«Acepta nuestro corazón humillado y arrepentido como bálsamo de amor y consuelo…»
Por: Diego Rodarte
Al pie de la Sierra Madre, sobre la falda del cerro del Fortín, se levanta la ciudad de Oaxaca, un pueblo que vive en resistencia por mantener viva su identidad, sus lenguas, costumbres, tradiciones, y que en el mes de diciembre vuelve sus ojos hacia su Santa Patrona, la Virgen de la Soledad, quién desde hace más de 400 años custodia y protege a sus hijos oaxaqueños que acuden a ella en sus momentos de aflicción y es motivo de grandes celebraciones que ponen de manifiesto la fe y la riqueza cultural de uno de los estados con mayor diversidad del territorio mexicano.
Cuentan que el 18 de diciembre de 1620, un arriero proveniente del Puerto de Veracruz, se dirigía a la Provincia de Guatemala para entregar un cargamento. Antes de entrar a la ciudad de Oaxaca, sin saber cómo, se incorporó entre sus mulas una que traía sobre el lomo un cajón atravesado.
El arriero buscó con la mirada si alguna persona buscaba dicha mula, y al no comprender de dónde había salido, continuó su jornada con el propósito de dar parte del hallazgo a un juez competente, para evitarse prejuicios posteriores.

Al entrar a la Ciudad de Oaxaca, llegó a la ermita de San Sebastián, en cuya puerta principal continuaba el llamado Camino Real, ahora Avenida Independencia, pero al pasar frente a la ermita, la mula se echó en el suelo con su cajón. Algunas personas acudieron a levantar a la mula, pensando que estaba cansada por el esfuerzo de llevar una pesada carga, pero después de varios intentos, fue imposible levantarla.
El arriero acudió a las autoridades para dar aviso sobre el caso, pidiendo que se abriese en su presencia el cajón y que su contenido quedara bajo resguardo de la jurisdicción hasta que apareciera el legítimo dueño. La averiguación se canalizó al alcalde ordinario, quien mandó descargar la caja. Al ser liberada de su peso, la mula se levantó, pero en un instante cayó muerta, desconcertando a los ahí presentes, pensando que su muerte se debía a la fatiga y al peso que llevaba.
Al abrir la caja, descubrieron que su interior contenía una imagen de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado, así como la cabeza y las manos de la Santísima Virgen María, con un rótulo que decía: “Nuestra Señora de la Soledad al Pie de la Cruz”.
Ante este acontecimiento, los fieles creyentes llegaron a la conclusión de que no era una casualidad que la mula llegara con el arriero, ni que esta cayera muerta al ser liberada de su peso, pues era voluntad del Cielo que dicho animal no sirviera para otros usos después de haber llevado sobre sí tan soberanas preseas.

El alcalde ordinario canalizó el caso al Obispo Fray Juan Bartolomé de Bohórquez, quien delegó al Provisor atender el asunto, considerándolo un hecho extraordinario, y dado que aquellas imágenes habían llegado frente a la ermita de San Sebastián, se decidió que la cabeza y las manos de la Santísima Virgen de la Soledad quedaran en ese lugar, mientras que la imagen del Señor Resucitado fuera llevada a la ermita de la Santa Veracruz, que en el año de 1699 fuera dada a la orden de los Carmelitas Descalzos y que daría origen a la actual parroquia de El Carmen Alto.
Con el paso de los años, la devoción a la Virgen de la Soledad fue creciendo gracias a los favores atribuidos a la Señora del Cielo a través de esta advocación, por lo que en 1682 inició sobre la ermita de San Sebastián la construcción el actual templo, terminado en 1689 y consagrado en 1697 por el obispo Isidro Sariñana y Cuenca. El 17 de julio de 1959, el Papa San Juan XXIII le otorgó el título de Basílica Menor, erigiéndose canónicamente el 18 de enero de 1959 como Basílica de Nuestra Señora de la Soledad.
400 AÑOS DE SU PRESENCIA EN OAXACA

Nuestra Señora de la Soledad ha formado parte importante en la historia de Oaxaca, de tal modo que el 18 de enero de 1909, era nombrada Patrona de la Ciudad con la Coronación Pontificia concedida por el Papa San Pío X a petición del Arzobispo de Antequera, Eulogio Gregorio Guillow y Zavalza.
Las festividades en su honor, el 18 de diciembre, iniciaron durante el Virreinato como una de las fiestas más grandes realizadas en Antequera, en la que participan peregrinos provenientes del estado y de otros puntos de la República Mexicana. En la actualidad, los festejos inician con el novenario de preparación en el que parroquias de la Arquidiócesis de Antequera acuden a la Basílica de la Soledad a rendir culto a la Reina de los Oaxaqueños, con ofrendas de flores y ceras que adornan su altar.
Por supuesto, las expresiones de piedad popular no pueden faltar y en el atrio de su Basílica se pueden apreciar danzas propias de las diferentes regiones del estado. El 16 de diciembre la Virgen suele ser descendida de su altar al pie del presbiterio para presidir las celebraciones en su honor. Ese mismo día, por la tarde, inicia la calenda que recorre los barrios de la Ciudad, extendiéndose hasta las 2:00 de la mañana del día siguiente, anunciando el inicio de la fiesta.
El 17 de diciembre se lleva a cabo la misa de calenda y por la tarde las Vísperas Solemnes o Maitines, en la que participan hermandades como la de Nuestra Señora del Rosario y al final de la Misa de Vísperas se quema pirotecnia y toritos para honrar a la Patrona. En punto de la media noche inician las tradicionales mañanitas, homenaje musical al que se suma la cantante y compositora Lila Downs. A las 4:00 de la mañana se lleva a cabo la Procesión de Aurora con la Hermandad de Estandartes por algunas calles de la ciudad. El momento central de la celebración es la Misa Solemne presidida por el Arzobispo de Antequera Oaxaca y sacerdotes de la Diócesis, mientras que en el atrio y sus alrededores las bandas de música y las danzas rinden homenaje a la Madre del pueblo oaxaqueño.
El 15 de diciembre de 2019, inició el Año Jubilar por los 400 años de la llegada de Nuestra Señora de la Soledad a Oaxaca, concedido por S.S. el Papa Francisco y que el Arzobispo de Antequera Oaxaca, Mons. Pedro Vásquez Villalobos, anunció como un año de gracia para crecer en santidad y en amor a Dios y a su Madre Santísima.

