El Señor del Prendimiento

«Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos».

Por: Diego Rodarte

San Felipe Tlalmimilolpan, Toluca.

El 28 de diciembre, día en que la Iglesia recuerda la memoria de los niños que murieron ante la tiranía de Herodes el Grande, el pueblo de San Felipe Tlalmimilolpan se viste de manteles largos para celebrar al Señor del Prendimiento, una hermosa y antigua imagen de Cristo que representa el momento en que es aprehendido y juzgado siendo inocente de toda culpa.

Desde el domingo anterior a la fiesta de los Santos Inocentes, peregrinos procedentes de distintos puntos de Toluca de Lerdo y el Estado de México, se dan cita en la capilla que se encuentra a un costado de la Parroquia de San Felipe Apóstol, Patrono titular de Tlalmimilolpan, para agradecer al Señor del Prendimiento los favores recibidos, pues de acuerdo con los exvotos que se conservan en la parroquia y la gran cantidad de «milagritos» que se observan en sus túnicas, el Señor del Prendimiento es un Cristo milagroso que no le niega favor alguno a quien recurre a Él con fe viva y el corazón arrepentido.

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Existen varias versiones que explican el origen de la sagrada imagen, basados en la tradición oral, pero la versión más acertada y documentada es la de la Lic. María Esther Mejía Iturbide, oriunda de San Felipe Tlalmimilolpan, quien narra que sus antepasados, Don Cristóbal Mejía y Juana Mónica Mulia Manjarrez, se establecieron en San Felipe, siendo una familia que contaba con posesiones que les permitían vivir tranquilamente.

Hacia 1840, unos forajidos llegaron al pueblo a robar e intentaron despojar a Doña Juana de sus pertenencias. En su intento por escapar, la mujer se escondió debajo de un árbol y por más que los malhechores la buscaron, no la vieron por ninguna parte. Al considerar este hecho como un milagro, en agradecimiento, la familia mandó hacer una escultura de Jesús Nazareno con el tronco de aquel árbol, y fue Catalino de Jesús, hijo de Don Cristóbal y Doña Juana, quien sugirió darle el nombre del Señor del Prendimiento.

Una vez terminada la escultura fue colocada en casa de la familia, pero pronto los milagros del Señor se hicieron presentes en la población, por lo que se decidió construirle una capilla a un lado de la Parroquia de San Felipe. En 1848 muere Don Cristóbal, dejando la indicación de que su esposa Doña Juana debe continuar con la construcción.

Tras varias dificultades y momentos difíciles que pasaron Doña Juana y sus hijos, la capilla fue terminada en 1863 y se bendijo solemnemente el 10 de enero de 1864.  Tras el fallecimiento de Juana Mónica, en 1875, la capilla queda a cargo de su hijo Pedro Felipe Santiago, quien a su vez lo hereda a sus hijas Lorenza Tiburcia y Felipa, pero por diferentes complicaciones, decidieron entregarla al pueblo de San Felipe y a la Iglesia Parroquial entre 1915 y 1920.

Desde entonces, un grupo de fiscales se encarga de servir al Señor del Prendimiento y custodiar su capilla, cargo que inicia el 2 de febrero y concluye el 2 de febrero del año siguiente. Entre las funciones que realizan los fiscales, se encuentran la de bajar al Señor el 28 de cada mes para cambiar su túnica, la limpieza de la capilla, hacer guardias por la noche para resguardar la misma y organizar la fiesta del Señor del Prendimiento.

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Anteriormente, cada 28 de mes, el Señor del Prendimiento era bajado de su altar y tras el cambio de túnica se realizaba una misa en su honor, pero debido a la antigüedad y al deterioro que sufría la imagen, se optó por solo hacer el cambio de túnica y subirla de nuevo al altar, sólo permanecería abajo el 28 de diciembre, día de su fiesta, y el Jueves Santo, día que se realiza el «Prendimiento del Señor». Esta costumbre consiste en que el joven que interpreta a Malco en el Vía Crucis Viviente de San Felipe, entra a la capilla y ata las manos del Señor del Prendimiento y le coloca un venda sobre en la cabeza, representando el momento del arresto de Cristo en el Huerto de Getsemaní y las burlas de los soldados que le vendaron los ojos y lo abofetearon.

Esta misma acción la repite el interprete de Malco en todas las casas y altares donde haya una imagen del Señor del Prendimiento. Tras los oficios propios del Viernes Santo, el Señor del Prendimiento regresa nuevamente a su altar.

A la media noche del 27 de diciembre, decenas de personas se congregan en la capilla para cantarle las Mañanitas al Señor del Prendimiento y realizar una velada. Son tantos los que quieren saludar al Señor en la alborada de su día, que la capilla permanece abierta toda la noche. Al medio día del 28 de diciembre, el Señor del Prendimiento sale de su capilla para recibir a los peregrinos de poblaciones aledañas para participar en la Misa Solemne de la fiesta, y en la que hacen presencia demanditas, estandartes e imágenes peregrinas del Señor.

En el transcurso del día, el brinco de los Chinelos, el danzar de los Concheros y el ritmo de los Arrieros, alegran la festividad amenizada por la música de banda y de los mariachis que se hacen presentes en la celebración, pero el momento central de la fiesta es la procesión que se realiza por las calles de San Felipe con la imagen del Señor del Prendimiento.

