Los días santos en la Ciudad de Oaxaca

«Al medio día del Viernes Santo, Jesús a la Virgen encuentra llorando… túnica morada lleva el Rey del cielo, y cae de rodillas con la cruz al suelo.»

Por: Diego Rodarte

Dentro de la solemnidad de la Semana Santa, en la que recordamos la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, existen diversas expresiones que ponen de manifiesto la riqueza de las costumbres de los pueblos en los días santos, y la ciudad de Oaxaca no es la excepción, ya que la religiosidad popular y la solemnidad se combinan, dando como resultado un mosaico de arte, fe y tradición.

JUEVES SANTO

En un recorrido que EL COLOR DE LA FE realizó por la ciudad de Oaxaca y sus alrededores durante los días santos, encontramos que el Jueves Santo, los templos se dedican a levantar los monumentos donde se expondrá el Santísimo Sacramento después de la Misa Solemne de la Cena del Señor, que marca el inicio del Triduo Pascual. Concluida la celebración litúrgica, es costumbre que los oaxaqueños realicen la Visita de las Siete Casas, que recuerda el ir y venir de Jesús después de la aprehensión en Getsemaní.

En la entrada de cada iglesia se colocan mesas con pan que los fieles pueden adquirir a cambio de un donativo; lo que comúnmente es pan blanco, en Oaxaca tiene un toque especial, porque puede ser desde pan de yema, conchitas o algún pan tradicional de la región. Cabe destacar que este signo, además de recordar la institución de la Sagrada Eucaristía, era el pan que los fieles debían consumir el Viernes Santo, sin probar ningún otro alimento durante el día para cumplir con el ayuno que marca la Iglesia.

En lugares como la Parroquia de Santo Tomás Xochimilco, se realiza la llamada “Cena de los Apóstoles”, en la que 12 personas, actualmente hombres y mujeres, se visten con túnicas y coronas hechas con ramas, para representar a los Apóstoles de Cristo y el párroco preside la cena ocupando el lugar de Jesús de Nazareth. Durante la cena, las mujeres de la comunidad sirven de comer a los Apóstoles al tiempo que el sacerdote repite las palabras que Cristo pronunció durante la Última Cena y realiza el Lavatorio de pies, signo con el que Cristo ilustra el mandamiento del amor: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”.

Concluida la representación, se realiza la misa solemne y al término de esta, se traslada el Santísimo al monumento para que los fieles puedan acompañar a Jesús en su agonía en Getsemaní: “¿No has podido velar una hora conmigo? Velad y orar para no caer en tentación…”

Uno de los monumentos más representativos fue el de la iglesia de San Matías Jalatlaco, elaborado por el artesano y diseñador gráfico Horacio Perzabal, alusivo al Sagrado Corazón de Jesús.

VÍA CRUCIS Y ENCUENTRO EN EL BARRIO DE JALATLACO

En este mismo lugar, la mañana del Viernes Santo se realiza la procesión y el rezo del Vía Crucis con la imagen del Señor de Tepeaca, escultura antiquísima del Nazareno que tuvo gran veneración en el antiguo barrio de Tepeaca, el cual desapareció y se anexó al barrio de Jalatlaco, donde actualmente se venera y se celebra al Señor de Tepeaca el Domingo de Pentecostés.

Custodiado por penitentes encapuchados, el Señor de Tepeaca sale del templo de San Matías para recorrer las 14 estaciones del Vía Crucis, su paso es anunciado por un encapuchado que toca un tambor, mientras que la banda de música entona melodías penitenciales, creando un ambiente místico y solemne. En las calles, los vecinos colocan altares para que el Nazareno detenga su paso por un momento, ya sea para bendecir a los habitantes de ese lugar, o bien, realizar la meditación correspondiente a la estación.

Uno de los momentos centrales del Vía Crucis es el encuentro de Jesús con su Madre, la Virgen María. Este momento tiene tal relevancia en el estado de Oaxaca, que se dedica una meditación especial para recordar el momento en que Jesús y su Madre se consuelan mutuamente camino del Calvario, y en algunos lugares como el barrio de Jalatlaco se coloca un altar especial para solemnizar el momento.

