«La Virgen María es nuestra protectora, con tal defensora no hay nada que temer…»

Por: Diego Rodarte
A lo largo de la historia de nuestra nación, la figura de Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María, ambos en sus diferentes advocaciones, han cobrado relevancia como patrones de las causas justas en la lucha por la libertad y como especiales protectores en momentos críticos durante la guerra, poniendo a prueba la fe de quienes están al mando de los ejércitos libertarios, que al obtener la victoria sobre el enemigo han otorgado grados militares a imágenes Cristo y de la Virgen María que gozan de especial veneración.
En el marco del aniversario de la Independencia de México, te presentamos la historia de algunas imágenes sagradas que han sido condecoradas con un Generalato.
GENERALA DEL EJÉRCITO REALISTA Y BANDERA DE LOS INSURGENTES
El 16 de septiembre de 1810 los insurgentes encabezados por el cura Miguel Hidalgo y Costilla salieron del pueblo de Dolores con rumbo a San Miguel el Grande, y al pasar por Atotonilco, Hidalgo tomó como bandera un lienzo de la Virgen de Guadalupe, y enarbolándola, se dirigió a la muchedumbre gritando: «¡Viva la América, muera el mal gobierno!» y «¡Viva Nuestra Madre Santísima de Guadalupe!».
El papel que jugó la Guadalupana en la causa insurgente fue de gran importancia, además del estandarte, los rebeldes portaban estampas e imágenes de la Virgen Morena. Morelos la llamó «la Patrona de Nuestra Libertad», e incluso uno de los jefes insurgentes, Guadalupe Victoria, adoptó su nombre, y ahora pocos lo recuerdan como Miguel Fernández Félix, su nombre verdadero.
Por su parte, los realistas quisieron oponer a la Señora del Tepeyac un rival a su medida, por lo que el virrey Francisco Xavier Venegas mandó por una veterana de la guerra de Conquista para alzarla cual bandera de sus ejércitos: la Virgen de los Remedios, que según la tradición se les había aparecido a los conquistadores que huían después de la Noche Triste, y había echado puñados de tierra a los ojos de los indígenas que los perseguían.
A la Virgen de los Remedios se le «otorgó» el grado y el apodo de «Generala», fue vestida para la ocasión con los blasones correspondientes a su rango, y recorrió la Ciudad de México, mostrándose lista y dispuesta para enfrentar a los insurgentes.

Ambas imágenes pasaron a convertirse en herramientas para difundir y operar los intereses sociopolíticos de uno y otro bando. Tanta importancia adquirieron, que cuando alguno de los bandos tomaba presa la imagen de la Virgen de los rivales, ésta era enjuiciada, acusada de traición y fusilada.
Se dice incluso que en la Catedral de México fueron colocadas dos imágenes de las advocaciones contrarias como trampa para los adversarios, si alguno pasaba frente a la Virgen de los Remedios sin hacer reverencia y se santiguaba frente a la imagen de la Virgen de Guadalupe, era acusado de traidor y pasado por las armas.
Con la consumación de la independencia, en 1821, llegó la reconciliación de ambas advocaciones a los ojos de los mexicanos. En la actualidad “La Morena y la Generala”, identificadas, en ese entonces como una mexicana y la otra gachupina, comparten la devoción del pueblo de México.
La virgen, en su advocación de Los Remedios, es invocada para que ponga “remedio” a los grandes males, mientras que la Virgen de Guadalupe forjó la identidad del pueblo de México, que a pesar de ser un país laico, ve en la Guadalupana uno de sus más grandes símbolos de unidad.
SEÑOR DE JALPAN: GENERAL DE GENERALES

Cuenta la tradición que, en los primeros años del siglo XX, los conflictos armados que se desataron en todo el país impactaron también en el estado de Hidalgo, y por ende al municipio de Ixmiquilpan, razón por la que surgieron guerrillas contrarias a las autoridades de entonces, que quisieron apoderarse de Ixmiquilpan para saquear y tomar la ciudad como un baluarte, el más importante del Valle del Mezquital.
El General Heredia, que en ese entonces resguardaba la población, sugirió a los vecinos de Ixmiquilpan ocultar la sagrada imagen del Señor de Jalpan para que no fuera ultrajada. Ante tal situación, el General Heredia le promete al Señor de Jalpan que si protege a la población de sufrir en manos de los enemigos lo condecoraría con el grado de General.
Cuando los guerrilleros trataron de entrar y tomar el municipio de Ixmiquilpan, se sorprendieron al ver un imponente ejército debidamente armado. Ante tal visión, los enemigos se sintieron impotentes para combatir y reciben de sus superiores el toque de retirada dirigiéndose hacia el bajío.

