«Es el privilegio de dar, es sentirse realizado, caminar con Dios a lado…»
Por: Diego Rodarte
Xochimilco, Ciudad de México
El barrio de Belém Acampa es el centro de una de las devociones más queridas en Xochimilco, pues su territorio que abarca apenas unas cuantas cuadras es la sede de las mayordomías en honor al Niño de Belém, la segunda escultura del Niño Jesús más venerada después del Niñopa y que resalta por su antigüedad, pero sobre todo por los milagros que concede a sus devotos.
Como tal, no existe un dato exacto que registre como surgió la sagrada imagen ni desde cuando comienza a venerarse, sin embargo, los vecinos del barrio afirman que el Niño de Belém ha estado desde siempre, primero en la capilla y luego en las mayordomías, por lo que entorno a él han surgido una serie de anécdotas e historias que hablan de su origen, aunque estas no cuentan con sustento, pero gracias a la restauración que se realizó a finales de 2018, se sabe que es una talla española y no manufactura indígena como se tenía pensado, y que fue elaborada a principios del siglo XVII.
La pequeña escultura que alcanza apenas los 25 centímetros fue elaborada con madera de encino y con el paso de los años se fue modificando debido a los repintes y arreglos a los que era sometida, por lo que en la última restauración realizada por expertos y supervisada por la comisión de mayordomos del Niño de Belém, se le retiraron siete capas de pintura, lo que permitió descubrir lo que posiblemente sea el color y los rasgos originales de la imagen: un niño de tez clara, con la nariz refinada y no abultada como solía parecer con anterioridad, entradas y cabello quebrado.
La posición de la imagen indica que se trata de un niño de cuna y no está diseñado para estar sentado, por lo que existe la hipótesis de que pudo haber estado en los brazos de una Virgen que posiblemente fue venerada en la capilla del Barrio de Belém y que por alguna circunstancia le fue retirado. Tal vez eso explique las huellas de profanación que fueron descubiertas en la imagen del Niño de Belém, pues mostraba daños en la parte la cabeza y en su cuerpo, además de mostrar un pequeño agujero en el que se atoraba una espiguilla para sostenerlo.
Una de las anécdotas que gira en torno al Niño de Belém, es que en tiempos de la persecución religiosa, las imágenes de las capillas eran escondidas para que no fueran destruidas, por lo que el Niño de Belém fue escondido en una olla y enterrado en el piso de la capilla para evitar una profanación, quedando en el olvido durante muchos años y fue descubierto cuando se cambió el adoquin de la capilla para meter una tubería, y a partir de este hallazgo se crearon las mayordomías para resguardarlo y promover su devoción.
Como se mencionó anteriormente, hay vecinos que afirman que el Niño de Belém siempre ha estado presente en el barrio y que las tradicionales posadas de Xochimilco surgieron en la capilla de Belém, de acuerdo con la tradición oral, en el siglo XVII, en honor al Niño de Belém, y que eran las más grandes del pueblo, pues preparaban a la comunidad para la Navidad. Esto propició que se generara una competencia con el Niñopan en torno a la antigüedad y veneración de ambas imágenes, además de que los dos niños comparten el mismo calendario ritual:
El 2 de febrero, cambio de mayordomía; 5 de febrero, la mudanza; 30 de abril, Kermes del Día del Niño y las Posadas del 16 al 24 de diciembre, pero al calendario del Niño de Belém se agregan los Rosarios del Mes de María y del Sagrado Corazón en los meses de mayo y junio que se llevan a cabo en la Capilla de Belém y una celebración especial el Jueves de Corpus Christi o el domingo posterior, además de cubrir una agenda de visitas a los domicilios particulares que lo solicitan.
LA MAYORDOMÍA
Por tradición, uno de los requisitos para se mayordomo del Niño de Belém es ser originario del barrio de Belém de Acampa, pero por ser un barrio muy pequeño, han sido las mismas familias las que en más de una ocasión han recibido la mayordomía, por lo que hubo años en los que se recurrió a familias de barrios vecinos que colindan con el barrio de Belém, tal es el caso de la familia Montes de Oca Valderrama, que recibió la Mayordomía del Niño de Belém en el barrio del Rosario en el ciclo 2002 – 2003.
La familia Moreno de la Rosa es una de las familias que viven en los límites de barrio de Belén, pues una acera los separa ubicandolos territorialmente en el barrio de Xaltocán y durante 2019 han cobijado en su hogar la pequeña imagen del Niño de Belém. Eduardo Moreno, junto con sus hermanos y su señor padre, ha estado al frente de la mayordomía y desde muy pequeño ha tenido un vínculo muy cercano con el Niño de Belém:
«Mi vínculo con el niño de Belén lo tengo desde los cinco años… a esa edad, el niño vino a una casa muy cercana y yo quería estar ahí, porque mis vecinitos contaban que iban a hacer el coro, y me metí al coro. Entonces, la mayordoma era una maestra, y dijo: «yo voy a ser mayordoma, pero no voy a ser niñera», porque yo no sabía leer, y en un fin de semana aprendí a leer para meterme al coro, en ese momento no lo entendía pero quizás fue el niño, bien dicen que el niño te pone a donde quiere que estés», comenta Lalo Moreno.
