como si fuera la banda del pueblo por así decirlo, y en las fiestas van a la par, va tocando la chirimía y la banda del pueblo», expone Rubén.
La contingencia sanitaria por COVID-19 obligó a los pobladores a modificar la fiesta durante dos años consecutivos para evitar el riesgo de contagio, por lo que la procesión del Quinto Viernes se llevó a cabo en camioneta y alrededor de la iglesia, sin la presencia de fieles, lo que fue un golpe muy duro para quienes devotamente participan en la celebración:
«En lo personal sí me hacía falta ponerme a mano con el Nazareno, ahí es donde prácticamente platico con él y me pongo en sus manos para que me deje ayudarlo el próximo año, y sí era una nostalgia, un sentimiento de que algo me faltaba. Y ahora este año que sí se pudo, me sentí muy reconfortado de poder hacerlo, ahora sí que es gusto de cada uno.
Yo no lo hago por manda ni por promesa, yo lo hago por gusto, así me lo inculcó mi papá, me lo inculcó mi abuelo, y ellos igual, sin que fuera una promesa, lo hacía por el puro gusto al igual que mi papá y yo… es una satisfacción que me dejó el poder haber estado a su lado otra vez y acompañarlo en el recorrido», finalizó Rubén visiblemente emocionado.
Agradecimientos:
- Alicia Jara Moreno
- Rubén Héctor Rivero
- Leonel Carranco
Colaboración:
- Lic. Humberto Raí Ramírez Jiménez, Cronista Comunitario y R.P.
- Frida Betanzos, S.S.C.