Pasado un tiempo considerable, la gente del pueblo recupera la tranquilidad, y animados por el General Heredia, deciden traer la imagen del Señor de Jalpan en solemne procesión del barrio del Maye donde se encontraba oculto, hacia el templo parroquial, con todos los honores que se le rinden a un General.
La condecoración se hizo en la entrada del barrio del Cortijo, actual barrio de Jesús. El General Heredia, bajando de su caballo hace reverencia a la imagen, se desprendió de su banda y la impuso al Señor de Jalapan nombrándolo General de Generales.
Así, cada 15 de agosto, antes de la Misa Solemne, las autoridades civiles y eclesiásticas rinden honores al Señor de Jalpan, mientras que el Obispo de la Diócesis y el Presidente Municipal en turno condecoran al Señor de Jalpan con la banda tricolor reconociendo su autoridad militar.
NUESTRA SEÑORA DEL PUEBLITO, PROCLAMADA GENERALA POR EL EJÉRCITO

El 29 de octubre de 1810, las tropas realistas que se hallaban en la ciudad de Querétaro bajo las órdenes del brigadier don Ignacio García Rebollo y del coronel don Manuel Flon, Conde de la Cadena, juntamente con el M.I. Ayuntamiento y las Autoridades eclesiásticas, proclamaron Generala a la Santísima Virgen del Pueblito, en una función solemne celebrada en la Iglesia de Santa Clara, y le terciaron sobre el pecho una rica banda como correspondiente Insignia militar y pusieron en sus manos el bastón de mando.
El brigadier don Félix María Calleja mandó pintar en sus banderas la imagen de Nuestra Señora del Pueblito, y se lanzó sobre los insurgentes en las montañas de Aculco, derrotándolos completamente.
Fue así como se decretaron para Nuestra Señora del Pueblito los honores militares correspondientes. Cuando la Virgen pasaba en procesión por el Palacio Municipal, al grito de ¡Guardia a su Majestad! La tropa se formaba con la bandera a la cabeza, sonaban los clarines, batían marcha los tambores y los soldados con una rodilla en tierra presentaban armas.
Consumada la Independencia de México, el 27 de septiembre de 1821, la Santísima Virgen del Pueblito continuó siendo reconocida Generala por el ejército independiente, lo que honraba a militares de alto relieve y sencillos creyentes como los Generales Osollo, Miramón, Mejía, Juevera y aún el mismo General Arteaga, no obstante que era de bando contrario, quienes llevaban en andas y vestida de gala la imagen de Nuestra Señora del Pueblito en las procesiones públicas de la ciudad de Querétaro.
En 1858, en una procesión por las calles, iba incorporado el Ejército Restaurador con sus tres armas al mando de los Genrales Miramón, Osollo y Mejía. Este último era tan devoto de Nuestra Señora del Pueblito, que siempre llevaba consigo una imagencita de la Divina Señora y adoptó por grito de combate al entrar en acción de guerra: “¡Viva la Virgen del Pueblito!” y cuando pasaba por el pueblo de San Pablo Tolimán con sus tropas, se desviaba para ir a orar por unos instantes ante una imagen de Nuestra Señora que en esta advocación se veneraba en una humilde ermita en el cerrito de El Organo, y al retirarse dejaba alguna limosna para el culto. En 1863 la juró su Generala y le regaló una preciosa banda militar.
En 1863, el ilustre General Don Tomás Mejía, volvió a jurarla Generala imponiéndole nuevamente la Banda Generalicia tricolor en el pecho, renovando así su mando y patrocinio, ofreciéndole su espada con rodilla en tierra, como signo de respeto y amor profundo.
EL GENERALÍSIMO: SEÑOR DE LAS AGONÍAS

