Por: Diego Rodarte
Eran las 7:00 de la noche del 25 de agosto de 1948, cuando se formó una culebra de agua sobre el cielo de San Mateo Tepopula. Una fuerte tormenta se desató sobre la comunidad y a las siete horas con ocho minutos, un rayo entró por la cúpula de la iglesia que resguardaba la centenaria imagen del Santo Entierro conocido como El Señor de Tepopula.
El rayo cayó sobre la urna que cubría al Cristo de madera que de inmediato comenzó a incendiarse. Ante este siniestro, los encargados de la iglesia comenzaron a repicar las campanas con desesperación para convocar al pueblo y rescatar la sagrada imagen, pero todos los esfuerzos fueron en vano.
Al día siguiente, 26 de agosto, una vez extinto el fuego, los fieles vieron con tristeza que el Santo Entierro se había quemado por completo, solo su rostro se mantuvo intacto milagrosamente, y colocando los restos en un palio blanco, sobre una charola, lo velaron durante nueve días y nueve noches entre alabanzas y rezos. Pasado el novenario, el párroco de Tenango del Aire llevó los restos a la iglesia de San Juan Bautista para ponerlos bajo resguardo.
Este incendio marcó la historia del pueblo en un antes y un después, tal y como sucedió cuando llegó la sagrada imagen al antiguo pueblo de Tepopollan en 1526, durante el periodo de evangelización de aquellas tierras, realizado por Fray Juan de Rivas, primer misionero en llegar a Tepopollan.

«Existen muchas versiones en el pueblo… contaban los abuelos que el Señor de Tepopula se había aparecido en una casa… antes en las casas había unas mesas y abajo ponían mazorca o echaban a las guajolotas… dicen que un día se escuchaba ruido debajo de la mesa, y lo señores de la casa al revisar, descubrieron que ahí estaba el Santo Entierro, pero que había surgido del maíz, del maíz azul, del maíz negro… esa es una de las versiones», comenta Amado Martínez, quien se ha dedicado a indagar sobre la historia del Señor de Tepopula y forma parte de la Organización Autónoma del Rescate Histórico del Señor de Tepopula.
La versión oficial que se maneja y está sustentada por un documento de la época, es que el Señor de Tepopula apareció en el cerro de Xaltepeque, un año antes de la aparición del Señor de Sacramonte en Amecameca:
«Se oía hablar que cuando lo cambiaban encontraban en las sábanas arenilla del cerro de Xaltepeque, entonces se decía que él provenía del cerro de Xaltepeque, que es el cerro más elevado en la parte norte del pueblo… haciendo la investigación a fondo, con una familia encontramos un documento que narra que en el año de 1526 es hallado el Santo Entierro en el cerro de Xaltepeque, es bajado y llevado en andas a la plaza del pueblo», explica Amado Martínez.
La imagen fue resguardada en un chinancal, es decir, una pequeña casa en la que comenzó a recibir la veneración de los fieles que acudían a Él para pedir por sus necesidades, las cuales el Santo Entierro despachaba de tal modo que comenzó a conocerse como un Cristo milagroso y fue hacia 1540 cuando se construyó la iglesia en la que se albergó la sagrada imagen hasta el día del incendio.
A lo largo de su historia, la antigua imagen del Señor de Tepopula acompañó a su pueblo en sus momentos de pesar y en sus mayores alegrías, incluso llegó a visitar otras comunidades, principalmente en Semana Santa para los oficios propios del Viernes Santo.
Durante la Revolución Mexicana, los carrancistas y zapatistas profanaron los templos usándolos como caballerizas, destruyendo las imágenes religiosas, razón por la que el Señor de Tepopula tuvo que ser bajado de su altar por los ancianos del pueblo y llevado en procesión a una cueva cerca del puente camino a Chaltepeque, para esconderlo y protegerlo así de dichas profanaciones. En Agosto de 1913, la sagrada imagen es llevada al pueblo de Tenango Tepopula, para esconderlo en la llamada Casa el Taller, dentro de un horno de pan, cubierto con adobe y lodo para resguárdalo.

En 1927, el entonces Obispo de Veracruz, San Rafael Guizar y Valencia, visitó el pueblo de San Mateo Tepopula y a los pies del Santo Entierro, firmó un catecismo que él mismo había editado y en el que dejó el recuerdo de su paso por Tepopula.
En 1948, año del incendio, el señor Marcos Vallejo, originario de Juchitepec, fungía como mayordomo del Señor de Tepopula, por lo que después del siniestro que consumió la imagen original, pidió apoyo a los pobladores para hacer una nueva imagen del Santo Entierro. Fue así como el pueblo se organizó para pedir cooperación a los pueblos vecinos y se mandó hacer la imagen que actualmente se venera en la iglesia del Señor de Tepopula y en su interior fueron colocados los restos quemados del Santo Entierro, que se conservan en el pecho de la escultura.
«El milagro más grande que se le adjudica es que él se renovó solito, porque cuando lo trajeron el pueblo quedó descontento, porque no era como el que tenían: moreno. Entonces solito se fue renovando… era igual pero el tono del rostro no era el que conocía la población. Contaba mi abuela que convocaron al pueblo para recibirlo y cuando lo vieron, el pueblo quedó inconforme porque ya no era como el que tenían, pero el solito se fue renovando, por eso se le conoce como el Santo Entierro Renovado de Tepopula», cuenta Amado.
Desde entonces, cada 26 de agosto, los fieles de San Mateo Tepopula recuerdan la caída del rayo que destruyó la primitiva imagen, de la que se dice, tenía parecido con el Señor de Sacromonte de Amecameca y era considerada una de las imágenes más antiguas de América, por ser anterior a otras imágenes como el Señor de Sacromonte, el Señor del Calvario de Culhuacán y el Señor de Chalma.
La fiesta principal del Señor de Tepopula se celebra el Miércoles de Ceniza, con una procesión por las calles del pueblo y la velación de la sagrada imagen, que con devoción y respeto es sacada de su urna para colocarla en un anda y recibir la veneración de los fieles; a sus costados, los mayordomos sostienen gruesos cirios para velar al Señor entre cantos y alabanzas o un silencio solemne.
La tarde del 25 de agosto, las campanas tocan a rogativa, para recordar la caída del rayo, y el día 26 la presencia de concheros o danzas rituales, se hacen presentes en el atrio del templo y es con la celebración de la Santa Misa como culmina la conmemoración por el aniversario luctuoso de la antigua imagen, y la celebración por la renovación de la nueva escultura, pues queda claro que es Cristo quien reina en el corazón de los fieles de Tepopula.
Con información de: Lalo Garrido, Organización Autónoma del Rescate Histórico del Señor de Tepopula.