«Rey Santo, tú que sentiste tanto amor por nuestro Señor, que con fe y heroísmo dirigiste las Cruzadas para rescatar los santos lugares en Jerusalén, enséñame a seguir tu ejemplo de fe, entrega y caridad…»
Por: Diego Rodarte / Humberto Raí Ramírez
San Luis Anáhuac, Villa del Carbón, Edomex.
Un pueblo de raíces Otomíes, ubicado al sudeste del municipio de Villa del Carbón, en el Estado de México, cuya principal actividad es la agricultura y la ganadería, famoso por la presa que cubrió lo que alguna vez fuera un antiguo pueblo, conocido en la época prehispánica como Michmaloyan. Es el pueblo de San Luis Anáhuac, que cada 25 de agosto celebra con júbilo a su Santo Patrón, San Luis Rey de Francia, Patrono de la Tercera Orden Franciscana y que fuera venerado en una antigua capilla levantada por los franciscanos en el viejo pueblo de San Luis de las Peras.
Durante la época prehispánica, Michmaloyan (que se puede traducir como “lugar donde emanan peces”) perteneció al gran señorío de lo que hoy es Chapa de Mota, donde radicaban familias de la nobleza indígena otomí originarias de Michmaloyan, cuyos señores principales fueron reconocidos por los españoles como Caciques, que tuvieron que desarrollar estrategias para mantener su posición durante el periodo novohispano, en este contexto, fundaron el pueblo de San Luis Michmaloyan o San Luis de las Peras.
La evangelización de Michmaloyan corrió a cargo de los misioneros franciscanos, quienes construyeron un templo dedicado a San Luis Rey de Francia, perteneciente al curato de Nuestra Señora de la Peña de Francia, en Villa del Carbón. Se cree que el templo de San Luis tuvo diferentes modificaciones a lo largo de su historia, por lo que no es extraño pensar que pudo haber existido un retablo de estilo barroco donde, posiblemente en el siglo XVIII, fuera entronizada la escultura de San Luis Rey de Francia que actualmente se venera en la capilla de San Luis Anáhuac.

En 1932, el presidente Abelardo L. Rodríguez decidió desalojar el pueblo para crear una presa que abasteciera de agua al estado de Hidalgo, lo que obligó a los habitantes a mudarse a las partes altas de los alrededores, quedando sumergidos bajo el agua los asentamientos de aquella población, entre ellos la iglesia de San Luis Rey de Francia y el templo del Señor del Quejido, un Cristo venerado en aquel lugar a raíz de un prodigio ocurrido a principios del Siglo XVIII.
Fue así como se dividió la población, conformando los pueblos de San Luis Taxhimay y San Luis Anáhuac, también conocido como “Toriles”, por haberse establecido en una zona donde, según algunas versiones, existían criaderos de toros.
EL SORTEO DE LOS SANTOS
Un hecho importante que marcó la historia de la población fue el conflicto entre ambas comunidades que se disputaban la posesión de las imágenes titulares de los templos del antiguo pueblo, lo que desencadenó una serie de hechos violentos entre los habitantes de Taxhimay y Anáhuac.
De acuerdo con un documento que se conserva en el pueblo de San Luis Anáhuac, la imagen de San Luis Rey de Francia, Patrono titular del pueblo, y la imagen del Señor del Quejido, ambas bajo resguardo de las autoridades civiles, estaban destinadas al pueblo de San Luis Anáhuac – Toriles, pero los habitantes de Taxhimay peleaban la custodia de ambas imágenes, lo que propició varias discusiones que terminaban en pleitos que parecían interminables.

Al no llegar a un acuerdo, se decidió hacer un sorteo para repartir las imágenes. Hay quienes afirman que fue a través de un “volado” que se determinó llevar al Señor del Quejido junto con las pertenencias de la iglesia grande de San Luis a Taxhimay, mientras que la imagen de San Luis Rey debía ser trasladada junto con las pertenencias de la iglesia del Señor del Quejido a San Luis Anáhuac. Pese a la decisión echada a las suertes, algunos habitantes relatan que los vecinos de Taxhimay intentaron llevarse la imagen de San Luis Rey. Existe la leyenda popular de que lograron llevarse a San Luis en más de una ocasión, pero en cada intento, el santo volvía a aparecer en la capilla de San Luis Anáhuac.
Con el paso del tiempo, los ánimos se fueron calmando y cada comunidad siguió su ritmo de vida, mientras que la presa de Taxhimay se convirtió en uno de los principales destinos turísticos, donde destacan en medio del agua la torre de la iglesia de San Luis de las Peras y parte de la estructura del templo del Señor del Quejido, construcciones a las que se puede accesar en lancha o a pie cuando baja el nivel del agua de la presa.

