Por: Héctor Josué Quintero López
La ciudad de Guadalajara, por siglos, se ha caracterizado por su especial devoción a la Virgen María, especialmente en su advocación de Nuestra Señora de la Expectación de Zapopan, visitando su taumaturga imagen por primera vez la ciudad episcopal en marzo de 1691, tras verse azotada por una epidemia de sarampión y viruela, las crónicas de ese suceso relatan que, al llegar su imagen a la ciudad se vio palpable el fin de estas enfermedades con su presencia, dando como resultado visitas más constantes a la ciudad de Guadalajara, para solicitar su intercesión cada que una fuerte calamidad asediaba a la capital del Reino de la Nueva Galicia.
Como resultado, en noviembre de 1734, se proclamó a la Santísima Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de la Expectación, venerada en su imagen de Zapopan como Celestial Patrona, Protectora y Abogada de Guadalajara contra rayos, tempestades, epidemias y cualesquiera enfermedades que combatieran a los moradores de la ciudad, comprometiéndose con dicho patronato a traer anualmente esta bendita imagen a visitar la ciudad durante el periodo de lluvias.
Desde entonces, la entrada a la capital del Reino se estipuló que fuera el día 13 de junio, festividad que por muchos años se convirtió en día de “fiesta nacional”. Con el paso del tiempo, tomó auge el retorno de la imagen a su santuario, que se realizaba a finales del tiempo de aguas, el cual resultó en la gran “llevada” o Romería celebrada desde mediados del siglo XX, cada 12 de octubre.

Este 2020, marcado por la contingencia sanitaria generada por Covid-19, que modificó muchas actividades cotidianas para evitar la propagación del virus, impactó en la visita anual de la Virgen de Zapopan a las comunidades parroquiales de Guadalajara, pero esto no menguó en la devoción de los tapatíos, pues aunque se emitieron ciertas restricciones, entre las que se pedía no acercarse al carro que transportaba a la imagen, la ausencia de la Guardia de Honor y que la imagen de Nuestra Señora no se quedaría en el templo parroquial, su paso por las calles de la ciudad fue un rayo de esperanza en medio de esta incertidumbre que a todos nos aqueja.
Fue así, que reunidas las autoridades civiles y eclesiásticas determinaron que la multitudinaria Romería a Zapopan no se cancelaría, si no tendría que celebrarse de manera virtual, adaptándose a las circunstancias para evitar que el número de contagios se elevara. Por ello, se trazó una estrategia que permitiera a todos los fieles participar de una u otra manera acompañando a la Generala en el regreso a su santuario de Zapopan.
El día 11 de octubre por la tarde, la taumaturga imagen de Nuestra Señora de Zapopan fue conducida a la catedral de Guadalajara, en la que se realizó la solemne concelebración eucarística con motivo de la renovación del Patrocinio de la Santísima Virgen María sobre la Arquidiócesis de Guadalajara, presidida por Monseñor Engelberto Polino Sánchez, Obispo auxiliar.

El 12 de octubre, por la madrugada, se realizó la misa de despedida presidida por Monseñor Juan Manuel Muñoz Curiel, y al término de esta, la antigua imagen de la Reina de Jalisco, fue conducida hasta una hermosa carroza que la llevaría, escoltada por elementos de tránsito y policías de Guadalajara y Zapopan, respectivamente hasta su casa. El cortejo del que no se hizo pública la ruta, se despidió en la plaza de los Laureles con los acostumbrados repiques de campanas de la Catedral, a su paso, pese a las restricciones y la cobertura de la “Romería virtual”, algunos fieles lograron salir al encuentro de la Madre, viéndola pasar, por avenida Juárez, Federalismo y Ávila Camacho, con un acompañamiento, como dijeron algunos fieles: “digno de una Generala”.
Cerca de las 8:30 de la mañana, la carroza que transportaba a la venerable imagen, acompañada de los frailes franciscanos, representantes de la Guardia de Honor, miembros del cabildo catedralicio y señores obispos, pasaron por el Arco de Zapopan, momento en que las campanas de la Basílica de Zapopan comenzaron a tocar con más vigor, mezclándose su tono en el aire con los papelitos azul y blanco que anunciaban con júbilo la llegada de la Patrona de Guadalajara. La Virgen, que insólitamente fue recibida ante una desierta plaza de las Américas- Juan Pablo II, fue bajada de su carroza y conducida en andas hasta el altar mayor de su santuario, pasando bajo arcos triunfales, aplausos, vivas y aclamaciones de los presentes, en los que se pudieron observar lágrimas y miradas llenas de esperanza.
Después del solemne canto de La Salve, se impartió la bendición a todos los fieles y se colocó a la imagen zapopana en su trono bellamente adornado con cientos de flores. Enseguida, dio comienzo la concelebración eucarística presidida por el señor Cardenal de Guadalajara don Francisco Robles Ortega, quien mencionó sobre la importancia y regocijo que es para la Iglesia Arquidiocesana de Guadalajara esta celebración en la que, de forma virtual, estuvieron espiritualmente presentes todos los fieles a las plantas de Santa María, Nuestra Señora de Zapopan, para honrarla como su amada Patrona e implorar su intercesión por el fin de la epidemia. Recordó que su presencia ha acompañado a la historia de la región obteniendo el título de Generala y Reina, de los que se han de celebrar su bicentenario y centenario respectivamente este 2021.
Una romería distinta, en la que no se tuvieron presentes los contingentes que año con año le acompañan, pero que provocó que en los hogares y barrios de la ciudad se levantaran altares en su honor, se realizaran veladas de oración, en las que estuvieron presentes las danzas, los cantos y fuegos artificiales, llevando esta romería virtual no solo a todos los rincones de Guadalajara, sino a todas partes del mundo donde fueron sintonizadas las transmisiones especiales en las que se pudo estar muy de cerca con la Pacificadora, cumpliendo el objetivo anual de acompañar y llevar a la Generala de regreso a su Basílica de Zapopan.
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