Por: Diego Rodarte
Una comunidad que lucha por mantener viva su identidad como pueblo originario y que se resiste al paso de la urbanización, la modernidad y a la ambición de las empresas así como a las ideologías que se contraponen a los usos y costumbres que han prevalecido por muchos años gracias a la fe y al amor que demuestran a su Santo Patrón, San Sebastián Mártir, se trata del pueblo de Xoco, en la alcaldía de Coyoacán.
Xoco es un pueblo originario de la Ciudad de México con un pasado prehispánico, pues ahí se asentó una aldea Teotihuacana y dependía directamente de Teotihuacán. Dicha aldea resistió tras la caída de Teotuihuacán, hasta formar parte de los señoríos que rendían tributo a los Aztecas y en la época novohispana a Hernán Cortés. Una vez que Coyoacán se constituye como la alcaldía mayor de la Nueva España, Xoco queda enmarcado dentro de su territorio.
Su nombre deriva de la palabra náhuatl Xocotitlán que significa Lugar de frutos agrios, porque en lo que ahora es Río Churubusco, la tierra era fértil para poder dar todo tipo de frutos agrios, por lo que ahí se asentó la Hacienda de Xoco que proveía a la Ciudad de México y vendía sus frutos secos en San Ángel. En el periodo post revolucionario, la hacienda pasó a manos del General Juan Andreu Almazán, un personaje muy querido por el pueblo de Xoco, que en varias ocasiones ayudó a la comunidad.
El templo data de 1663 y aún conserva sus paredes de adobe y piedra a pesar de las modificaciones a la que fue sometido con el paso del tiempo y fue restaurado gracias a Juan Andreu Almazán. En dicha restauración, los antiguos campanarios fueron cubiertos con tabique rojo, por lo que el templo todavía conserva su estructura original.
El pueblo de Xoco celebra dos fiestas importantes, el Santo Jubileo en el mes de abril y la del 20 de enero en honor de San Sebastián Mártir, quien desde tiempo inmemorial cobija a las familias originarias de Xoco que le tienen especial devoción gracias a milagros particulares que ha concedido a quienes lo invocan.
No existe una historia oficial documentada sobre la llegada de San Sebastián a Xoco, sin embargo hay anécdotas que suponen el origen de la imagen pero que carecen de sustento. Una de estas anécdotas refiere que en los tiempos en que fuertes epidemias azotaron a la Nueva España se mandaron hacer varias imágenes de San Sebastián por ser considerado protector contra las pestes, tres de ellas fueron enviadas a los pueblos de Axotla, Chimalistac y Xoco, que fueron puestos bajo su patrocinio.
Otra historia cuenta que entre los pueblos de Axotla y Xoco fue encontrada una imagen de San Sebastián y ambas comunidades se disputaban la propiedad de la escultura, al grado que los pobladores de Xoco se llevaban la imagen a su iglesia y la gente de Axotla lo regresaba a la suya, lo que generó conflictos que terminaban en ofensas y golpes.
Cierto día, los pobladores de Xoco se encerraron con la imagen en la iglesia y montaron una guardia para que la gente de Axotla no se llevara la imagen, pero para sorpresa de todos, la imagen de San Sebastián apareció en el altar de la iglesia de Axotla, por lo que ambas comunidades entendieron que era voluntad de San Sebastián quedarse en ese lugar, así que los pobladores mandaron hacer su propia imagen, misma que veneran desde entonces.
Aunque ninguna de estas versiones ha sido confirmada por los adultos mayores de Xoco, lo cierto es que el cariño que sienten por San Sebastián está presente en todo momento, y la alegría de su fiesta patronal hace que olviden sus problemas como comunidad y las diferencias que pudiera haber entre vecinos.

La fiesta de San Sebastián se celebra el 20 de enero, pero como ya es costumbre en los pueblos de Coyoacán, esta se traslada al domingo siguiente a la fecha establecida en el santoral, dando inicio los festejos con el novenario de preparación y en las vísperas del domingo se levantan las portadas enfloradas en las entradas del templo, se realiza un recorrido con la banda de música para recoger las ceras y la vestimenta de San Sebastián que consiste en un cendal y una banda que cubren la imagen del santo.
