«Víctoria tú reinarás, oh cruz tú nos salvarás»
Por: Diego Rodarte
Cuenta el historiador Eusebio de Cesárea que en el siglo IV, el general Constantino, siendo pagano, una noche antes de una importante batalla tuvo una revelación en la que vio una cruz luminosa y oyó una voz que le decía «Con este signo vencerás». Interpretando la visión como una señal, mandó colocar la cruz en las banderas de sus batallones, obteniendo la victoria. Así, Constantino se convirtió en emperador y abolió la pena de la crucifixión junto con la persecución en contra de los cristianos.
Santa Elena, madre de Constantino viajó hasta Jerusalén con la intención de conocer los lugares donde Cristo vivió y buscar las reliquias de la Pasión. Ella sabía que el emperador Adriano, con la finalidad de que los cristianos olvidaran el lugar de la crucifixión de Cristo, había mandado construir sobre el monte Calvario un templo pagano dedicado a la diosa Afrodita, por lo que Santa Elena ordenó que se destruyera y se buscara que había debajo.
En su búsqueda encontró tres cruces, las acercó a una mujer enferma y al acostarla en una de ellas sanó milagrosamente, entonces Santa Elena y el obispo de Jerusalén llevaron la cruz en procesión por toda la ciudad. A unos cuantos pasos encontró también parte del letrero que decía: Jesús Nazareno Rey de los Judíos y antes de regresar a Roma, Santa Elena pidió que llenaran varias embarcaciones con tierra de Jerusalén.
Una vez que llegaron Roma, ordenó que toda la tierra traída de Jerusalén se extendiera en un terreno donde construyó la actual Basílica de la Santa Cruz, donde se venera un fragmento de la cruz de Cristo junto con una parte del letrero INRI y uno de los clavos.
Cuenta una leyenda que cierto día un albañil cayó de lo alto de la Basílica, perdiendo la vida al instante, pero al ser tocado con la santa reliquia volvió a la vida.
Con la llegada de los primeros evangelizadores al nuevo mundo, colocaban cruces sobre los antiguos adoratorios prehispánicos y en las nuevas construcciones. La desnudez de los maderos no era bien vista por los recién convertidos, por lo que prefirieron pintarlas con colores llamativos y adornarlas con flores.
El hallazgo de la verdadera cruz de Cristo, el milagro del albañil y la costumbre indígena de adornar las cruces, dio origen a la fiesta de la Santa Cruz el 3 de mayo, fecha en la que los albañiles colocan una cruz florida en sus construcciones para celebrar su trabajo y pedir la protección divina.
En nuestra cultura, la fiesta de la Santa Cruz también tiene un simbolismo dentro del calendario agrícola ya que coincide con la llegada de las primeras lluvias y la siembra del maíz, lo que implica una serie de rituales como el descenso de las cruces entronizadas en los cerros días antes de la fiesta para ser limpiadas, vestidas y veladas una noche antes de la fiesta, acompañadas por alabanzas de concheros que las perfuman con copal para subirlas nuevamente el 3 de mayo en procesión para que sigan vigilando las poblaciones y bendiciendo las siembras.
Cabe señalar que algunas astillas de la cruz de Cristo se encuentran distribuidas en todo el mundo, dos de ellas se encuentran en un relicario en el templo de San Felipe Neri, «La Profesa» en el Centro Histórico de la Ciudad de México.