Por: Diego Rodarte
Tlalnepantla de Baz, Estado de México
El culto a Santa Cecilia, Virgen y Mártir Romana se extendió por todo el mundo junto con el relato de su martirio, hasta llegar a México con los primeros misioneros y cuya devoción encontró tierra fértil en un pueblo fundado en la parte baja del cerro de la Corona y Picacho de la Cruz, que corresponden a la cadena montañosa de la Sierra de Guadalupe. Ahí se levanta un sencillo templo del siglo XVI y en cuyo retablo de estilo neoclásico se venera una singular imagen de Santa Cecilia de Roma, representada con la palma del martirio y el libro de los evangelios, atributos con los que se le representaba hasta finales de la edad media, cuando comenzó a mostrarse tocando el órgano y cantando a Dios.
En las vísperas del 22 de noviembre, fecha en la que la Iglesia celebra la memoria del Martirio de Santa Cecilia, la Parroquia de Santa Cecilia Acatitlán se llena de flores y ofrendas que los fieles del pueblo presentan a su Patrona como agradecimiento por los favores obtenidos gracias a su intercesión, pues aunque no se tiene registro de algún milagro en particular en torno a la imagen de Santa Cecilia, la confianza que los fieles han puesto en su Santa Patrona no se ha visto defraudada.
PUEBLO CON RAÍCES PREHISPÁNICAS

Acatitlán es un nombre de origen náhuatl que describe el crecimiento de grandes cantidades de cañas o carrizos silvestres comunes en las orillas de lagos y lagunas, y que en la actualidad todavía se pueden apreciar en esta población.
El topónimo está compuesto por la palabra Acatl – Caña o carrizo, Ti – abundante o muchas y Tlan – lugar, cerca o entre, y en conjunto dirían Acatl-Ti-Tlan que se traduce como “Lugar entre las cañas o carrizos” o bien “Carrizal”.
Se dice que el pueblo de Acatitlán pudo haber tenido su origen con los primeros asentamientos chichimecas que se establecieron en cuevas y grutas de la Sierra de Guadalupe en el siglo VI, conformando lo que se convertiría en el señorío de Tenayuca al que Acatilán estuvo sujeto, sin embargo, no existen documentos prehispánicos que avalen que fue un poblado fundado por los chichimecas.
Por otro lado, existen evidencias de que Acatitlán fue uno de los pueblos avasallados por los mexicas, prueba de ello es la pirámide que fue descubierta a principios del siglo XX, con características arquitectónicas semejantes a la pirámide de Tenayuca y a la de otros centros ceremoniales que estuvieron sujetos al reino de Tenochtitlán, por lo que existe la teoría de que Acatitlán surgió a raíz de una mezcla de razas provocada por la conquista y vasallaje de grupos étnicos que se establecieron en aquella comarca, o bien, miembros de otras tribus chichimecas que se asentaron en las riberas del Lago de Texcoco.
Siendo los franciscanos los primeros misioneros en llegar a tierras mexicanas, se extendieron con facilidad por la zona del gran lago, llegando hasta poblaciones como Cuautitlán, Huehuetoca, Teocalhueyacan y Tenayuca, estas dos últimas fueron congregadas por los frailes franciscanos, estableciendo en una misma población a dos etnias distintas, los mexicas y los otomíes, dando origen al pueblo de Tlalnepantla.
La tarea evangelizadora llevó a los misioneros hasta el pueblo de Acatitlán, y al observar que en este lugar había adoratorios donde los indígenas efectuaban sus ritos y celebraciones, se asentaron en la región para inculcar el Evangelio, nombrando a Acatilán con el epónimo de Santa Cecilia, en honor a la Mártir de Roma que fue decapitada por permanecer fiel a Jesucristo.
Es así como surge el pueblo de Santa Cecilia Acatitlán.
LA FIESTA PATRONAL

A principios del siglo XX, Acatitlán era un pueblo pulquero y agrícola, cuyas costumbres y tradiciones se forjaron en torno a su Patrona Santa Cecilia, cuya festividad con el paso de los años fue cobrando mayor fuerza, pues se dice que en los años cuarenta se inició la costumbre de sacar en procesión la imagen original de Santa Cecilia, y en la década de los Sesenta, al elevar el templo de Santa Cecilia a categoría de Parroquia, cuando la fiesta comienza a crecer cada vez más hasta nuestros días.
