Fiesta de la Divina Infantita

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Por: Diego Rodarte

Decenas de fieles se reunieron este 8 de septiembre en la Parroquia de San Agustín de las Cuevas, en el centro de la Alcaldía Tlalpan, para honrar a la Santísima Virgen María bajo su advocación de la Inmaculada Niña, en el marco de la celebración de la Natividad de la Virgen María, con una misa solemne en la que las custodias de la sagrada imagen de la Divina Infantita, las Esclavas de la Inmaculada Niña, renovaron sus votos en presencia de los fieles.

Terminada la celebración litúrgica, los fieles pasaron a venerar a la Inmaculada Niña, que posteriormente fue trasladada a la provincia de las Esclavas ubicada en la calle de Madero número 100, donde la Virgen Niña recibió la visita de quienes acudieron a saludarla y a pedir su protección.

La fiesta de la Natividad de María surge en el siglo V en Jerusalén con la dedicación de una Basílica en el lugar donde según la tradición nació la Virgen María, y que hoy se conoce como la iglesia de Santa Ana. Según la opinión de algunos orientalistas, la Virgen María nació durante el Tisri, primer mes civil de los judíos, en el año 734 de Roma y veintiuno antes de nuestra era, la hora de su nacimiento fue el amanecer de un día sábado; otras tradiciones refieren que su nacimiento tuvo lugar junto a la piscina probática en Jerusalén, mencionada en el Evangelio de San Juan como el lugar de la curación de un paralítico.

La fiesta de la Natividad se celebra en Oriente desde el siglo VI y se sitúa el 8 de septiembre, día con que se abre el año litúrgico bizantino, lo que motivó a que la fiesta de la Inmaculada Concepción se estableciera siglos más tarde el 8 de diciembre, nueve meses antes de la Natividad de María. Esta celebración se introdujo en Roma hacia el siglo VII y era celebrada con una procesión que terminaba en la Basílica de Santa María la Mayor, pero el Papa Pío X la quitó del grupo de las fiestas de precepto.

La devoción a la Divina Infantita surge en México en la primera mitad del siglo XIX, cuando la Virgen María se reveló como una niña a la monja Concepcionista Sor Magdalena de San José, pero es gracias a la devoción y al arduo trabajo de la joven María del Rosario Arrevillaga Escalada, quien se convirtiera en la Madre Fundadora de las Esclavas de la Inmaculada Niña, que esta devoción comenzó a cobrar fuerza, pues Rosarito acostumbraba pagar una misa cada 8 de mes en honor a la Divina Infantita y el 8 de septiembre celebraba con regocijo y solemnidad la fiesta de la Natividad de María, celebración que las Esclavas de la Inmaculada Niña se han encargado de perpetuar para honra y gloria de la Santísima Virgen María.

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