Alrededor de las 5:00 de la tarde se cierran las puertas de la capilla y los fiscales bajan al Señor del Prendimiento para cambiar la túnica que usará durante la procesión, para esto, se hace una oración para pedirle permiso al Señor de realizar el cambio y se retiran respetuosamente los ornamentos para colocarle los nuevos. Cabe señalar que sólo los fiscales pueden estar presentes en este acto para guardar la intimidad de la imagen. Una vez hecho el cambio, el Señor sale nuevamente de su templo para ser colocado en el anda en la que recorrerá las calles de su pueblo.

La procesión la encabezan las imágenes del Señor que traen los peregrinos, y una avanzada de mujeres vestidas con túnicas blancas caminan delante del Señor del Prendimiento portando las potencias y se van turnando para cargarlas; algunas a modo de penitencia realizan el recorrido con los ojos vendados. La Procesión avanza con paso solemne y un silencio que crea un ambiente de misticismo iluminado por los cirios que los fieles llevan en las manos acompañando al Señor del Prendimiento en su caminar por San Felipe.

La solemnidad apenas se ve interrumpida por la música de la banda y el mariachi, además de los castillos y la pirotecnia que algunos devotos ofrecen a lo largo del camino, además de quienes regalan bebidas calientes, tortas y tamales  a quienes participan en la procesión que termina casi a la media noche con una Misa Solemne.

Durante el camino se puede escuchar el sonido de unos grilletes que pertenecieron a un preso que logró escapar de la cárcel gracias al Señor del Prendimiento. Se dice que estando encarcelado, el hombre llevaba unos grilletes en los pies, y cierto día recibió la visita de un hombre desconocido que le ordenó que saliera de su celda, lo cual parecía imposible, pues dos guardias lo custodiaban, pero aquel hombre insistió, prometiéndole que nadie lo vería, y así fue, el preso salió de su celda sin que los guardias se dieran cuenta, entonces el hombre le indicó al preso donde debería ir a buscarlo, y con los grilletes en los pies, el hombre llegó a la capilla del Señor del Prendimiento, a quien reconoció de inmediato como su libertador, y en ese instante, frente a la sagrada imagen cayeron los grilletes del preso dejándolo libre. Un exvoto que se conserva en la capilla da fe y testimonio de este acontecimiento, junto con los grilletes que suenan durante la procesión.

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Otra procesión que llama la atención es la de los Penitentes: hombres, mujeres y niños que recorren las calles empedradas de rodillas, apoyados por sus familiares que colocan cobijas a su paso para evitar lesiones. Los Penitentes llevan en sus manos imágenes del Señor del Prendimiento y ceras encendidas, algunos otros vendan sus ojos para no mirar el camino y centrarse en su oración. Este sacrificio lo ofrecen para pedir algún favor al Señor o agradecerle algún milagro concedido, como la curación de enfermedades o la solución de problemas graves.

Y es que el Señor del Prendimiento abraza y favorece a sus fieles, además de brindar protección al pueblo de San Felipe. Cuentan que cuando el volcán Xinantécatl amenzaba con hacer erupción, causó gran temor en las comunidades cercanas, entre ellos la de San Felipe, que por seguridad, mantuvo cerrada la capilla del Señor del Prendimiento durante tres días, implorando la protección del Divino Señor. Cuando el volcán calmó su furia, se volvió a abrir la capilla y para sorpresa de todos, las sandalias del Señor del Prendimiento estaban llenas de lodo, lo mismo ocurrió con una imagen de la Virgen de los Dolores, por lo que se cree que el Señor del Prendimiento y su Madre Dolorosa abandonaron sus templos y subieron al Xinantécatl para calmar su furia.

Se dice que cuando el Señor del Prendimiento va a realizar un milagro, desaparece de su altar y reaparece nuevamente cuando ha consumado el prodigio, dándole de vez en cuando un buen susto a los párrocos encargados de la capilla, pues cuentan que una vez desapareció de su altar en vísperas de la fiesta y apareció momentos antes de que los fiscales entraran a adornar la capilla.

Otra anécdota curiosa es la de una lámpara de aceite que siempre está encendida. Cuentan que en una ocasión, un párroco apagó la lámpara de aceite y se fue a dormir a la Casa Cural. Momentos después, escuchó que tocaban a su puerta y cuando salió escuchó una voz que le decía: «me apagaste la luz, ¡ve a prenderla!», y desconcertado, el padre regresó a la capilla para encender la lámpara. Por esta razón la lámpara siempre permanece encendida, de lo contrario, el Señor del Prendimiento irá a tocar la puerta para reclamar que enciendan la luz.

Pero más allá de las anécdotas, los testimonios de la curación de enfermedades graves son los que atraen a los fieles que necesitan sanar. Un hombre desahuciado por una enfermedad grave encontró en la cabecera de su cama en el hospital una estampa del Señor del Prendimiento, y sin conocerlo, le pidió con fervor que le devolviera la salud, quedando curado milagrosamente. Al valerse por si mismo, buscó por todos los medios al Señor del Prendimiento, y cuando lo vio lo reconoció de inmediato y compartió su testimonio.

El Señor del Prendimiento se celebra el día de los Santos Inocentes, porque Cristo, siendo inocente de toda culpa fue condenado como un criminal peligroso por proclamar la verdad del Reino de Dios, Reino que ganarán todos aquellos que sufren persecución por defender la fe en Cristo y su Iglesia.

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