Si bien, la fiesta de la Patrona del pueblo, a pesar de su crecimiento, ha tenido diversas modificaciones por parte de las diferentes administraciones que han pasado por la Parroquia. Muchos de esos cambios se han quedado para la posteridad, prueba de ello es el recorrido con la imagen peregrina de Santa Cecilia, la cual transita desde los primeros días de octubre, calle por calle de las diversas colonias que forman parte del territorio parroquial.
Dicho recorrido consiste en organizar por las diversas calles el rezo del rosario y la celebración de la misa, la cual es ofrecida por los fieles de las calles que visita y al terminar se realiza una convivencia entre los mismos. El recorrido culmina el 12 de noviembre en el centro del pueblo.
Del 13 al 21 de noviembre se realiza el novenario a la Santa Patrona en el templo y desde hace cinco años se comenzó a realizar durante el novenario el Santo Jubileo Eucarístico.
En la víspera de la festividad se empieza a adornar el templo por parte de diferentes familias de la población que donan abundantes arreglos florales y otros adornos que dan realce a la celebración. Las calles del pueblo se comienzan a llenar de puestos de comida, artesanías, pan, entre otros y a colocar los juegos mecánicos que se disfrutarán el día principal y el domingo de la celebración.
El 22 de noviembre, desde las 05:30 de la mañana empiezan a sonar los cohetes y el repique de campanas anunciando el día solemne e invitando a cantarle las mañanitas a Santa Cecilia con banda de viento. Se realiza la misa de aurora a las 8:00 de la mañana, al terminar, diversas familias llevan tamales, atole, café, y pan para compartir entre todos como una gran familia en torno a la fiesta. Durante todo el día, diversos músicos de la región llevan serenata a su Patrona.
Al medio día se realiza la misa principal y por la tarde vuelven a sonar las campanas anunciando el gran acontecimiento que es esperado con mucha alegría por todo el pueblo, la procesión con la bendita imagen original de Santa Cecilia que sale a bendecir a su pueblo. Dicha procesión recorre la gran mayoría del pueblo y es acompañada por decenas de fieles y la banda de viento.
Al terminar la procesión se llega a la iglesia abarrotada de gente esperando la entrada de la bendita imagen, se entonan nuevamente las mañanitas y comienza otra misa más dedicada a Santa Cecilia, que en ocasiones es oficiada por el Obispo de Tlalnepantla.
Al terminar se realiza una verbena popular y por la noche la quema de fuegos pirotécnicos, como son los toritos, el castillo, y diversos cohetes que alumbran el cielo. Cuando el cielo se viste de luces la gente grita vivas a Santa Cecilia.
El domingo siguiente al 22 de noviembre se tiene la costumbre de festejar con gran alegría a Santa Cecilia siguiendo la misma dinámica que el día 22, a excepción que es el día que concentra más fieles y en el cual se realiza diversas actividades culturales en la plaza principal, se ofician misas en honor de la Santa y la quema de un vistoso castillo, congregando a cientos de personas provenientes del mismo pueblo, de los pueblos y colonias de Tlanepantla, así como de diversos lugares del Estado y de la Ciudad de México.
LA IMAGEN

De acuerdo con la última evaluación que se realizó en 2019, la escultura que preside la Parroquia de Santa Cecilia Acatitlán es una talla en madera de cedro del siglo XVIII, policromada con aplicaciones de ojos de vidrio soplado y formó parte de un retablo que originalmente estuvo en el altar de la parroquia en el que estuvo flanqueada por dos pinturas de los Mártires Valeriano y Tiburcio que durante un tiempo formaron parte del actual retablo y que fueron reemplazadas por esculturas del sagrado Corazón y la Virgen de Guadalupe.
Con el paso de los años la imagen de Santa Cecilia ha sido modificada, pues de acuerdo con algunas fotografías, las ropas de la Santa mostraban colores distintos a la túnica blanca y ropajes dorados que se aprecian actualmente y que le fueron agregados en la última intervención en 1995.
También solía usar cabelleras y vestidos que los fieles donaban, así como coronas y capas para dar realce a la sagrada imagen y que se siguen usando en la actualidad durante las fiestas patronales.
La imagen de Santa Cecilia ha formado parte de la historia de Acatitlán y solía participar en las festividades de Corpus Christi, fiesta titular de la entonces Parroquia de Tlalnepantla en la que participaban 24 pueblos y barrios de la comarca que llegaban en procesión hasta el convento de Corpus Christi, llevando a sus Santos Patrones en andas adornadas con frutas, espigas de trigo, flores y portadas.