En esta ocasión se colocó un tapete de mármol molido llamado “La vid”, diseñado por el colectivo Alfombristas Mexicanos, encabezado por el maestro alfombrista Alejandro Lira, originario de Huamantla, Tlaxcala, quien también diseñó un mural hecho a base de olote pintado representando “La Cuarta Estación: El encuentro”, como una ofrenda para honrar el sacrificio de Cristo y el dolor de la Madre de Dios, recordando que el maíz forma parte de la cultura mexicana.

El encuentro consiste en que la imagen de la Virgen de los Dolores, acompañada por una Hermandad, compuesta principalmente por mujeres que visten de un modo especial, salga por un camino distinto para encontrarse de frente con el Nazareno. El sacerdote que preside sube a un “pulpito” improvisado para desde ahí realizar la meditación, que en ocasiones conmueve hasta las lágrimas a los asistentes que acompañan a María en su dolor. Finalmente, las dos imágenes se acercan y se inclinan una frente a otra, como si Jesús y su Madre se abrazaran para dirigirse unas palabras de consuelo y despedida, para proseguir con el Vía Crucis, acto que se repite en todas las parroquias, siendo uno de los más conmovedores El Encuentro de la Parroquia de Santa María del Marquesado.

PROCESIÓN DEL SILENCIO

Al caer la tarde del Viernes Santo, cientos de personas se congregan en el centro de la ciudad de Oaxaca para presenciar la Procesión del Silencio, la cual, tuvo su origen en el siglo XVII, de acuerdo con las crónicas del Padre José Antonio Gay Castañeda, historiador y religioso Oaxaqueño. Esta procesión, junto con muchas otras, se fue perdiendo debido a la aplicación de las Leyes de Reforma, que prohibían actos de culto público, además de las persecuciones religiosas que sufrió el país a principios del siglo XX.

En 1986, por iniciativa del Padre Pedro Osorio Delgado, la señora Ana Bravo Vasconcelos, el maestro José Humberto Palancares y el Sr. Carlos Ocampo Prieto, se retomó la Procesión del Silencio, en la que participan las imágenes de mayor devoción que evocan la Pasión de Cristo de los principales templos católicos de la capital del estado, convirtiéndose en una de las principales expresiones de la Semana Santa en Oaxaca.

El punto de reunión es el templo de la Preciosa Sangre, al que acude el Arzobispo de la Arquidiócesis de Antequera Oaxaca, Mons. Pedro Vázquez Villalobos, quien preside la procesión.

El cortejo lleva un orden establecido: encabeza la Cruz de Caravaca acompañada por los ciriales, le siguen una imagen de devoción particular del Señor del Huerto, el Señor de la Aprehensión, Las Lágrimas de San Pedro, El Divino Preso, El Justo Juez del Templo de Santo Tomás Xochimilco, Jesús Nazareno del Templo del Carmen Alto, el Señor de la Columna del Templo de Santo Domingo de Guzmán, el Señor de las Maravillas del Templo de la Defensa, el Señor de las Tres Caídas del Templo de Santo Tomás Xochimilco, el Señor del Rayo de la Catedral de Oaxaca, Nuestra Señora de los Dolores del Templo de la Preciosa Sangre de Cristo, el Señor de Esquipulas del Templo del Carmen Alto, La Preciosa Sangre de Cristo del Templo de la Preciosa Sangre de Cristo, Nuestra Señora de los Dolores y el Santo Entierro del Templo de San Felipe Neri.

Cierran la procesión la hermosa e imponente imagen de Nuestra señora de los Dolores del Templo del Patrocinio que data de finales de los años 1700 y Nuestra Señora de la Soledad del Templo de San Juan de Dios.

Cada una de las imágenes va acompañada por sus respectivas Cofradías o Hermandades, y de los vistosos estandartes elaborados en terciopelo y enriquecidos con exvotos de oro y plata, algunos que representan al sol, la luna y las estrellas, y que enmarcan los hermosos relicarios que conservan imágenes de Jesucristo y de la Virgen María en sus diferentes advocaciones, así como los santos patrones venerados en la ciudad, y que son resguardados con celo por los cofrades o mayordomos, quienes lo consideran un honor para la persona que carga el estandarte.