Fue una situación difícil la que con el tiempo llevó a la familia de Eduardo a aceptar el cargo de mayordomos del Niño de Belém, movidos por la fe y la gratitud:
«La dicha de que hoy en día sea parte de mi familia y podamos tenerlo en la casa no es gracias a mi… mi hermano tuvo un cáncer muy grave, una metástasis de espalda y le hicieron una cirugía muy complicada y muy difícil… en este lapso de la enfermedad de mi hermano, traemos al Niño de Belém en visita de enfermos y mi hermano le comentó a la entonces mayordoma «nunca voy a poder ser mayordomo», pero el niño dijo lo contrario», recuerda Lalo.
Tras una larga lucha, el hermano de Lalo Moreno recuperó la salud, y para su sorpresa, los encargados de la Comisión del Niño de Belém buscaron a sus padres para que fueran mayordomos, pero fue durante el lapso de espera de la mayordomía cuando la madre de Lalo enfermó y murió antes de poder recibir la mayordomía, quedando el compromiso en manos del papá y los hermanos Moreno.
Después de cinco años de espera, la familia Moreno de la Rosa recibió la mayordomía el 2 de febrero de 2019 en un ambiente de alegría, nostalgia y un pequeño carnaval en honor al Niño de Belém. A partir de ese día, comenzó un aprendizaje para Lalo, quien comprendió que ser custodio del Niño de Belém va más allá de los cuidados propios de una imágen sagrada de casi 400 años:
«Las reponsabilidades que nosotros tenemos que cumplir son promover la veneración a la imagen, hacer que llegue a donde la gente lo requiera, que se venere de la manera adecuada pero también cuidarlo… Ser mayordomo es una responsabilidad muy grande, desde la planeación de la mayordomía, porque somos custodios no solamente de una imagen religiosa, sino de custodiar la identidad de un pueblo y sus tradiciones, que lejos que seamos religiosos o no religiosos, nos identificamos con esta veneración, porque no podemos pensar Xochimilco sin su procesión con chínelos, no podemos alejarnos de este tipo de vínculos que hoy en día nos hacen y generan comunidad».
Aunque el itinerario del Niño de Belém puede variar de acuerdo a la celebración, la dinámica del mayordomo es la misma todos los días: levantar temprano al Niño de su cuna para cambiarlo y colocarle el ropón que se dispuso para el día, entregarlo a sus hospederos, llevarlo al domicilio donde se solicitó la visita y llevarlo en procesión por las calles acompañado por la banda y la comparsa de chínelos u otro tipo de danzas según sea el deseo del hospedero. Por la noche el Niño regresa a su Mayordomía para el rezo del Santo Rosario y posteriormente se vuelve a cambiar y se acuesta en su cuna para el día siguiente.
También, el Niño realiza visitas de enfermos y suele estar presente en celebraciones fuera de su agenda, como la fiesta patronal de San Bernardino de Siena el 20 de mayo, la fiesta patronal de un pueblo o barrio dentro o fuera de Xochimilco o eventos extraordinarios como la reciente Erección Canónica de la Diócesis de Xochimilco.
Una visita que no puede faltar año con año, es la que realiza al pueblo de la Candelaria, Coyoacán durante tres fines de semana, en el marco de la visita del Señor de las Misericordias de los Reyes y su fiesta del recibimiento el primer domingo de septiembre. Durante estos días, el Niño de Belém visita la Parroquia de la Candelaria y permanece junto a la imagen del señor de las Misericordias, y el primer domingo de septiembre, junto con la Virgen de la Candelaria y el Señor de las Misericordias, el Niño de Belém encabeza la procesión a la que se suman las imágenes de los Santos Patrones de los pueblos de Coyoacán, acompañando al Señor de las Misericordias en su entrada triunfal a su pueblo y Parroquia de los Reyes.
Entorno a la devoción al Niño de Belém existen testimonios de los milagros que el Niño concede a sus fieles, como la curación de enfermedades graves, la solución de problemas y la realización exitosa de proyectos encomendados a él, pero también las travesuras que como niño pequeño hace a quienes quiere tocar el corazón, pues hay quienes comentan que se vuelve pesado cuando está en disgusto con alguna persona, se pone serio o triste cuando se siente ofendido, e incluso, su mirada penetrante puede manifestar su enojo ante alguna situación, provocando miedo en las personas con la conciencia intranquila, pero también puede mostrar una bella sonrisa cuando está feliz.
Una de las historias que gira en torno a la pequeña imagen es que años atrás, el Niño de Belém lloró, pues de sus ojos brotaban lágrimas que se observaban con claridad, causando conmoción en la mayordomía y en el barrio, pues nadie se explicaba la causa de ese suceso extraordinario.
El 25 de diciembre, Solemnidad del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, el barrio de Belém celebra su fiesta patronal, teniendo como centro al Niño de Belém, que luce recostado en el nacimiento dispuesto en la capilla para la temporada navideña y a partir de esta fecha al primero de febrero, el Niño permanece en su mayordomía, realizando alguna visita esporádicamente, de acuerdo a la organización del mayordomo.
Aunque el origen del Niño de Belém es incierto, lo importante es que su devoción se ha enraizado en el corazón del pueblo de Xochimilco, y ha trascendido más allá, pues la voluntad del Niño ha sido darse a conocer a través del testimonio de su gente a la que favorece y bendice todos los días.
NOTA: El presente reportaje fue elaborado a base de anécdotas e información proporcionada por mayordomos, devotos y vecinos del barrio de Belém. Cualquier información o comentario que sirva para aclarar o ampliar este trabajo con gusto la recibimos en el correo elcolordelafe.contacto@gmail.com