Por: Diego Rodarte
El 13 de octubre, un día después de la Romería de la Virgen de Zapopan, cientos de danzantes procedentes de Guadalajara y de otros puntos del país, así como de Estados Unidos, se dan cita en la Basílica de Zapopan para ofrecer su danza y agradecerle a la Virgen los favores recibidos.
Desde el día 10 comienzan a llegar las diferentes familias de danzantes que se hospedan en cuarteles de danza en el que colocan un altar dedicado a la Virgen de Zapopan donde ofrendan diferentes elementos y es el centro de su preparación espiritual antes de participar en la Romería y danzar a los pies de la Virgen.
«Este es un trabajo de tradición y conquista, le llamamos así porque es la conquista de nuestros corazones» explica Marco Polo Maza, proveniente de Guadalajara, perteneciente a la familia de danza «Ruiz». Cada año, el capitán Luis Aguirre del grupo de danza Chipetotl se da a la tarea de invitar a diferentes familias de danzas provenientes de los estados de Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí, de la Ciudad de México, Monterrey y los Estados Unidos para hermanarse en un solo grupo y «enlazar los corazones en uno solo».
«Todo esto que hacemos es una ofrenda para la Virgen de Zapopan que para el pueblo y la ciudad de Guadalajara es muy significativa. La imagen se llevaba a los pueblos, a los sembradíos, a las comunidades para que atraiga la abundancia de la lluvia, porque sin la lluvia no hay alimento, no hay cosecha. Por eso, nuestros antepasados al pedirle la lluvia y al ver sus sembradíos con grandes cosechas en agradecimiento hacían estas danzas».

El rito de preparación implica un orden y una disciplina en la que cada integrante desempeña un cargo para que haya un orden dentro de la danza y es a través del canto como elevan su oración y ofrecen su esfuerzo y el cansancio que la danza implica: «siempre usamos esta forma de rezar y alimentar nuestro espíritu… por eso danzamos en círculo, para que la energía empiece a girar y si sabemos canalizar, la vamos pasando a los demás y es lo que nos mantiene fuertes porque nuestro cuerpo absorbe esta energía también, por eso es importante la disciplina».
Entorno a un altar, coronado con la imagen de la Virgen de Zapopan, en el que abundan los cirios, veladoras y flores, se realizan los ritos de preparación correspondientes: «El altar es lo principal para nosotros, es como nuestro cimiento, es donde enfocamos toda nuestra energía… un elemento importante son los cirios principales que deben ir al pie del altar, porque es la luz, es el fuego que nos mantiene con vida y que nos guía, esas luces son las primeras que se prenden».
Como si fuera una representación del paraíso, al centro del altar, bajo la imagen de la Virgen, se colocan las fotografías de familiares y amigos fallecidos que pertenecieron a la familia de danza y que ya gozan de la presencia de Dios y de la Virgen María en el cielo, mientras que al pie del altar se dedica un espacio a la ánimas benditas que esperan el momento de salir del purgatorio para ser llevadas a la presencia de Dios. También se colocan instrumentos musicales, copal, plumas y caracoles que de acuerdo a la cosmología indígena evocan a los cuatro elementos que dan vida, además de ofrendar los alimentos que van a consumir:
» Ofrendamos la comida para que nunca nos falte y siempre tengamos algo que comer, el agua es un elemento que todo ser vivo necesita para vivir. Está el viento representado por el caracol, el soplo divino, el primer aliento de vida que recibimos cuando nacemos… También tenemos instrumentos musicales como chihuandas, que es una guitarra con una concha de armadillo y nació con el mestizaje porque cuando llegaron los españoles la danza se hizo conchera, se hizo más religiosa y se adoptaron instrumentos. Eso es lo que nos mantuvo vivos como danzantes, ahí está nuestra raíz y gracias a eso tenemos todo este conocimiento».
En las vísperas de la Romería, los concheros cantan alabanzas en torno al altar para prepararse y salir por la madrugada rumbo a Guadalajara e integrarse a la peregrinación que traerá de regreso a La Generala a su Basílica. La noche del 12 de octubre y hasta el amanecer del día trece, los concheros velan toda la noche el altar y participan en la Santa Misa dedicada a ellos en la plaza Juan Pablo II, frente a la Basílica de Zapopan y uno a uno, los diferentes grupos ingresan al templo para pedir permiso a la Virgen de iniciar con su danza, y posteriormente integrarse a los grupos de matachines, apaches, danzas de conquista, entre muchas otras que participan y tienen un horario asignado para conservar el orden, formando un mosaico de colores que alegra el ambiente tapatío.
Para Marco Polo, ofrecer su danza a la Virgen de Zapopan es una forma de agradecer las bendiciones que la Virgen le concede a lo largo del año, desde la salud física, hasta el amor de su familia: «para mi eso es un gran regalo que me gusta agradecer… a veces, por cosas del destino o por lesiones físicas no he podido danzar, pero siempre que lo hago otra vez se lo agradezco a la Virgen».