«Haz que vuelva la paz a mi afligido corazón para que pueda servirte y amarte con alegría»
Por: Diego Rodarte
El tercer viernes de octubre, decenas de fieles se reúnen en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México para celebrar la fiesta del Señor del Veneno, conmemorando el milagro en el que la sagrada imagen de Cristo Crucificado absorbió el veneno que un ladrón le untó en los pies para asesinar a un religioso que tenía la costumbre de besarlos después de oficiar la Santa Misa.
El pasado miércoles 17 de octubre, como parte de las vísperas de la fiesta, la sagrada imagen fue trasladada a la Sacristía de la Catedral para el cambio de sendal, elaborado con tela de seda roja y con bordados en hilos de oro y plata. El jueves por la mañana, el Señor del Veneno fue entronizado en el Altar Mayor de la Catedral en espera de la celebración litúrgica en su honor.
La Misa Solemne fue oficiada por el Señor Canónigo Ricardo Valenzuela quien en su homilía destacó que cada misa es «el gran momento en que Cristo nos salva» y que a través de esta advocación del Señor del Veneno «se ha mostrado con nosotros rico en misericordia. prodigioso, nos ha manifestado la prueba más delicada de su omnipotencia».
El Canónigo señaló que el nuevo sendal con el que se revistió la sagrada imagen evoca el sacrificio de Cristo y su sangre derramada en la Cruz, pues al centro nos presenta la imagen del cordero dispuesto para el sacrificio: «Su sangre derramada en la cruz es sangre de salvación, sangre de purificación, es alimento que nos conduce, que nos hace brillar en la verdad del hijo de Dios».
Como un acto de devoción, durante el ofertorio, los fieles se acercaron al altar para entregar las velas que ofrecen al Señor del Veneno junto con sus necesidades y su gratitud por los favores recibidos. Al término de la celebración, la imagen del Señor del Veneno fue trasladada de regreso al Altar del Perdón, para ello, fue necesario retirar los ornamentos como la cabellera y la corona de espinas, permitiendo admirar a los fieles por unos momentos el rostro y la mirada triste del Señor, posteriormente fue llevado por el pasillo central para entronizarlo nuevamente en el sitio donde los fieles lo veneran durante todo el año.
Cabe señalar que el pasado 18 de septiembre, después de casi dos meses de ausencia, la imagen del Señor del Veneno regresó a la Catedral tras pasar por un proceso de restauración en el que el especialista en restauración, Mtro. Agustín Espinosa Chávez, descubrió que la escultura fue elaborada con pasta de caña y papel amate, por lo que es posible que la imagen date del siglo XVI y no del siglo XVIII como se tenía pensado.
Esta restauración permite mantener al Señor del Veneno en un buen estado de conservación, garantizando que su culto perdure por muchos años más, pues la fe y el amor de sus fieles queda de manifiesto en los testimonios de quienes han sido favorecidos a través de esta advocación que forma parte de la historia de la Ciudad de México.