El Señor de la Cuevita

«Señor de la Cuevita, postrada está mi alma pidiendo tu perdón… aquí tienes mi vida, recíbela en tu amor».

Por: Diego Rodarte

Cuentan que en el año de 1723, un grupo de personas provenientes de Villa Etla, Oaxaca, traían una imagen de Cristo Yacente, al que llamaban El Santo Sepulcro del Señor de la Salud, porque había curado a una niña ciega en 1712. Los viajeros llevaban la imagen a la Ciudad de México, al barrio de la Lagunilla para ponerla en manos de un artesano experto en la técnica de pasta de caña ya que el Cristo estaba muy deteriorado.

Después de caminar varios días y pasar la noche a campo abierto, la noche del 2 de mayo, los cansados caminantes decidieron pernoctar a las faldas del Cerro de la Estrella, en las afueras del pueblo de San Lucas Ixtapalapa. Unos cuentan  que una tormenta les impidió seguir su camino, otros que se refugiaron en una cueva del cerro, lo cierto es que la mañana del 3 de mayo, la imagen había desaparecido.

Los responsables de la imagen la buscaron por todo el pueblo y en su desesperación entraron en la parroquia de San Lucas y al ver una imagen del Santo Entierro argumentaron que se la llevarían si no se les devolvía la suya.

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Mientras tanto, una mujer que sembraba en las faldas del Cerro de la Estrella, junto con sus hijos, entró a una cueva en la que guardaba sus herramientas y al adentrase un poco más, creyeron ver a un hombre muerto, por lo que dieron aviso a los señores de Ixtapalapa, quienes al ver que se trataba del Cristo, dieron aviso a los viajeros de Etla.

Cuando entraron a la cueva y vieron la imagen intentaron levantarla pero esta pesaba como una roca y no hubo poder humano que pudiera moverla. Al recordar que la cueva fue un antiguo adoratorio al dios Tláloc, llamaron al párroco de San Lucas para pedirle que hiciera un exorcismo en la cueva. El sacerdote pidió una antorcha y entró a la cueva para ver de que se trataba, y después de un rato salió para preguntar a dónde la llevaban, a lo que los viajeros respondieron que lo llevaban a restaurar a la Ciudad de México.

El párroco pidió a los viajeros que lo acompañaran dentro de la cueva y vieron con asombro que la imagen se había restaurado milagrosamente. Ante este hecho, los señores de Etla decidieron dejar al Señor en aquel lugar y los pobladores de Ixtapalapa se sintieron honrados con la visita del Señor a quien le levantaron una ermita en la cueva y lo llamaron cariñosamente el Señor de la Cuevita.

Con el paso del tiempo, se fueron formando cofradías, hermandades y mayordomías en torno a la devoción al Señor de la Cuevita, quien comenzó a obrar grandes milagros a los pobladores de Ixtapalapa, el más grande y más recordado aquel que ocurrió en 1833, cuando los habitantes de Ixtapalapa, agobiados por la epidemia de cólera, clamaron al Señor de la Cuevita que los salvara de la mortal enfermedad que fue erradicada milagrosamente.

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En el lugar del milagro se levanta el Santuario del Señor del Santo Sepulcro, una construcción de estilo neoclásico en cuyo altar principal se conserva en una urna la imagen del Señor de la Cuevita y en sus muros se observan pinturas al óleo con pasajes de la vida, pasión y muerte de Cristo. Justo detrás del altar mayor se encuentra la cueva en la que apareció la sagrada imagen, en cuya cavidad se encuentra la imagen del Santo Entierro y una placa que conmemora la fecha de la aparición.

Fuente: Sociedad Tres de Mayo del Señor de la Cuevita

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