“Una mirada a dos piezas de gran relevancia histórica, artística y de fe”.

Por: Humberto Raí Ramírez Jiménez
Verdaderamente ha resucitado el Señor, aleluya.
A él la gloria y el poder por toda la eternidad, aleluya, aleluya.
Cf. Lc 24, 34; Ap 1, 6
La fe del pueblo cristiano sin duda tiene su base en la Resurrección Gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo, entendiéndose como el eje central de esa fe y reafirmando la esperanza de alcanzar esa misma resurrección al final de nuestros días. Es por esa misma fe que, durante siglos, la Iglesia ha permitido hacer visibles los misterios de la Fe, la vida y obra de Cristo, de la Virgen Santísima y de los santos, en expresiones artísticas: pinturas, esculturas, relieves, entre otras obras que sirvieron y siguen siendo vigentes como medios catequéticos para la evangelización de los pueblos.
Tal es el caso de las múltiples imágenes que se encuentran a lo largo y ancho del mundo, y de manera especial, las que se encuentran en nuestro país. En particular, hablaremos de dos imágenes que, por su valor histórico y cultural, pero sobre todo por su importancia para la fe y la vida de sus respectivas comunidades. Las esculturas del Resucitado de la Catedral de Corpus Christi de Tlalnepantla en el Estado de México y el que se encuentra en el templo de Nuestra Señora del Carmen “Alto” en la Ciudad de Oaxaca, que por su gran relevancia son de las que hablaremos en esta nota.
La imagen del Resucitado de Tlalnepantla está catalogada como una de las más hermosas por su composición, época y singular belleza. De acuerdo con las impresiones y estudios realizados por el maestro Pablo Amador, permitieron ubicar temporalmente la imagen hacia finales del siglo XVI, procedente del “Taller de Cortés”. Se trata de una escultura de tipo ligera con caña de maíz y en su mayoría madera de colorín, una imagen ligera y hueca que representa a Cristo en el momento de su resurrección. La imagen que se encuentra en una de las capillas del claustro del antiguo monasterio franciscano de Tlalnepantla, actual Catedral, había pasado inadvertida. La única referencia histórica que se pudo rescatar, fue en el inventario de la catedral, un documento de 1786 que nos habla sobre el lugar donde se encontraba y también que tenía el título de “El Señor de la Ascensión” en el retablo del Santo Entierro dentro de la nave de la antigua parroquia.



El texto menciona lo siguiente: “La imagen en su nicho con vidrios (finos) romanos, colchón de bramante, sábana de Bretaña y sobrecama de media tela encarnada, tres almohadillas. Una imagen del Señor de la Ascensión con capa de seda, vieja, resplandor de madera dorada. Cinco lienzos grandes y dos chicos de buena pintura bien tratados, banco y sotabanco de madera pintado de encarnado; frontal de bastidor viejo. Una cruz de madera ordinaria de una cuarta; un atril viejo plateado. Archivo Histórico de la Catedral de Tlalnepantla 1786”.
De acuerdo con el maestro Amador; menciona que, “en lo concerniente a dicha referencia como Señor de la Ascensión, es interesante entenderla en su contexto, ya que, ante el titular del altar, el Cristo Difunto, establecía una sencilla lectura de cumplida victoria sobre la muerte, que mantiene cuando los Domingos de Resurrección se la coloca en el retablo mayor, ocupado el resto del año por la efigie similar del Cristo de las Misericordias estableciéndose con un efectivo juego de cambios iconográficos pero con un mismo o similar referente ”. El Señor de las Misericordias, es otro Cristo igualmente de la misma manufactura y origen que si bien, correspondería a que fueron mandados a realizar por el mismo autor con la finalidad de estar directamente en Tlalnepantla lo que los llevaría al mismo complemento pasionista, que los frailes o devotos de aquella época indicaran al obrador de ambas piezas.
La escultura fue propiamente restaurada en 2016, por parte de los expertos en restauración Claudia Alejandra Garza, Ramón Avendaño y Naitzá Santiago, la Restauración cayó patrocinada por la Catedral de Tlalnepantla y por el Museo Amparo de la Ciudad de Puebla, ya que la pieza fue prestada en dicho año para la exposición “Al canto de las Quimeras”.
CRISTO RESUCITADO DEL CARMEN ALTO

Otra imagen del Resucitado que sin duda alguna posee un gran valor para la historia de una Ciudad, pero también de una devoción impresionante para el pueblo oaxaqueño como lo es la Virgen de la Soledad, Reina y Madre de Oaxaca, es la del Señor Resucitado que se encuentra en la iglesia del Carmen Alto, una imagen que nos dice la tradición que llegó a la Ciudad de Oaxaca en la misma caja donde estaba la efigie de la Soledad el 18 de diciembre de 1620.
Se trata de una imagen tallada en madera, probablemente de tipo ligera también, de cuerpo completo que hasta el día de hoy se le rinde culto y especial veneración en el templo del Carmen Alto el Domingo de Resurrección, en el que se realiza una solemne procesión por las calles de la Ciudad de Oaxaca. La tradición nos cuenta que antiguamente, muy de mañana, alrededor de las 4:00 de la madrugada, salía de la ermita de la Vera Cruz la imagen del resucitado en una solemnísima procesión y que de la ermita de San Sebastián (actual Basílica de la Soledad) salía la imagen de la Santísima Virgen de la Soledad y que el pueblo oaxaqueño con gran fervor formaba las procesiones con las imágenes que juntas habían llegado a la verde Antequera y que de nuevo, llegaban a encontrarse entre los coros de la Catedral y que generaba en los fieles devotos, una ternura sin igual. Y que, después de cantar himnos y alabanzas, ambas imágenes regresaban a sus templos en donde desde su llegada a la Ciudad, las autoridades eclesiásticas habían dispuesto que residieran.
Se nos dice que, en las fiestas de la Resurrección, el templo del Carmen, se llena de olor a incienso y romero, se llevan a cabo múltiples actos de devoción popular, como la danza de la pluma de la Villa de Zaachila que ofrecen su música y pasos a la imagen de Jesús, desfilando las chinas oaxaqueñas ataviadas con sus vistosos y elegantes trajes y joyas y qué decir de las enormes canastas de cohetes que se bailan al ritmo del tradicional Jarabe del Valle. Dando paso a la quemada de los toritos con la participación los visitantes entonando el característico vals “Dios nunca muere” mientras se lleva a cabo la quema del castillo.
FUENTES:
- Singulares aportaciones desde la restauración para el conocimiento de la escultura ligera novohispana. El caso del Señor de la Ascensión (Cristo Resucitado) de la Catedral de Tlalnepantla, México, y su adscripción al Taller de Cortés. De Pablo Francisco Amador Marrero
- https://www.viveoaxaca.org/2014/04/procesion-del-cristo-resucitado-en.html