El Santo Niño de Tlalolinco

«Y aunque tu amor no merezco, no recurriré a ti en vano, pues eres Hijo de Dios y consuelo del Cristiano».

Por: Diego Rodarte

Cuajimalpa de Morelos

En 1914, Emiliano Zapata y su ejército tomó Cuajimalpa, Milpa Alta y Xochimilco, lo que mas tarde traería una serie de enfrentamientos como el combate del Contadero entre Carrancistas y Zapatistas. Ese mismo año, comenzaba una etapa de hostilidad entre el Gobierno de México y la Iglesia Católica, lo que dio paso a una cruenta persecución que se tradujo en el robo de los templos y la profanación de imágenes y objetos sagrados, razón por la que los fieles se vieron en la necesidad de esconder las imágenes religiosas que gozaban de especial veneración como devoción particular o de culto público.

En este contexto, fue hallada la imagen del Santo Niño de Tlalolinco, venerado en la Parroquia de San Pedro Apóstol, en el corazón de Cuajimalpa, y aunque se desconoce el origen de la escultura, algunos testimonios de los abuelos refieren que podría tener más de 200 años.

El Niño de Tlalolinco fue encontrado en un tapanco dentro de una casa, ubicada en un predio denominado Tlalolinco, en lo que hoy es la calle de Tamaulipas, un 17 de enero, en tiempos de la Revolución Mexicana. No se sabe si fueron los revolucionarios o una familia los que escondieron la imagen, y el motivo por el que la ocultaron en ese lugar, del que se dice, era una loma en dónde había árboles y una vereda.

Desde entonces, comenzó la veneración a la pequeña imagen bajo el nombre de El Santo Niño de Tlalolinco, por el sitio en el que fue encontrado, quedando en manos del señor Crescenciano Gutiérrez, quien fue el primer encargado de custodiar al Niño de Tlalolinco. Después del señor Crescenciano, el matrimonio conformado por los señores Felipe Segura y Manuelita De Segura, se encargó de custodiar la imagen, y cada 17 de enero celebraban con una misa solemne el aniversario de su descubrimiento.

Como el matrimonio no tuvo hijos, la pareja tomó la decisión de entregar la imagen al señor Rodolfo Ruiz Santillán, quien era un gran devoto del Niño de Tlalolinco, ya que en su juventud se vio favorecido por un milagro que el Niño le concedió, al padecer un problema de salud del que los médicos aseguraban que no sobreviviría, Rodolfo se recuperó después de encomendarse al Niño de Tlalolinco.

IMAGEN DEL SANTO NIÑO TLALOLINCO

«Un día los señores tocaron al pequeño zaguán de madera de la casa de mi papá, y llegaron con el Niño y sus maletitas con su ropita…le dijeron: Rodolfo, traemos al niño porque sabemos que tú le tienes mucha fe y mucho cariño, y te lo venimos a dejar, lo único que te pedimos es que lo veneres el día 17 de enero, que le hagas su misa y su fiesta», así lo narra María de Lourdes Ruiz Soto, hija de don Rodolfo Ruiz y actual encargada de la imagen del Niño de Tlalolinco y de organizar su festividad.

Es así como desde 1947, don Rodolfo se hizo cargo del Niño de Tlalolinco, organizando visitas, misas y procesiones previas a su festividad, pero debido a algunos malentendidos, el Niño dejó de salir mucho tiempo y permaneció en la Parroquia de San Pedro.

«Antes de fallecer mi papá me lo encargó mucho, que no se me olvidara su misa, que fuera un domingo cercano al 17 de enero o el mismo 17 de enero… después me caso y mi esposo me hace compañía y entre los dos empezamos a hacer las visitas a las casas otra vez», recuerda Lulú Ruiz, quien desde 1987 promueve la devoción al Niño Tlalolinco y que año con año ha ido creciendo gracias a los testimonios de los milagros relacionados principalmente con cuestiones de salud.

Uno de los grandes milagros es el que cuenta el profesor Victorino Romero García, quien relata que cuando tenía seis o siete años, él y su hermano mayor se vieron afectados gravemente por una epidemia de tifoidea que cobró la vida de muchos niños en Cuajimalpa. Ante la gravedad de la enfermedad, ya que en ese tiempo no había cura para el tifo, los médicos le dijeron a sus padres que no había más remedio que rogarle a Dios por la vida de sus hijos, porque seguramente iban a morir de esa enfermedad.

Entonces, la señora Engracia, madre de Victorino, se acercó al Niño de Tlalolinco y puso en sus manos la vida de sus dos hijos, que milagrosamente se salvaron. La familia del profesor Victorino tiene una gran devoción al Niño de Tlalolinco gracias a este milagro ocurrido hace más de 70 años.