Estas cofradías surgen entre 1535 y 1539, y en un principio incluían a los tejedores, hortelanos y panaderos de los diferentes barrios de la Verde Antequera. Los primeros estandartes eran elaborados con papel o tela y decorados con flores hechas de cartón.

A este cortejo se suman las Damas de la Tercera Orden de Santo Domingo, acompañando al Señor de la Columna, los Penitentes que, encapuchados, con los pies descalzos y cubiertos por un cendal, cargan pesadas cruces acompañando al Nazareno, y las Siervitas, damas de la Virgen de los Dolores, pertenecientes al templo del Patrocinio, todas vestidas de luto riguroso acompañando a María en sus dolores y su soledad.

Al termino de la procesión, cada una de las cofradías regresa con su imagen a sus respectivos templos, ya sea para participar en los oficios litúrgicos del Viernes Santo, o dar el Pésame a la Santísima Virgen.

LA SOLEDAD

En la Basílica de la Soledad, los días santos transcurren entre rezos y cantos para acompañar a la Santísima Virgen de la Soledad en las horas de la Pasión y Muerte de su Hijo Jesucristo.

A un lado del presbiterio se coloca una réplica de la bendita imagen que en 1620 llegó a la antigua Antequera y que los oaxaqueños tomaran por Reina y Patrona. Durante el Jueves y Viernes Santo, los fieles que visitan el lugar pueden pasar bajo el manto extendido de la Virgen para elevar su oración y pedir el amparo de la Señora del Cielo, además, los fieles suelen visitar en el aposentillo al Señor del Rescate, imagen del Divino Preso que se venera en la Basílica de la Soledad y que se celebra con un Vía Crucis y una Misa Solemne el Lunes Santo de cada año.

Los oficios litúrgicos se realizan conforme a lo marcado, y a partir del medio día del Viernes Santo, Cristo crucificado permanece al pie del presbiterio para recibir adoración en las horas de su agonía, hasta pasadas las tres de la tarde, cuando es descendido y bajado de la cruz para ser colocado en el sepulcro.

Entrada la noche, la imagen de la Virgen de la Soledad sale al atrio del templo para recibir el pésame y se realiza un coloquio, presidido por Mons. Pedro Vázquez Villalobos, Arzobispo de Antequera, para meditar sobre el dolor y la soledad de María.

Concluido el coloquio, la Virgen sale en procesión desde su Basílica hasta la Catedral acompañada por los estandartes y la música de banda que entona la alabanza a la Virgen de la Soledad:

“Virgen de la Soledad, por tus penas y dolores, de los pobres pecadores, ¡oh! Señora ten piedad”.

 Al llegar a la Catedral, la Virgen es recibida con cantos marianos para acompañarla en el “velorio de su Hijo” y recibir el pésame por parte de los fieles ahí congregados.

SÁBADO SANTO

El Sábado Santo transcurre en medio del silencio y la espera de la resurrección. En algunos templos se vela al Santo Entierro y se reza el Santo Rosario para acompañar a la Virgen María junto al sepulcro, mientras que otros se preparan para recibir la luz del fuego nuevo y con ella abrir la gloria.

El municipio de Santa Cruz Xoxocotlán, muy cerca de la capital de Oaxaca, cierra los oficios propios de la Semana Santa con la Procesión del Santo Entierro o Señor de las Cinco Llagas, imagen del siglo XVII a la que los pobladores rinden especial veneración por haberlos socorrido durante una gran peste que asoló a la población.

Custodiado por los Apóstoles y los Centuriones, la imagen del Santo Entierro recorre el cuadro principal de la comunidad en medio del sonido de las matracas, la luz de las velas, los rezos y los cantos de los fieles. Es costumbre que, durante la procesión, los fieles pasen por debajo del anda del Señor, para enterrar con Él sus pecados y resucitar con Él el Domingo de Resurrección.

