Cristo de la Preciosa Sangre: Señor de Cuautepec

«Danos, Señor Buena muerte, y líbranos de la peste»

Imagen del Cristo de la Preciosa Sangre, Señor de Cuautepec

Por: Diego Rodarte

Al norte de la ciudad de México, en los límites de la Alcaldía Gustavo A. Madero, se encuentra el pueblo de Santa María Cuautepec, mejor conocido como Cuautepec, cuya historia y territorio están ligados a Tlalnepantla, y que el Cuarto Viernes de Cuaresma, refrenda su devoción al Cristo de la Preciosa Sangre, Señor de Cuautepec.

De acuerdo con la Profesora Sofía Viveros Ortega, el pueblo de Cuautepec se fundó por el año de 1508, con posesión de todas las tierras adyacentes, siendo ratificada por el rey Carlos V y ampliada por la persona de Nicolás de la Vega, Martín de Olivares y otros que fueron los primeros pobladores, y durante la época prehispánica, junto con Tenayuca, fue un pueblo subyugado a Tlatelolco.

«Cuautepec se funda a la par de Tenayuca y fueron territorios hermanos. Fundado por los chichimecas de Xolotl; como todos los pueblos, vive este proceso de poderío tepaneca y aparece en el Códice de Techialoyan García Granados; en su círculo donde tiene a todos los gobernantes de sus territorios se encuentra perfectamente ubicado Cuautepec, que posteriormente fue gobernado por los mexicas«, explica Alma Fabiola Zenón Herrera, Antropóloga Social de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, ENAH.

Consumada la conquista, los religiosos franciscanos iniciaron el proceso de evangelización y con la fundación de Tlalnepantla, Cuautepec, junto con Santiago Atzacoalcos, San Juan Ixhuatepec, Santa Isabel Tola, Zacatenco, y otros pueblos del sur de lo que ahora es la alcaldía Gustavo A. Madero, se incorporan a esta jurisdicción.

Inmaculada Concepción, Patrona titular de Santa María Cuautepec

Los misioneros adoctrinaban a los indígenas y construyeron ermitas en cada uno de los pueblos que iban evangelizando, a los que les daban el nombre de un santo, por lo que al pueblo de Cuautepec se le dio el nombre de Santa María Cuautepec y tuvo como patrona principal a la Inmaculada Concepción.

En entrevista para EL COLOR DE LA FE, Alma Zenón comenta que para el siglo XVII «existe un documento que refiere el templo de Cuautepec como una iglesia de visita, sin embargo, para el siglo XVIII, con las Reformas Borbónicas y la secularización de la Iglesia, los franciscanos abandonan Tlalnepantla, llegan los párrocos seculares y son ellos quienes modifican la antigua capilla y para la segunda mitad del siglo XVIII construyen el templo que existe actualmente».

Los habitantes de Cuautepec dejaron plasmada en el templo la gran riqueza que había en el lugar, así como la importancia que tenía como un pueblo de Congregación, quedando la huella del barroco mexicano plasmada en la portada de la iglesia.

En la fachada del templo, hay una loza con una inscripción que indica que el 23 de febrero de 1767, se reconstruyó el templo de la Preciosa Sangre de Cristo y aparecen los nombres del Lic. Don Antonio Carvajal, quien fue gobernador del pueblo, querido y apreciado por la confianza que le tenían los naturales, Don Nicolás de Guadalupe, que fuera Alguacil Mayor, y Don Antonio Padilla, sacerdote preparado en Derecho Canónico y ministro de la Inquisición.

Loza de 1767 con la fecha de la reconstrucción de la Parroquia de Cuautepec

Los religiosos franciscanos designaron el Cuarto Viernes de Cuaresma para preparar a los indígenas de Cuautepec para las celebraciones de la Semana Santa. Con el paso del tiempo se transformó en la fiesta tradicional del pueblo llamada Fiesta del Cuarto Viernes de Cuaresma y que más tarde se dedicaría a la venerada imagen del Cristo de la Preciosa Sangre o Señor de Cuautepec.

