Por: Diego Rodarte
El pueblo de Sahuayo de Morelos, en el estado de Michoacán, se vistió de fiesta para celebrar la vida y el martirio del santo mexicano más joven, San José Sánchez del Río, que a sus 14 años de edad, nació para la eternidad el 10 de febrero de 1928 después de ser procesado y ejecutado por autoridades federales durante la persecución religiosa que se desató en México de 1926 a 1929.
Las celebraciones iniciaron desde el viernes 9 de febrero con la tradicional «Molienda» en la Calzada de los Mártires, en la que vecinos de este lugar recordaron a los 27 mártires cristeros ejecutados el 21 de marzo de 1927, colocando figuras que simulaban a los ahorcados por los federales, entre ellos un anciano y un menor de edad.
Después de la misa en la que estuvieron presentes los restos reliquia de San «Joselito», los visitantes escucharon algunas anécdotas de aquellos fatídicos años contadas por familiares de quienes fueron testigos de los suceso que marcaron la historia de la fe católica en México, al mismo tiempo que las familias ofrecían antojitos como «carnitas» a las decenas de personas que observaban los altares levantados en honor al Niño Mártir canonizado por el Papa Francisco el 16 de octubre de 2016.
El sábado 10 de febrero, a las 6:00 de la mañana, iniciaron las tradicionales mañanitas con mariachi y comenzó el arribo de peregrinos provenientes de Chihuahua, Jalisco, Michoacán, el Estado de México y la Ciudad de México. A las 10:30 de la mañana, partió de la Calzada de los Mártires la peregrinación de la Vanguardia de los Vasallos de Cristo Rey, quienes recorrieron las calles de Sahuayo ataviados con la vestimenta que utilizaron los cristeros, portando estandartes con la imagen de Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe, a quienes gritaron «vivas» tal y como lo hiciera San José Sánchez del Río durante su martirio.
Una vez entrada la noche, partieron nuevamente dos contingentes, uno del cerro de Cristo Rey y otro más de la Calzada de los Mártires, ambos en dirección al Panteón Municipal, lugar donde «Joselito» fue ejecutado y sepultado por sus verdugos. Al llegar a la casa donde nació el Niño Mártir, ubicada en la calle Tepeyac, ambas procesiones se encontraron para recibir los restos reliquia del «pequeño cristero» y continuar el recorrido por las calles que 90 años antes, José Sánchez del Río recorriera con los pies ensangrentados después de la tortura a la que fue sometido.
Pasadas las 9:00 de la noche, la urna con las reliquias llegó al panteón y fue colocada en el altar dedicado a San José Sánchez del Río, justo en el lugar donde recibió el tiro de gracia, para ser veneradas por los fieles y trasladarlas de regreso a la Parroquia de Santiago Apóstol en medio de vivas, cantos y oraciones, para finalizar con las quema de 90 bombas de luces en recuerdo del 90 aniversario del martirio de San José Sánchez del Río.
El domingo 11 de febrero continuaron los festejos en la explanada donde se construye el que será el santuario dedicado al joven mártir y se realizó una kermes para recaudar fondos para la construcción del templo. Después de medio día, un grupo de jinetes provenientes de Cotija, Michoacán, (lugar donde Joselito estuvo preso antes de ser trasladado a Sahuayo), acompañados por jinetes de Jiquilpan, arribaron en una peregrinación a caballo a la explanada del santuario y participar en la Eucaristía en honor al Niño Mártir de Sahuayo.
A esta celebración se unió la Primera Caminata de Devotos de Joselito, proveniente de Briseñas Michoacán, quienes recorrieron cerca de 31 kilómetros para honrar a San José Sánchez del Río.
Cabe señalar que esta tradición surgió a raíz de la beatificación de José Sánchez del Río, junto con otros 12 mártires mexicanos, el 20 de noviembre de 2005. Antes de esa fecha, la «Molienda» de la Calzada de los Mártires se limitaba a una pequeña convivencia en un rincón de ese pequeño barrio, pero con la beatificación y la reciente canonización de Joselito, fue cobrando fuerza y ha ido creciendo junto con la devoción a este santo mexicano que se ha ganado el cariño de la gente y la admiración de niños y jóvenes, quienes entusiasmados visitan sus reliquias en la Parroquia de Santiago Apóstol y comparten su historia, convirtiéndolo en un verdadero testimonio de fe, orgullo de los sahuayenses.