Con motivo de este año jubilar, se abrió la Puerta Santa en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de Oaxaca, así como en la Basílica de Nuestra Señora de la Soledad y en otras parroquias y Santuarios en Nochixtlán, Zaachila, Yalalag, Ixtlán, Juquila, Tlaxiaco, Pápalo, Etla, Miahuatlán, Tlacolula y Ejutla. El programa del jubileo contemplaba diferentes actividades, principalmente los días 18 de cada mes, sin embargo, la pandemia por Covid-19 y el cierre obligatorio de los centros religiosos para evitar aglomeraciones y contagios, fue la razón por la que varias actividades se cancelaran o se hayan realizado de manera virtual a través de las redes sociales.
A fin de que los fieles pudieran aprovechar los beneficios espirituales que la Iglesia otorga durante el Año Jubilar, el Papa Francisco concedió que el jubileo por los 400 años de la presencia de la Virgen de la Soledad en Oaxaca se extendiera un año más, hasta el 15 de diciembre de 2021.
Fue así como el pasado 15 de diciembre, el Nuncio Apostólico en México, Mons. Franco Coppola, clausuró el Año Jubilar con el cierre de la Puerta Santa en una emotiva ceremonia en la que se congregaron obispos, sacerdotes y feligreses, cumpliendo con las medidas sanitarias pertinentes y con un aforo limitado.
El 18 de diciembre, los festejos se llevaron a cabo de manera virtual y presencial, con algunas restricciones para disminuir el riesgo de contagios, aún así, centenares de peregrinos se dieron cita en la Basílica de la Soledad, para honrar a Nuestra Señora y agradecerle los favores recibidos, en especial la salud, su protección y el consuelo en los momentos de dolor y mayor necesidad.
Cabe señalar que la noche del Viernes Santo, la imagen original de Nuestra Señora de la Soledad, ataviada con el traje de luto, solía procesionar hasta la Catedral para el «Pésame», portando en sus manos la corona de espinas, los clavos y un pañuelo. En los últimos años, es una réplica la que sale en procesión para culminar con uno de los ritos más importantes del Viernes Santo en Oaxaca.
LA FIESTA DE LA SOLEDAD Y LA EXPECTACIÓN

En la ciudad de Toledo España, en el año 656, San Eugenio III presidió el Décimo Concilio y decidió que durante siete días, del 17 al 23 de diciembre se celebrara la Expectación del Parto de la Virgen, bajo la advocación de la Virgen de la Expectación, cuyas imágenes la representan con el Niño Jesús en el vientre o con un sol en el vientre de María, iconografías que darían origen a la Advocación de la Virgen de la O, inspirada en las antífonas litúrgicas que se cantaban los días previos a la Navidad que empezaban con textos bíblicos de admiración «Oh»:
«O sapiénti a, quae ex óre Altíssimi prodísti…»
Esta letra inicial o capitular se embelleció y se encuentra en muchos libros de coro.
El vientre abultado de María nos recuerda que el hijo de Dios se ha encarnado en Ella, y María está «expectando» el momento del parto.
En cuanto a la Soledad de María, también hay una expectación, «un paralelismo místico entre el Adviento y la Noche Buena con la noche del Viernes Santo y el Domingo de Pascua. En la Soledad de María, Ella espera en silencio y con fe la resurrección gloriosa de su Hijo que está, ya no dentro de su vientre, si no en el seno de la tierra para dar plenitud a su obra redentora»1.
Por esta razón, en muchos lugares, el 18 de diciembre, dentro del tiempo de adviento se celebra con solemnidad a Nuestra Señora de la Soledad, dando sentido a la celebración de la Navidad, que es el inicio de la salvación en el pesebre de Belén, consumada en la cruz en el Calvario, llegando a su culmen con la gloriosa Resurrección.
Fuentes:
El Camino Doloroso de la Virgen de la Soledad. Pbro. Lázaro Peña Vázquez.
Nuestra Señora de la O – Virgen de la Expectación. Pbro. José de Jesús Aguilar Valdés.
1Anastasio Juárez Herrera.