«Cuentan los habitantes que para el siglo XVIII apareció una imagen de Cristo crucificado en el llamado Cerro de la Corona. Me parece simbólicamente importante por el cruce o los caminos que nos llevan a Tlalnepantla, rumbo por el que se aparece el Cristo.

Según la tradición oral, al querer llevárselo a Tlalnepantla, la imagen se puso pesada y cuando lo llevaban de regreso a Cuautepec se ponía ligero, lo que significaba que el cristo se quería quedar en Cuautepec. Otra versión dice que cuando se apareció, le avisaron a los padres de Tlalnepantla, quienes lo llevaron a la iglesia de Corpus Christi y al otro día, la imagen apareció nuevamente en Cuautepec», relata Alma Zenón.

La Antropóloga Social, señala que la aparición del Cristo de la Preciosa Sangre coincide con la llegada de importantes familias que hoy son consideradas nativas y que se establecen en Cuautepec a raíz de la construcción de la actual iglesia:

«Era un cristo bastante venerado y respetado, en los archivos se señala que en el altar principal va a estar el Santo Cristo, no lo describe ni lo particulariza, pero se entiende que es el Cristo de la Preciosa Sangre… creo que esas familias sintieron mayor cercanía a este Cristo recién aparecido que a una imagen, (en este caso, la Inmaculada Concepción), que no tenía nada que ver con su historia, este Cristo se aparece casi a la par en la que ellos están llegando a Cuautepec».

Altar del Cristo de la Preciosa Sangre, Señor de Cuautepec

Otro dato importante es que en los pueblos de Xocoyahualco, Cuautepec y Naucalpan se sustituye la devoción a Santa María en su Inmaculada Concepción y la Natividad por el Señor de la Preciosa Sangre, devoción que toma fuerza con la epidemia del matlazáhuatl que cobró la vida de miles de indígenas en todo el territorio de 1736.

«Cuando se propaga la epidemia de matlazáhuatl, pareciera que hay una similitud entre la forma en que moría la gente con los cristos, porque además de que se dañaban los órganos internos, la prueba de que la persona iba a morir, era precisamente que arrojaban sangre por la boca, por las llagas y orificios del cuerpo, y la gente, en un momento de desesperación, en un acto de fe, al buscar ayuda de alguien superior, es cuando buscan fortalecer la devoción a los cristos.

Es muy posible que bajo esta lógica, en Cuautepec, se haya fortalecido la devoción al Señor de Cuautepec, que también lleva el nombre de la Preciosa Sangre de Cristo, sin embargo, la devoción no es hacia el cristo como tal, sino a la sangre que cubre la imagen», indica la antropóloga.

Existe evidencia de que en los pueblos sacaban a los cristos a recorrer las calles en medio de la epidemia, dándole la advocación de la Preciosa Sangre a cristos sangrantes como el Señor de la Caña y el Señor de la Columna, incluso, el fraile José Francisco Valdés, religioso de la Provincia de San Diego, escribió una novena a la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, a la que hace referencia de esta epidemia con la Jaculatoria: «Danos, Señor Buena muerte, y líbranos de la peste».

LA FIESTA DEL CUARTO VIERNES AL SEÑOR DE CUAUTEPEC

Procesión del Cuarto Viernes con la imagen peregrina 2021

Existen dos fiestas al Señor de la Preciosa Sangre, la del 1 de julio en honor a la Preciosa Sangre de Cristo y la del Cuarto Viernes de Cuaresma, considerada la más importante, en honor a la misma imagen, pero llamado el Señor de Cuautepec.

Esta fiesta era organizada a través de un mayordomo y el fiscal, que eran adoctrinados por los misioneros para que realizaran actos piadosos como rezar el Santo Rosario y otras oraciones, ser los encargados de la iglesia y llevar el registro de los bautizos, fallecimientos y si era necesario, en artículo de muerte, bautizaba el fiscal.