EL NIÑO DE TLALOLINCO DENTRO DE SU NICHO A LA ENTRADA DE LA PARROQUIA DE SAN PEDRO

En el 2006, a petición de los devotos y con autorización del Padre Pedro Pantoja, el Niño comenzó a visitar nuevamente los hogares para el novenario previo al día de la fiesta. Al principio, el Niño de Tlalolinco solamente visitaba nueve casas para los rosarios, pero conforme se fue dando a conocer, más gente se fue anotando, al grado que se tuvieron que extender las fechas de las visitas:

«Hace un año tuvimos que hacer un novenario de 23 días porque más familias quieren tenerlo en sus casas, empezamos el 2 de enero y terminamos el último domingo de enero con la festividad… hay familias que lo reciben con mariachi y con marimba, gente que lo recibe como si fuera una fiesta realmente de un niño, dan dulces, incluso hasta piñata le han llegado a hacer…», comenta Lulú Ruiz, que como madrina del Niño lo recibe en su casa el último día del novenario.

Cada familia recibe al Niño de Tlalolinco de manera diferente, y sale de la penúltima casa acompañado de la banda y una comparsa de chinelos hasta la casa de los padrinos, donde pasará toda la noche. La mañana del domingo, día de la fiesta, el Niño de Tlalolinco recibe las tradicionales mañanitas con mariachi y se prepara para salir en procesión a la Parroquia de San Pedro Apóstol para la misa solemne:

«Me pongo de acuerdo con las catequistas para que inviten a los niños de la doctrina que vayan por él y le hagan una valla para que venga en medio de ellos. Los acompaña el Párroco, van los acólitos, y lo traemos de regreso a su casa y después de su misa y la fiesta, se queda aquí hasta el próximo año», explica Lulú.

En este año 2021, el 17 de enero, aniversario del hallazgo del Niño de Tlalolinco, cayó en domingo, por lo que Lulú y su familia habían planeado una gran celebración, pero debido a la contingencia sanitaria por la propagación del virus SARS-CoV-2, los festejos al Santo Niño tuvieron que hacerse de manera simbólica, solo se realizó un novenario y la misa solemne de la fiesta, todo a puerta cerrada y transmitido a través de las redes sociales.

Uno de los momentos más emotivos de la celebración, fue la llegada de un matrimonio que no podía tener hijos y que llevó a presentar a su bebé de tres meses de edad ante el Niño Tlalolinco, a quien durante una visita le pidieron el milagro de poder concebir un hijo:

«Cuando los vi llegar que venían con su bebé, me dio mucha emoción porque recordé lo que nos platicaron. Hace un año el Niño fue a su casa, lo recibieron muy bien, un día de mucho gozo para la señora que lo recibió de rodillas y le dijo: Niño Jesús, Niño de Tlalolinco, yo lo que te quiero pedir es un bebé. Sé que los médicos me han dicho que no, pero yo quiero un bebé. Y efectivamente, cuando pasaron tres meses llegaron a visitarnos y nos dijeron: Lulú, estoy embarazada, quiero darle las gracias al Niño de Tlalolinco porque ya llevo tres meses de embarazo… entonces es un testimonio muy bonito.

Cuando entraron ellos con el bebé de tres meses, le trajeron un presente al niño, quisieron compartir un pan con nosotros, la verdad me dio mucha emoción porque dije: Niño, no cabe duda que tú estás aquí y estás presente, que eres grande, ese es el más reciente de tantos milagros que hemos tenido«, expresó Lulú visiblemente emocionada.

De manera casi improvisada y con la debida autorización, el Niño de Tlalolinco salió a recorrer las calles del centro de Cuajimalpa en camioneta, sin la presencia de fieles que acompañaran el recorrido, lo que fue una sorpresa para los devotos que lo vieron pasar desde la puerta de sus casas o sus negocios, pasando por un momento frente a la casa de aquellos que año con año lo acompañan, como una forma de consuelo y llevando esperanza para que la pandemia termine pronto.

«En estos momentos tan difíciles yo le quiero pedir que nos cuide, que cuide a mi familia de esta pandemia, de este virus que anda… le pido no solamente por nuestro pueblo de Cuajimalpa, sino de todo el mundo, por México, por todos los humanos, por todos los que están enfermos.

Si nos hemos llegado a portar mal, Señor, perdónanos, y si tu decisión es que sigamos así, solamente guíanos y dinos como podemos sobrellevar todo esto… hay mucha gente muriendo y sufriendo, ya no hay lugar en los hospitales, pero yo te quiero pedir niñito hermoso que nos ayudes.

Si tu quieres el próximo año todo volverá a hacer igual, con esa gran alegría y esa gran devoción en todas las casas que te reciben y si no es así pues hágase tu voluntad y no la nuestra. En tus benditas manos ponemos la salud de todo el mundo. Gracias Niño de Tlalolinco», concluyó Lulú orando frente al Niño de Tlalolinco.

Durante mucho tiempo, la imagen del Niño Tlalolinco estuvo en el altar mayor de la Parroquia junto con el Patrón San Pedro Apóstol, pero en el 2002, por invitación del padre Pedro Pantoja, la imagen regresó al lugar que tuvo originalmente a la entrada del templo, por lo que los fieles que lo visitan pueden encontrarlo de lado izquierdo de la entrada del templo dentro de un nicho en el que también se conservan juguetes que los devotos le llevan como prenda de agradecimiento por los favores recibidos a través de esta imagen que nos recuerda la infancia de Jesús.

Agradecemos a María de Lourdes Ruiz Soto y a Grupo San Miguel Cuajimalpa por las facilidades para la realización de este reportaje.

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