2.4 millones de Romerías: Una romería en cada peregrino

Por: Héctor Quintero López

Llegó el mes de octubre y con él, la ansiada Romería a Zapopan, la conclusión del -Ciclo ritual de la llevada de la Virgen de Zapopan- reconocida por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial en 2018. Ansiada, porque tras dos años de realizarse de «forma virtual» sin presencia de fieles, este año nuevamente sonaron los teponaztles y cascabeles, los enérgicos vivas y cantos en honor de la Virgen Pacificadora a lo largo de los 9.5 kilómetros del trayecto.

La víspera

El 11 de octubre, en la explanada del Instituto Cultural Cabañas, se realizó la solemne concelebración Eucarística para renovar el Patronato de la Virgen de Zapopan sobre la Arquidiócesis de Guadalajara, encabezando la ceremonia el señor arzobispo don José Francisco Robles Ortega, en compañía de sus obispos auxiliares, sacerdotes, miembros de las congregaciones religiosas y el pueblo tapatío, recodando en la homilía monseñor Ramón Salazar, que dicho patronato se realizó el 11 de octubre de 1989 y a treinta y tres años se renueva este Patrocinio a Ella, que ha acompañado este pueblo y se ha unido a él durante las penas, pero también a la acción de gracias por tan diversos dones de Dios recibidos.

Después de la comunión general, puestos de rodillas ante la imagen de la Virgen Pacificadora, se recitó la oración de Renovación del Patrocinio, este año, con tintes de la apertura de la gran Misión de la Misericordia promulgada durante dicha celebración, al termino, dio inicio la procesión hacia la iglesia Catedral, recordando con ello la costumbre novogalaica en que la Generala era conducida hasta la iglesia monacal de Santa Teresa para de ahí partir a la mañana siguiente ataviada de peregrina, por las religiosas carmelitas hasta su santuario. Los celebrantes portando arandelas, y los sacerdotes llevando las andas sobre sus hombros, fue trasladada la Virgen en un cortejo que lucía con toda solemnidad hasta la iglesia matriz, cuyos campanarios al reconocer a lo lejos su silueta comenzaron a sonar sus antiguos bronces, mientras las plazas aledañas contenían a los fieles que emocionados presenciaban el acontecimiento.

Al llegar a la Catedral, las naves se llenaban con las voces del seminario, que entonando añejos cantos marianos acompañaban el momento. Después de un instante de tranquilidad, los ánimos se elevaron al aparecer ante los fieles la Virgencita segoviana engalanada de viajera, con su rebozo y sombrero, siendo recibida en el altar mayor con la antífona de la Salve, y venerada por el arzobispo tapatío, los obispos y su venerable cabildo catedralicio. Al término de este acto mariano, los religiosos franciscanos colocaron la que es Reina de Jalisco en un alto altar metálico que simulaba el Arca de la Alianza, para ser visitada por una afluencia de fieles que se dieron cita para despedir y agradecer la intercesión de la Virgen que visitó esta ciudad episcopal desde el 20 de mayo, recorriendo más de 180 comunidades parroquiales, en un apretado itinerario que incluyó mercados y hospitales.

La llevada de la Virgen

Desde la noche del 11 de octubre y hasta la madrugada del día 12, el corazón de Guadalajara retumbaba con los tambores, chicotazos y cohetes, fieles peregrinos y danzas se dieron cita en las principales arterias de la ciudad después de haber realizado en su barrios y cuarteles el respectivo “ensayo real”, para posicionarse en su lugar dentro de los contingentes de la Romería. Estas danzas de remembranza indocristiana, conservan en algunos casos sus coloquios, en los que representan la llegada de los primeros evangelizadores, y el cómo se abrazaron al cristianismo, tomando como emblema a la Pacificadora, la Virgen María. Son casi treinta y seis mil danzantes, que divididos en tres contingentes ocuparon la avenida Javier Mina- Juárez – Vallarta, desde sus cruces con la Calzada del Ejército hasta la glorieta de la Minerva, para desembocar ordenadamente por la vía de Américas hasta el arco de Zapopan.