Con el paso del tiempo, la organización pasó a un patronato que lo conformaban tres o cuatro familias del pueblo, se pedía la cooperación para el pago de la música, compra de cohetes, alimentos, el arreglo de la portada y flores para adornar el templo, mientras que otras familias ayudaban con su trabajo o una cooperación especial.

Como parte de esta aportación, estaba la «promesa», que era una especie de manda que consistía en que los trabajadores de la cantera se proponían durante el año juntar el dinero de la venta de la piedra y comprar lo necesario para la iglesia. Cabe señalar que la cantera era la principal actividad económica que sostenía a la región.

Músicos en la fiesta del Cuarto Viernes 2021

«El Señor de Cuautepec fue una de las dos únicas imágenes religiosas de Cuautepec que tuvieron hermandades que protegieron la devoción, que hacían colectas y recibían herencias por milagros obtenidos de esta imagen religiosa.

Eso hizo que se realzara la devoción al cristo. Hasta antes de 1940, cuando todavía no estaba tan urbanizado Cuautepec, las fiestas era muy tradicionales. Las mayordomías terminaron a principio del siglo XX, además era una sola familia la que se encargaba de las fiestas, por lo que no había participación de otras familias, y con el tiempo fueron desapareciendo.

Para 1950, las fiestas fueron pasando por distintas manos, incluso llegó un sacerdote que tomó las fiestas a su cargo y se perdió la dinámica y la participación del pueblo. En 1980, un grupo de nativos se hicieron cargo de la fiesta, en la que también participan los comerciantes del lugar», aclara Alma Zenón.

Una de las funciones importantes durante la fiesta del Cuarto Viernes de Cuaresma en Cuautepec, es la misa de los nativos del pueblo, que como se mencionó anteriormente, llegaron a la par de la aparición del Señor de Cuautepec.

La gente mayor cuenta que durante la fiesta del Cuarto Viernes, la imagen del Señor de Cuautepec salía a recorrer las calles de lo que era el casco de Cuautepec, pero hubo una época en que no dejaron salir al titular y un cristo peregrino ocupó su lugar durante las procesiones, fue hasta el año 2006 que la imagen original volvió a salir en procesión por el pueblo.

Imagen peregrina del Señor de Cuautepec

«Como parte de la tradición, el cristo es velado una noche previa a su fiesta, lo llevan a visitar a una familia que son los encargados de velar al cristo toda la noche, reparten comida, café y hacen oración y a las 4:00 de la mañana llegan los encargados a recoger al cristo, lo llevan en procesión a las puertas de la iglesia, el Padre sale a recibir a la familia que veló la imagen, llegan los mariachis, le cantan las mañanitas y además tocan una canción que no puede faltar en las fiestas del Cuarto Viernes, que es el vals «Sobre las Olas» de Juventino Rosas, tema que mueve las emociones de la gente, pues una de las historias que cuentan los pobladores es la presencia de Juventino Rosas viviendo un tiempo en Cuautepec a finales del siglo XIX con la familia Carvajal, y se supone que en ese tiempo en que vivió en Cuautepec, fue cuando compuso el vals Sobre las Olas y forma parte de la memoria de Cuautepec», describe Zenón Herrera.

La antropóloga, que realizó un estudio profundo sobre la historia de Cuautepec como pueblo originario y devota del Señor de Cuautepec, señala que la aparición de una imagen religiosa no solamente tiene que ver con un asunto religioso o de fe, sino también tiene que ver con un asunto de sacralización de la tierra, pues en cada episodio de disputa de la tierra, el Señor de Cuautepec parecía cobrar relevancia:

«Cuentan que en la época de la Revolución, un grupo de guerrilleros tuvieron un conflicto con habitantes de Cuautepec. Uno de ellos huye del pueblo, va a buscar a sus aliados y regresan a vengarse, sin embargo dicen que se aparece un viejito que los logra convencer de que no invadan Cuautepec y los revolucionarios deciden retirarse. Se dice que ese viejito en realidad era el Señor de Cuautepec quien protegió a su pueblo.