La imagen venerada en San Luis Anáhuac que representa al rey Luis IX, de Francia, se puede deducir, por las características que lo componen, que es una imagen de talla mediana elaborada en madera y ya que posee ojos de vidrio, se puede ubicar cronológicamente en el siglo XVIII.
Conserva una policromía y estofados aparentemente en buenas condiciones en su mayoría. Los diseños de los estofados posiblemente no sean los originales ya que tiene diseños florales que no corresponden a los típicos de las tallas de esa época. Representa al Santo rey en actitud glorificada, portando en su mano derecha una espada, símbolo de las batallas realizadas por conservar los lugares santos y las santas reliquias, en su mano izquierda lleva lo que pudiera identificarse como un pañuelo juntamente con un cetro, símbolo de su realeza al igual que su corona real que está formada de un circulo dorado enriquecido con detalles que simulan piedras preciosas, florones que tal vez simbolizan hojas de apio, cubiertos de otras tantas diademas cargadas muy posiblemente de perlas doradas simbólicas, cerrada por lo alto y que juntas forman un globo que en su remate tiene el orbe y una cruz por tratarse de un rey católico.
FIESTA Y FORMA DE ORGANIZACIÓN

Como toda comunidad, el pueblo de San Luis Anáhuac tiene una forma de organización, tanto en lo civil como en lo religioso, por lo que un grupo de fiscales o mayordomos son los encargados de custodiar y mantener en buenas condiciones la capilla de San Luis Rey. Los mayordomos asumen el cargo de manera voluntaria por periodos de tres o cinco años, pero si no hay quien quiera tomar el cargo, pueden continuar por tiempo indefinido.
Todos los fines de semana, los mayordomos, junto con familiares acuden a la capilla para hacer limpieza, cambiar las flores y preparar lo necesario para la celebración de la Santa Misa, haciéndola también de sacristán durante las celebraciones. Para las fiestas patronales, suelen organizarse con otros grupos que aportan diferentes elementos que forman parte de las celebraciones: la portada, los cohetes, el arreglo floral, el castillo, etcétera.
Cuando un mayordomo decide dejar el cargo, el Párroco de Villa del Carbón, a cuya jurisdicción pertenece la capilla de San Luis Anáhuac, pregunta entre los fieles quien quiere asumir la mayordomía, de no haber un voluntario, recurre directamente a las familias para solicitar el apoyo, y quienes aceptan, asumen el compromiso como un acto de servicio y devoción a su Santo Patrón.
Uno de los momentos más importantes para el pueblo y que concentra toda la fe popular de sus habitantes es sin duda la fiesta en honor a su Santo Patrón. La fiesta de San Luis Rey es una muestra de esplendor religioso y sincrético que está llena de signos y símbolos que caracterizan las celebraciones de los pueblos de la región norte del Estado de México.
Los preparativos de la festividad se empiezan a desarrollar con varios meses de anticipación ya que es una celebración que involucra a la mayoría de los pobladores. Se inicia pidiendo la cooperación económica para cubrir algunos gastos de la fiesta. A esta organización se suman otros grupos de personas que preparan la elaboración de las portadas, las danzas, especialmente el grupo de concheros, la pirotecnia, los adornos del templo, entre otros.

La fiesta tiene como objetivo honrar y agradecer a Dios el patrocinio de San Luis Rey y los favores recibidos durante todo el año. Los días de fiesta son tres: 24, 25 y 26 de agosto, siendo el 25 de agosto el día principal.
El 24 de agosto se realizan todos los preparativos de las fiestas antes de celebrar las vísperas. Se inicia con la elaboración de las tradicionales portadas que engalanarán las entradas de las dos iglesias de San Luis. Las portadas pueden ser de diversos materiales, por ejemplo, de flores artificiales, de papel, aserrín o de cucharilla, siendo esta ultima la de mayor relevancia y tradición, ya que se prepara con mucha anticipación y se realiza toda una ceremonia, desde el ir por las piñas de cucharilla, separarla y el pintado de la misma. A la elaboración de las portadas llegan varios hombres de la comunidad que ayudan en su realización. También llegan varias personas, especialmente mujeres que preparan los alimentos que servirán para compartir al finalizar los trabajos de las portadas.
Posteriormente se hace el levantamiento y colocación de las portadas en los templos, con el repique de campanas, quema de cohetes y música de banda, iniciando así la fiesta patronal. Por la tarde se hace una procesión para ir por las ceras y las imágenes de la casa donde están resguardadas y se llevan al templo de San Luis para ser ofrendadas en medio de la música de viento y el estruendo de la pólvora. Entrada la noche, se celebra la Santa Misa de vísperas con gran solemnidad y al terminar, se lleva a cabo la quema de fuegos pirotécnicos que consiste en toritos, vistosos castillos y bombas que dan luz y color a la fiesta.
La mañana del 25 de agosto se le dan las tradicionales mañanitas al Santo Patrono del pueblo con banda de música y quema de cohetones. En ocasiones, los devotos del santo suelen llevar mariachis que también durante la mañana le dan mañanitas a San Luis en su día, también llega la danza de concheros que recibe a varios danzantes de otros pueblos y lugares, no solo del Estado de México y la ciudad, sino también de otros estados del país. Al medio día se realiza la Misa Solemne en honor de San Luis y al terminar se realiza una procesión con el Santísimo Sacramento, acompañada de los fieles y de la banda de música. Al finalizar los actos religiosos se lleva a cabo la tradicional “mojiganga” y demás eventos como el jaripeo, y actividades recreativas que entretienen a propios y extraños. Por la noche se reza el Santo Rosario y la quema de pirotecnia para cerrar el día principal dedicado al patrón de Anáhuac.
El día 26 se le conoce como el día de tornafiesta en la cual hay mañanitas y misa en agradecimiento al Señor San Luis para cerrar así las fiestas patronales.
El 6 de enero, día de Los Santos Reyes, el pueblo de San Luis Anáhuac celebra nuevamente a su Santo Patrón, siguiendo la misma dinámica del mes de agosto.
SANTO MILAGROSO Y CASTIGADOR