En la etapa final de la guerra de independencia, una dura batalla se desató en un llano cercano a Juchitepec y el General al mando, Anastasio Bustamante, al notar que su ejército iba perdiendo, miró hacia la iglesia del pueblo y se encomendó al Santo Patrón del lugar sin saber de quien se trataba, fue entonces que en medio del polvorín y el humo de los cañones apareció una imagen de Jesús Crucificado y el ejercito que parecía vencido comenzó a ganar la batalla.
Al terminar el combate, el General Bustamante con su ejército victorioso se dirigió a la parroquia de Santo Domingo de Guzmán y al abrir las puertas vio al Señor de las Agonías tal y como se había manifestado durante la batalla y como muestra de agradecimiento se quitó la banda militar que lo distinguía para colocarla sobre el pecho del Señor y a sus pies colocó su sable: “Tú ganaste la batalla, no yo, Tú eres el General de Generales”.
Fue así como empezó a llamarse el General de Generales o El Generalísimo, por eso, durante sus festividades se le rinden honores izando la bandera nacional en su santuario acompañados de una banda de guerra y el disparo cañones para honrar al Señor de los Ejércitos.
LA GENERALA: NUESTRA SEÑORA DE ZAPOPAN

Consumada la Independencia de México y proclamado el Plan de Iguala, la ciudad de Guadalajara era gobernada por el General José de la Cruz hacia 1821. Contemplando el movimiento ascendente de la insurgencia y mirando que el gobierno español había perdido fuerza y que no tendría apoyo esta porción de la Nueva Galicia, estuvo guardando una actitud vacilante.
A un llamado superior, el brigadier don Pedro Celestino Negrete se presentó en San Pedro Tlaquepaque el 12 de junio de 1821 y por la tarde, reunida la oficialidad de su división, se decidió proclamar la Independencia, por lo que el 13 de junio se reunieron de nuevo y juraron el Plan de Iguala, anunciando que su voto general era «Independencia o muerte» a todo aquel que se opusiera, razón por la que el General Cruz salió huyendo, precisamente por Zapopan.
Ese mismo día, las tropas del Brigadier Negrete entraron a Guadalajara, coincidiendo con la llegada de la sagrada imagen de Nuestra Señora de la Expectación de Zapopan a la iglesia de Santa Teresa para iniciar con su recorrido anual por la ciudad. Fue una gran impresión que la procesión de Nuestra Señora de Zapopan se encontrara con las tropas del don Celestino Negrete, por lo que el General reconoció que la consumación de la lucha de Independencia se debía al auxilio especial de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Zapopan.

Para inmortalizar la memoria de aquel 13 de junio de 1821, se exhortó a que todas las corporaciones de la ciudad se reunieran para jurar con solemnidad a María Santísima de Zapopan por Generala de Las Armas de la Nueva Galicia, lo que aconteció el 15 de septiembre de 1821 en una imponente ceremonia en la Catedral de Guadalajara.
La Virgen de Zapopan lucía ricamente en el altar mayor y después de presentado el juramento, se impuso a la sagrada imagen el bastón y la banda de Generala. Los aplausos y los vivas se confundieron atronadores con el toque de clarines y el redoble de tambores; el ejército presentó armas a su Generala y la salva de ordenanza atronó el espacio con 21 cañonazos.
Dos años después, al ser proclamado y reconocido el estado de Jalisco, María Santísima de Zapopan fue reconocida como Generala y Protectora Universal del Estado Libre de Xalisco, título ratificado en su nombramiento militar por el coronel José María Blancarte en 1852 y ratificado nuevamente en 1894 por el Congreso y el gobernador del estado de Jalisco, Luis del Carmen Curiel.
FUENTES
NTRA. SEÑORA DEL PUEBLITO, COMPENDIO HISTÓRICO DE SU CULTO, Canónigo Don Vicente Acosta y Don Cesareo Munguía.
BREVE HISTORIA DE NUESTRA SEÑORA DE ZAPOPAN, Fr. ángel S. Ochoa V., O.F.M., Zapopan, Jal. 1961.
SEÑOR DE JALPAN: GENERAL DE GENERALES, CRÓNICA DE LA CONDECORACIÓN DE LA IMAGEN COMO GENERAL. Video.