En momentos de vulnerabilidad, el Cristo ha acompañado a los habitantes de Cuautepec de manera muy importante, por eso el amor y el cariño de la gente al Señor de Cuautepec», destaca.

LA SIERRA DE GUADALUPE COMO ESPACIO SAGRADO

Señor de la Preciosa Sangre venerado en Xocoyahualco/Foto: Fernando Valencia

De acuerdo con la antropóloga Alma Zenón Herrera, la Sierra de Guadalupe es una especie de circuito sagrado que tiene relación con la veneración de los Cristos durante la temporada de Cuaresma, pues en la época prehispánica, varios cerros de la Sierra de Guadalupe fueron importantes adoratorios en honor a diferentes deidades, particularmente a Tláloc y a los tlaloques.

«En palabras de Fray Bernardino de Sahagún, en el cerro de Cuauhtepetl, que es el cerro más alto de la Sierra de Guadalupe y que es el fondo más pegado a Coacalco, había sacrificios humanos, sobre todo de niños pequeños… una de las estrategias de los franciscanos, fue imponer cristos, porque para los religiosos era muy fuerte pensar en los sacrificios humanos, entonces lo que hicieron fue sustituir esa sangre de rituales mexicas por cristos sangrantes», comenta la antropóloga.

En una plática virtual, el Cronista Municipal de Tlalnepantla, Rafael Garduño Garduño, explica que las fiestas de los Viernes de Cuaresma en la región de la Sierra de Guadalupe, surgen de la idea de los religiosos de crear una teatralización para que los naturales pudieran entender los ritos católicos y erradicar las costumbres ancestrales de esas tierras.

Para evangelizar la zona durante la cuaresma, los misioneros dividieron sus actividades en cinco Viernes que posteriormente se convirtieron en las fiestas de los pueblos. La fiesta del Primer Viernes corresponde al pueblo de Santiago Atzacoalcos, el Segundo Viernes se pudo haber celebrado en Santa Isabel Tola o San Pedro Zacatenco, el Tercer Viernes se celebraba en San Bartolo Tenayuca, el Cuarto Viernes en Cuautepec y el Quinto Viernes en San Juan Ixhuatepec.

Mural dedicado al Señor de Cuautepec

«Precisamente el primer cerro donde se realizaba la fiesta del Primer Viernes, en Santiago Atzacoalcos, era un lugar de sacrificios en honor a los tlaloques, igual que Cuautepec. La segunda fiesta tenía que ver con los cerros sagrados de Tola o Zacatenco, el Tercer Viernes con el cerro del Tenayo, el Cuarto Viernes con el cerro Cuauhtepetl y el Quinto Viernes con el cerro Ixhualtepetl.

Entonces, esa misma ritualidad se realiza bajo una lógica de la Iglesia Católica, generando un circuito socio religioso entre los pueblos de la sierra de Guadalupe en honor a cristos, que además, no son los santos patrones, cada pueblo tiene su santo patrón, pero además una devoción especial a estos cristos», subraya Alma Zenón.

Todos estos pueblos de origen prehispánico se organizaban para participar en todas las fiestas de los cinco Viernes de Cuaresma de la Sierra de Guadalupe, pues aunque las fiestas patronales de cada pueblo son importantes, las fiestas de cuaresma se consideran «la fiesta de los nativos, de los oriundos de cada pueblo, que en el caso de Cuautepec, se identifican con su cristo, el Señor de Cuautepec», finaliza Alma Zenón Herrera.

Retablo de la Inmaculada Concepción en la Parroquia del Señor de la Preciosa Sangre

Agradecimiento: Lic. Alma Fabiola Zenón Herrera, Antropóloga Social de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, ENAH.

Colaboración de: Lic. Humberto Raí Ramírez Jiménez, Cronista Comunitario y R.P.

Con información de:

Profesora Sofía Viveros Ortega, originaria del pueblo de Cuautepec, Profesora Jubilada; participó en la elaboración de los libros: «Cuautepec: Memorias de ayer y hoy», Remembranza de Cuautepec».

Rafael Garduño Garduño, Cronista Municipal de Tlalnepantla.

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