«Cómo explicarte a ti mi soledad, cuando en la cruz alzado y solo estás, cómo explicarte que no tengo amor cuando tienes rasgado el corazón».
Por: Diego Rodarte
San Antonio Tecómitl, Milpa Alta
El 13 de septiembre de 1877 era un día lluvioso en San Antonio Tecómitl. Aquel día, el señor cura encargado del templo de San Antonio, ordenó al sacristán que ensillara los caballos para subir a decir misa al pueblo de Santa Ana Tlacotenco.
El sacristán se dirigió por las sillas a una bodega que se encontraba en el interior del curato, lugar donde, entre otras cosas, se hallaba una imagen de Cristo Crucificado tallada en madera que estaba deteriorada y carcomida por la polilla, pero para asombro del sacristán, del crucifijo brotaban gotas cristalinas como si el Cristo estuviera sudando.
Sobresaltado, el sacristán corrió a contarle al señor cura lo que había visto e incrédulo, el sacerdote acudió a la bodega para presenciar el hecho quedando impresionado al ver como el Cristo se iba renovando milagrosamente hasta quedar como nuevo. De inmediato, el párroco ordenó que se echaran a vuelo las campanas para anunciar el milagro a toda la población y días después, una vez que terminó de renovarse, el Cristo fue puesto en el altar mayor de la parroquia en medio de una ceremonia llena de alegría en la que se congregó todo el pueblo.
Desde entonces, cada 13 de septiembre, el pueblo de San Antonio Tecómitl celebra con regocijo el aniversario de la Renovación del Cristo de la Preciosa Sangre, iniciando los festejos con las vísperas el 12 de septiembre con el arreglo del altar y la recepción de las promesas de los diferentes barrios que consisten en ofrendas florales y la tradicional portada que se coloca en la entrada principal del pueblo, así como la música de banda que alegra la festividad.
Cuentan los abuelos que anteriormente, participaban en esta celebración feligreses provenientes del Estado de México y Morelos, así como de otros lugares donde se tuvo noticia del milagro, y aunque actualmente a esta celebración se le considera la «fiesta chica del pueblo», la devoción y la gratitud al Cristo de la Preciosa Sangre sigue de manifiesto en el corazón de quienes confían en su misericordia.
Con información de: Carlos Flores Blanco