El domingo, la fiesta inicia con las tradicionales mañanitas y poco después de las 11:00 de la mañana inicia el recorrido con la imagen de San Sebastián por las antiguas calles y callejones de Xoco, acompañado de los estandartes y los santos patrones de los pueblos y barrios vecinos como Niño Jesús, el Señor de los Milagros de la colonia Ajusco, San Lorenzo, San Simón Ticumán, Santa María Tepetlalzingo, y las imágenes peregrinas de Santiago Apóstol, San Miguel Arcángel y el Señor de las Misericordias veneradas en los pueblos de la Candelaria y los Reyes respectivamente.
Durante el recorrido, el anda enflorada que transporta a San Sebastián hace diferentes paradas para que sus fieles puedan acercarse a venerarlo y comparten desde un vaso de agua, hasta un taco, pulque o un tequilita «a salud» del Santo Patrón. Al llegar a la iglesia es recibido con un tapete de aserrín y una salva de cohetes que anuncia su llegada, así como el repicar de las campanas que anuncia el inicio de la Santa Misa, momento central de la fiesta.
La feria, la presentación de eventos deportivos y la quema del castillo forman parte del folclor de esta celebración que persiste a pesar de las quejas de vecinos que no son originarios de Xoco y que desconocen las costumbres de este pueblo originario. Aún así, las nuevas generaciones se siguen acercando para ser participes de las fiestas, tal es el caso de los niños que cargan en andas una pequeña imagen peregrina de San Sebastián y de jóvenes que integran la mayordomía encargada de organizar la fiesta.
Para conformar la mayordomía, el lunes posterior al Santo Jubileo se reúne un Cabildo. Ese día, las personas que quieran donar algo para algunas de las fiestas se anotan en una libreta, una para la fiesta de San Sebastián y otra para el Santo Jubileo, y si hay un nuevo grupo que quiera tomar la mayordomía, se aprovecha la ocasión para pedir el cargo, entonces, las personas que integran el Cabildo, originarios del pueblo de Xoco y que habitan en la actualidad, votan para decidir si se forma una nueva mayordomía o se queda la mayordomía actual.
Si se decide cambiar la mayordomía, a los ocho días del Cabildo se hace la entrega del cargo y comienza el trabajo en la iglesia para preparar las diferentes festividades de la comunidad, tales como la visita del Señor de las Misericordias de los Reyes, la peregrinación a la Basílica de Guadalupe que se realiza desde 1910, así como acompañar al Señor de las Misericordias en la fiesta del recibimiento, el Día de Muertos, entre otras actividades.
En esta mayordomía no existe una jerarquía pese a tener diferentes responsabilidades, todos tienen el mismo respeto como mayordomos y todos tienen derecho a votar y a opinar sobre las decisiones en torno a las fiestas y su comunidad.
Más allá del folclor y el sentimentalismo hacia un pueblo que resiste a la modernidad, el pueblo de Xoco vive preocupado y a la expectativa de lo que pueda ocurrir con los grandes consorcios que han ocupado parte del territorio del pueblo, y que incluso llegó a afectar el templo de San Sebastián Mártir, por lo que el impacto negativo y las mencionadas «nuevas ideologías» que se oponen a la celebración de las fiestas patronales por la quema de pirotecnia y los cierres de calles, son factores que inquietan a los habitantes que ven en San Sebastián y sus festividades el reflejo de su identidad y la devoción que se ha mantenido por generaciones y que seguirá viva a pesar de las transformaciones, pues la fe siempre prevalecerá por encima de la ambición y la vanidad del ser humano.
¿QUIÉN FUE SAN SEBASTIÁN?
San Sebastián fue un soldado íntegro que murió mártir por su fe cristiana hacia el año 304, en tiempos del emperador Dioclesiano. Se preocupaba por sus hermanos, los pobres y los encarcelados a quienes les llevaba la eucaristía. Fue condenado a morir bajo una lluvia de flechas, pero sobrevivió y fue auxiliado por sus amigos, quienes lo llevaron a casa de una piadosa cristiana llamada Irene. Al recuperarse, San Sebastián se presentó ante el emperador Maximiano, quien al verlo con vida, ordenó que fuera azotado hasta la muerte. Su imagen es una de las más reproducidas en el arte después de la de Jesucristo; se le conoce como el «Apolo Cristiano» y se le invoca contra las pestes y como protector de los militares.
Con información de: Emiliano Pérez