Entre las creencias populares que existen en torno a la imagen de San Luis Rey de Francia, los fieles de Anáhuac afirman que se trata de un Santo que puede ser o «muy milagroso o muy castigador», pues quien asume algún compromiso con él, por muy pequeño que sea, debe cumplirlo puntualmente o será reprendido con algún acontecimiento desafortunado que lo obligue a cumplir su promesa.
Una de las tradiciones propias del pueblo de San Luis Anáhuac, es el jaripeo que se realiza el día de la fiesta, por lo que los organizadores empiezan a buscar entre los habitantes quien les preste los toros para montarlos. Un joven de la comunidad ofreció las reces de su familia para el rodeo, pero cuando los organizadores fueron a confirmar el compromiso, se encontraron ante la negativa del padre de aquel joven, así que el jaripeo se desarrolló sin aquellas reces.
El día de la torna fiesta, el dueño de aquel ganado salió como de costumbre para llevar a pastar a sus animales, pero cuando se encontraban en el río, una de las vacas cayó al piso, como si alguien le hubiera tronchado las patas y ya no se pudo levantar, a los tres días, el animal tuvo que ser sacrificado. Uno de los hijos llamó la atención del dueño y le dijo que de haber prestado los animales para el rodeo en honor al Santo Patrón, seguramente eso no hubiera sucedido.
En la década de los años cincuenta, San Luis Anáhuac era uno de los pueblos carboneros que le daban nombre a Villa del Carbón, pero la deforestación y la tala excesiva de árboles hizo que el gobierno prohibiera la producción de carbón.

Cierto día, autoridades de Tepojaco descubrieron a una familia de carboneros haciendo carbón en su propiedad, y sin decir nada se fueron para después entrar con soldados federales por las comunidades de San Buenaventura, San José y San Ignacio y detener a las personas que se dedicaran a la producción de carbón, lo que desencadenó un conflicto entre las autoridades y los carboneros.
Al llegar a San Luis Anáhuac, los soldados dirigidos por Fidel Gómez, Comandante de Tlalnepantla, vieron con sorpresa que un ejército custodiaba al pueblo de San Luis Anáhuac, por lo que emprendieron la retirada; en realidad se trataba de varios mongotes de zacate que estaban enfilados. Se creé que fue San Luis Rey quien transformó esos mongotes para alejar a los soldados y proteger a su pueblo de un ataque por parte de las fuerzas federales.
Otro relato dice que en el pueblo hubo un periodo de tiempo en el que la gente del pueblo dejó en el olvido el cuidado de su iglesia y de la imagen de San Luis, lo que algunos aseguran que tuvo consecuencias trágicas para los pobladores, ya que según se cuenta, empezó a morir mucha gente del pueblo sin razón aparente, hasta que algunos cayeron en la cuenta del olvido en el que estaba su centro religioso y procedieron a hacer limpieza del templo y de la imagen cubierta por polvo y telaraña, pidiendo perdón a San Luis por haberlo dejado en el abandono, solamente así terminó aquella misteriosa mortandad.
Pero la misericordia también es una de las cualidades de San Luis Rey para quienes lo buscan con fe sincera, pues un hombre de otra comunidad que solía visitar a San Luis en su fiesta, empezó a tener problemas para moverse al grado de no poder caminar, aún así, hizo el compromiso de ir a la fiesta y presentar una gruesa de flores para el santo patrón. Aún con la desaprobación de su familia, el hombre tomó una tercia de flores y la cargó sobre los hombros y con dificultades emprendió el camino a San Luis Anáhuac, pero conforme fue avanzando, las molestias fueron desapareciendo y pudo llegar sin problemas a los pies de San Luis Rey de Francia, saliendo de ahí contento, pues sus malestares habían desaparecido.
LUIS IX

