Por: Diego Rodarte
El pueblo fiel de Ixtapalapa celebró un aniversario más del milagro en que el Señor de la Cuevita salvó a la población de la epidemia de cólera morbus que cobró la vida de cientos de personas en septiembre de 1833.
Los días 21, 22 y 23 de septiembre, el medio pueblo de Axomulco se hizo presente con las tradicionales portadas enfloradas que se colocan en el interior y exterior del santuario, así como las tradicionales alfombras que colocan en el atrio.
Por su parte, el 28, 29 y 30 de septiembre, el medio pueblo de Atlalilco se dió cita para enflorar las portadas y las alfombras correspondientes, pues con ellas recuerdan que los abuelos y los niños sobrevivientes de la epidemia, a quienes llamaron «solteros», adornaron la ermita del Señor de la Cuevita, implorando su ayuda para que cesaran las muertes a consecuencia del cólera, milagro que se obtuvo después de tres días de oración ante la imagen del Señor que en aquel entonces permanecía en la cuevita en la que decidió quedarse en 1723.
Es en recuerdo de aquellos tres días que los medios pueblos de Axomulco y Atlalilco celebran por tres días al Señor de la Cuevita, el primero enflorando y arreglando su santuario, el segundo con la Misa de Función en la que las diferentes sociedades y mayordomías se hacen presentes con sus demanditas y ceras abundantes, y el tercer día cierran las festividades con el rezo del Santo Rosario y una procesión con el Santísimo en el atrio del Santuario.
Para la procesión se levantan cuatro capillas pozas que albergan las imágenes peregrinas de los 8 barrios de Ixtapalapa: San Pedro, San Pablo Ermitaño, La Asunción, San José, San Lucas, San Miguel, San Ignacio y Santa Bárbara, así como las Sociedades del Divino Salvador, el Gallo Guadalupano y el Señor de Jerusalén.
Durante la procesión, mayordomos salientes y mayordomos entrantes acompañan con ceras al Santísimo Sacramento, quien descansa en cada una de las capillas pozas en las que se reza un misterio del Santo Rosario.
Al paso de Cristo vivo en la Eucaristía se arrojan pétalos de rosas y se entonan alabanzas a Cristo Rey. La procesión termina con la bendición con el Santísimo en el altar mayor y se llevan a cabo los cambios de mayordomía correspondientes a los pies del Señor de la Cuevita.
Es así como los Ixtapalapenses refrendan la promesa de sus antepasados de recordar los dos últimos fines de semana de septiembre el milagro concedido a un pueblo que supo confiar en la misericordia de Cristo, que reina a las faldas del Cerro de la Estrella como fiel guardian y protector de su pueblo.