La imagen de Santa Cecilia, junto con la de los Patrones de otros pueblos, era resguardada en el convento de Corpus Christi y permanecían ahí durante ocho días, para regresar a sus respectivos templos cuando los festejos culminaban en medio de una gran algarabía, visita que se repetía durante el novenario en honor al Señor de las Misericordias venerado en Tlalnepantla. Se dice que fue en una de esas visitas cuando la corona de plata de Santa Cecilia fue robada sin que nadie se percatara del suceso.
Otra costumbre que se perdió con el tiempo fue la visita de la imagen titular de Santa Cecilia a la Hacienda de la Cañada, una hacienda pulquera que contaba con grandes extensiones de tierra, y en la que también se vendía Barbacoa. La señora Emilia Rosales, conocida como “La patrona” y dueña de la hacienda, era bienhechora de la Parroquia de Santa Cecilia y solía dejar una ofrenda durante las fiestas patronales, por lo que gozaba del privilegio de llevar a la hacienda la imagen de Santa Cecilia, siendo la única persona del pueblo que podía recibirla en su hogar, así que mandaba a los peones por la imagen para que la llevaran en andas a la Hacienda la Cañada.
Con la llegada del Párroco Alejandro García Reyes, ya no se permitió que la imagen visitara la Hacienda y al morir “La patrona”, se empezaron a vender los terrenos, quedando en la memoria del pueblo aquella costumbre que posiblemente formaba parte de las festividades en Santa Cecilia Acatitlán.
Debido a su antigüedad, originalidad y por ser una pieza única en su género, la imagen de Santa Cecilia Virgen y Mártir, titular de la Parroquia de Santa Cecilia Acatitlán, fue declarada en 2001 Patrimonio de la Nación.
TIEMPOS DE COVID

Debido a la contingencia sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19, los pueblos de Tlalnepantla suspendieron sus fiestas patronales; sin embargo, el pueblo de Santa Cecilia Acatitlán fue el único que, estando dentro del semáforo naranja, pudo realizar sus festividades en honor a Santa Cecilia de manera controlada y siguiendo las normas sanitarias emitidas por las autoridades.
Como es costumbre, se llevaron a cabo los recorridos por las diferentes colonias del pueblo y se realizó el novenario y el Santo Jubileo. En la víspera de la fiesta el templo fue adornado con arcos floridos donados y realizados por los propios fieles que agradecieron a Santa Cecilia el don de la salud, y en algunos casos, haber superado la infección por coronavirus que puso en riesgo sus vidas.
La tarde – noche del 21 de noviembre, diferentes estudiantinas llevaron serenata a Santa Cecilia y el domingo 22 de noviembre, que coincidió con la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, la imagen salió al atrio para recibir las tradicionales mañanitas y presidir los festejos en su honor. En la entrada se colocó un filtro sanitario en el que se tomaba la temperatura, se desinfectaba a los fieles y se les permitía el acceso sólo con cubrebocas.
Después de la Misa de Función presidida por el nuevo Párroco de la Unidad Pastoral, Pbro. Eduardo Sánchez Rodríguez, se ofrecieron algunas ofrendas musicales por parte de algunos músicos venidos de Tlalnepantla, pues es tradición que algunos músicos nacidos en Santa Cecilia Acatitlán y que radican fuera del pueblo, visiten a su Patrona y la honren con sus melodías.
El recorrido también se llevó a cabo de manera distinta, pues contrario a otros años, fueron menos personas las que acompañaron a Santa Cecilia por las calles del pueblo, incluso algunos fieles se limitaron a verla pasar desde la puerta o la ventana de su casa. Los festejos concluyeron con la quema de pirotecnia donada por ejidatarios del pueblo y fieles venidos de Coyoacán que de manera simbólica iluminaron el cielo de Santa Cecilia con la esperanza de que para el año venidero la situación mejore y se puedan celebrar las fiestas como es costumbre en este lugar.
Fuente: Santa Cecilia Acatitlán, Rafael Garduño Garduño.
Agradecimientos:
Pbro. Eduardo Sánchez Rodríguez, Párroco de Santa Cecilia Acatitlán.
Lic. Humberto Raí Ramírez Jiménez, Cronista Comunitario de Santa Cecilia Acatitlán.