A modo de penitencia, los Apóstoles pasan de rodillas bajo el anda antes de ingresar a la iglesia y concluidos los rezos, el Señor es colocado de nueva cuenta en el lugar que ocupa durante el año, para dar paso a la Vigilia Pascual, para la que se han dispuesto tinas de agua con flores de bugambilia que se repartirá una vez se haya abierto la gloria.

En el templo del Carmen Alto, se lleva a cabo la Vigilia Pascual, tal y como lo establece la liturgia, y al momento que se abre la gloria, en medio del repique de campanas y el canto del Gloria, se descubre la imagen del Señor de la Resurrección, una bella imagen que según la tradición, llegó junto a la Virgen de la Soledad en 1620, por lo que goza de especial veneración en la ciudad, que lo honra y celebra el Domingo de Resurrección.

LAS CARRERAS DE SANTA MARÍA MAGDALENA

Una de las tradiciones arraigadas en diferentes comunidades del estado de Oaxaca, son las llamadas “Carreras de Santa María Magdalena”, recordando el momento en que María Magdalena acudió al Sepulcro y al encontrarlo vacío, corrió a dar aviso a los Apóstoles de que se habían robado el cuerpo del Señor. Después, María Magdalena regresó al sepulcro y se encontró con Jesús Resucitado, por lo que llena de alegría, corrió nuevamente para dar aviso a los Apóstoles de la buena nueva: “Ve a mis hermanos y diles que subo a mi Padre, que es vuestro Padre, a mi Dios, que es vuestro Dios”.

El pueblo de Magdalena Yodocono de Porfirio Díaz, ubicado en el Distrito de Nochixtlán, es uno de los pueblos que atesora esta tradición al tener como Patrona a Santa María Magdalena, Penitente y primer testigo de la resurrección.

Terminada la misa del Domingo de Resurrección, el Centurión del pueblo, que puede ser hombre o mujer, y que acompaña las procesiones de los días santos, sale del templo acompañado de un grupo de soldados rumbo a la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, para recoger la imagen del Santo Entierro y llevarla al lugar de la carrera.

Minutos después, Santa María Magdalena, acompañada de sus corredoras, sale de su iglesia junto con la Virgen de los Dolores y el Apóstol San Juan, hasta el llano donde se realizará la carrera. Ambas procesiones, la del Santo Entierro y la Magdalena, se desarrollan en medio de cantos solemnes.

Quienes representan a los Apóstoles, vestidos con túnicas y coronas de ramas en la cabeza, llevan en hombros al Santo Entierro cubierto, mientras que los fieles cargan la pesada cruz y el centurión custodia el cortejo.

Una vez en el llano, las dos procesiones se colocan en los extremos del camino, y las corredoras que llevan en hombros a Santa María Magdalena, dirigen su paso hacia donde se encuentra el Santo Entierro, y al ver la tumba vacía, regresan para avisar a la Virgen Dolorosa que el cuerpo de Jesús no se encuentra en su lugar, posteriormente regresa con el Santo Entierro y tras dar un par de vueltas más, las corredoras regresan a toda prisa para que Santa María Magdalena avise de su encuentro con Jesús Resucitado, momento que se celebra en medio de aplausos y el tronar de los cohetes.

Al terminar la carrera de Santa María Magdalena, el Centurión, ataviado con una larga túnica roja, adornada con dos espejos que le sirven de armadura, lanza y sobrero, también corre a toda prisa en su caballo para dar aviso de la resurrección de Cristo, y tras persignarse ante la Virgen María, la Patrona Magdalena y San Juan, y recibir la bendición de su familia, el Centurión compite con otro jinete y celebrar así la resurrección de Cristo, para después hacer entrega del cargo al nuevo Centurión, al mismo tiempo que las corredoras, todas vestidas de amarillo, color que identifica a Santa María Magdalena, entregan el cargo a las nuevas corredoras que se distinguen por llevar un ramo de flores, y que el año siguiente acompañarán a la Magdalena para dar el anuncio del señor Resucitado.

Esta es solo una muestra de las múltiples formas en las que se conmemora la Semana Santa en el estado de Oaxaca, un lugar que combina la fe, la cultura y el misticismo, dando un toque especial al tiempo más importante de la fe católica para recordar el misterio de la redención.

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