Para los fieles de San Luis Anáhuac, el 25 de agosto es un día importante y sagrado, pues la Iglesia Católica celebra la memoria litúrgica de San Luis, noveno rey de Francia, nacido en Poissy el 25 de abril de 1214, hijo de Luis VIII y la española Doña Blanca de Castilla.
A la muerte de su padre, fue coronado rey a la edad de 12 años bajo la guía de su madre, quien lo educa cristianamente, infundiendo en él los valores de una vida pura, aprendiendo los oficios propios del cargo que debía desempeñar, acrecentando el anhelo constante de un servicio divino, de una sensible piedad cristiana y de un profundo desprecio a todo aquello que pudiera suponer en él el menor atisbo de pecado.
En 1234 asume el gobierno, esforzándose por establecer la justicia y la paz en su reino, dedicado a la oración, la penitencia y la caridad para con los pobres, a quienes frecuentemente sentaba en su mesa, lavándoles los pies y sirviéndoles él mismo a imitación de Cristo, por lo que más tarde, el pueblo francés le adjudicó los títulos de Padre de su pueblo y Sembrador de paz y justicia.
En 1238 lleva solemnemente a París la corona de espinas de Nuestro Señor Jesucristo que logró recuperar con su propio dinero de manos de los venecianos y construye para ella, en su propio palacio, una esplendorosa capilla, que desde entonces tomó el nombre de Capilla Santa, además, siguió con gran atención los trabajos finales de la catedral de Notre Dame.
En 1248, Luis IX viajó a Tierra Santa, donde fue hecho prisionero y tras el pago de un rescate, regresó a su reino e inició grandes reformas, fundó hospitales y monasterios, y donó a su hermana, la beata Isabel, las tierras de Longchamp para construir una abadía para las monjas de Santa Clara.
Durante su reinado se vivió un periodo de gran evolución cultural, intelectual y teológica, pues pudo dialogar en varias ocasiones con San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino; y junto a su capellán, Robert de Sorbon, fundó la Sorbona en 1257.

En su afán por regresar a Tierra Santa y viajar a Egipto para convertir al Sultán, llegó a Cartago donde cayó enfermo víctima de la peste al estar cuidando de los enfermos y moribundos, entregando su alma al creador el 25 de agosto de 1270, a los 56 años de edad y 40 de reinado.
El cuerpo de Luis IX fue trasladado primeramente a Sicilia y después a Francia, para ser enterrado en el panteón de San Dionisio, de París. Desde ese momento iba a servir de gran veneración y piedad para todo su pueblo. Unos años más tarde, el 11 de agosto de 1297, fue solemnemente canonizado por Su Santidad el Papa Bonifacio VIII en la iglesia de San Francisco de Orvieto (Italia).
San Luis Rey de Francia es considerado patrón de la Tercera Orden Franciscana por su cercanía con los franciscanos, entre ellos el Beato Pacífico, uno de los primeros frailes franciscanos que influyó en su educación. Como preparación penitencial para ir a las cruzadas, el rey Luis se presentó en el Capítulo General de los Franciscanos, celebrado en Senz en el año 1284, presidido por el ministro general, Fray Juan de Parma.
Parece ser que fue en peregrinación al sepulcro de San Francisco de Asís y se entrevistó en Perugia con fray Gil, uno de los primeros compañeros de San Francisco. Un franciscano cercano a él lo ayudó en varios asuntos políticos. Se dice que poco después de casarse, tomó el hábito de la Tercera Orden Franciscana Seglar, con la intención de ingresar a la Primera Orden cuando su hijo mayor tuviera edad para gobernar, sin embargo, no hay dato histórico que lo pueda confirmar.
Aunque no se pueda probar la asociación formal a la Tercera Orden por parte de San Luis IX, su espiritualidad estuvo influenciada por el franciscanismo. La Tercera Orden de la Penitencia Franciscana ve en San Luis Rey un modelo de príncipe cristiano comprometido con los más débiles; los terciarios franciscanos lo contemplan con muchas virtudes coherentes con su forma de vida, por lo que varios templos fueron puestos bajo su patrocinio.
Agradecimientos:
José Martínez Ángeles, Mayordomo
Rodolfo Pérez Cruz
Erick Osorio