El Señor de Sacromonte

«Padre mío del Sacromonte, haz que cuando yo muera mi alma al cielo se remonte…»

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Por: Diego Rodarte

A las faldas del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl se encuentra el poblado de Amecameca, un lugar en cuyo centro se levanta un cerro que durante la época prehispánica era conocido como el Amemeque y era considerado un lugar sagrado por los pobladores que se reunían ahí para celebrar una serie de rituales en honor a la diosa del agua Chalchiuhtlicue a la que traían ofrendas para asegurar las lluvias que les darían buenas cosechas.

En la actualidad, en la cima de este cerro se levanta un santuario que cada Miércoles de Ceniza recibe a cientos de peregrinos provenientes de poblados cercanos al Estado de México para venerar al Señor de Sacromonte, un Cristo elaborado con pasta de caña que representa el Santo Entierro y que se venera en una cueva al interior de la capilla.

Cuenta la tradición que alrededor de 1527, unos arrieros que trasladaban un cargamento de imágenes religiosas hacia los pueblos del sur del Estado de México, al pasar por el Amemeque una tarde noche, decidieron quedarse a descansar en ese lugar. Al día siguiente, se dieron cuenta que habían perdido una mula que cargaba una caja que contenía la imagen de un Cristo; los arrieros buscaron a la mula encontrándola echada en una cueva en la cima del monte.

Cuando intentaron llevársela, la imagen del Cristo se puso muy pesada y no la pudieron mover. Los habitantes de Amecameca interpretaron esto como una señal de que era voluntad del Señor quedarse en ese lugar, por lo que se construyó una capilla para honrar al Cristo bajo el nombre del Señor de Sacromonte o Señor del Monte Sagrado.

La imagen del Cristo de Sacromonte es de tamaño natural y pesa menos de tres kilos. Durante sus primeros años la cueva fue el único lugar que sirvió al Señor de ermita y estuvo expuesto a la humedad y los cambios de temperatura del lugar sin ninguna protección, por lo que, en una relación escrita en 1870 sobre la historia de la imagen, se considera que su conservación es casi milagrosa, pues las sábanas que cubrían la imagen caían hechas pedazos a consecuencia de la humedad mientras que la escultura de pasta de caña se mantenía intacta, solamente se le había oscurecido el rostro a consecuencia del humo de las velas y del incienso que lo fueron opacando.

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En 1835, el cura José Guillermo Sánchez de la Barquera fue el encargado de levantar el santuario de estilo neoclásico al que los peregrinos subían con respeto.

Desde aquellos años, el Señor de Sacromonte ya recibía grandes muestras de veneración y según se cuenta, en los tres días de carnaval se reunían peregrinos provenientes de distintos puntos junto con numerosos grupos de danzantes. Algunos fieles subían al santuario de rodillas entregados a las más duras penitencias para pedir perdón o suplicar la ayuda del Señor, además de acercarse al sacramento de la confesión.

La tarde del Miércoles de Ceniza, el Señor de Sacromonte era bajado en procesión de su santuario para recorrer las calles del pueblo, acompañado por cientos de personas provenientes de más de cien pueblos que iluminaban el camino con cirios y velas, mientras la procesión era amenizada con música de viento hasta llegar a la Parroquia de la Asunción donde era colocado toda la cuaresma.

Esta tradición se sigue conservando hasta nuestros días, pues cada Miércoles de Ceniza se siguen dando cita un gran número de peregrinos que visitan el santuario y se aprecian nutridos grupos de danzantes que ofrecen su baile ritual, mientras que en la subida al santuario, sacerdotes y seminaristas imponen ceniza a los feligreses para dar inicio a la cuaresma que es el periodo de preparación para la Semana Santa y la Pascua de Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

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En la calzada al pie del santuario se coloca una gran feria en la que se ofrecen productos propios de la cuaresma como platillos típicos hechos a base de pescado, además de pan de la región entre otros productos artesanales.

El Santuario del Señor de Sacromonte sufrió severos daños durante el sismo del 19 de septiembre de 2017, perdiendo parte del esplendor que lo caracterizaba, sin embargo, la fe del pueblo en el Santo Señor fue más grande que la tragedia y con el apoyo de autoridades civiles, comenzaron los trabajos de reconstrucción del templo a fin de que los festejos en honor a esta sagrada imagen puedan continuar sin interrupciones.

Cabe señalar que el Santuario del Señor de Sacromonte es considerado uno de los más importantes del centro de México junto con el Santuario del Señor de Chama, la Basílica de Guadalupe y la Basílica de los Remedios.

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