Este año, permitió a los organizadores, que el orden y avance de esta magna procesión festiva, fuera lo más apropiada posible, ya que todos los contingentes, que además de danzantes, suma Guardias de Honor, bandas de guerra, adoradores nocturnos, el Seminario, congregaciones religiosas, y grupos más que dieron inicio a su caminar cerca de las cuatro de la mañana para que, al momento de salir la celeste peregrina de la iglesia Catedral, su andar fuera fluido y sin tropiezos.

Poco después de las 6:30 horas, las campanas de las torres catedralicias anunciaban a los fieles que la Reina de Jalisco había descendido de su trono, para dirigirse en brazos de los señores obispos, hasta la carroza decorada con gran profusión de guirnaldas de flores y palomas como símbolo de la paz, en que habría de recorrer el trayecto acompañada de cientos de fieles. Una última bendición se dio en la puerta de la catedral, y se colocó la imagen para así iniciar su paso por las avenidas antes mencionadas.

Esta Romería se volvió una marcha triunfal, el gozo de los asistentes por estar nuevamente acompañando a la morenita de regreso a su casa era tal, pues no se contenían los gritos aclamando a la Virgen de los mil títulos, los aplausos, las oraciones, personas alzando sus estampas para que dejara en ellas su bendición, y claro, no faltaban los aparatos electrónicos en los que quedó retratada esta histórica celebración después del resguardo por la pandemia. Los devotos se sujetaron de los gruesos calabrotes laterales, como anteriormente se hacía, que llevando orden por medio de los abanderados acompañaban el paso de la Virgen, que antecedida por los grupos de su Guardia de Honor se engalanaba el cortejo como se hace con un Jefe de Estado, y como no habría de serlo, si ellos son su actual ejército mariano, que llevando las armas espirituales imploran la paz por medio de María, tal, como aconteció el 13 de junio de 1821, cuando sin derramarse una gota de sangre se proclamó por acá la Independencia gracias a su intercesión, granjeándole el título de Generala y Patrona de Armas del ejército Trigarante el 15 de septiembre de ese mismo año, ratificándose este cargo en 1823, cuando se le proclama como Protectora del naciente Estado de Xalisco. 

El arribo a Casa

Fue una apoteosis la llegada de la Generala hasta su santuario en la colina de Zapopan, devotos congregados en la plaza de las Américas-Juan Pablo II, fueron testigos de esta llegada, después de dos años de una plaza sola, ahora eran cientos los corazones que estaban ahí presentes, escuchando a su Pastor quien recalcó durante la homilía: “Lo que necesitamos experimentar es que somos hermanos, hijos del único y mismo padre, formamos una misma y única familia” invitando a evitar divisiones, estimulando al diálogo entre todos los que formamos esta sociedad, pues “escuchándonos aprenderemos a hacer el camino juntos”.

Al término de la Misa de bienvenida, se impartió la bendición a los fieles, y se condujo a la bendita imagen hasta el interior de su Basílica, acompañada por los clarines y tambores y demás miembros de su Guardia de Honor, al interior sonaron melodías virreinales, que junto al profuso adorno del interior, cerraba con broche de oro esta celebración que tiene sus hondas raíces desde la época novohispana, a razón del juramento realizado en noviembre de 1734, estipulando -y cumpliendo desde entonces- que todos los años, esta gran Señora de Zapopan visite la comarca en época de lluvias, pues se nombró como Celestial Patrona contra rayos, tempestades y epidemias.

Las muestras de fe y agradecimiento se vivieron en 2.4 millones de romerías, cada peregrino vive esta manifestación mariana a su manera, pero todas cargadas de un autentico fervor a la Madre de Dios, representada en esta endeble y pequeña escultura de pasta de caña de maíz que en una mañana congrega a gente de todos los estratos sociales, a especialistas en cultura e historia, a gente sencilla, jóvenes, adultos mayores, familias enteras y peregrinos de otras latitudes, aglutinados por un momento con el único fin de alabar a Dios, por medio de su Madre en esta imagen de Zapopan, que ante las calamidades, se ha manifestado la predilección, protección y cariño de la Virgen María por este terruño, a la que el pueblo ha sabido retribuir de todas las maneras que le es posible, ofreciendo su canto, su baile, su oración y cuanto tiene a la mano, que a decir de los fieles es poco ante lo mucho recibido.

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