Vamos a darle las gracias
a la estrella que alumbró
a la Virgen del Rosario
ahora que ya amaneció…
Por: Héctor Josué Quintero López
Relato del milagro de la Renovación de Nuestra Señora de Talpa
Al fundarse el pueblo de Santiago de Tlalpa en 1599, eligieron sus fundadores como patronos y protectores a la Santísima Virgen María en su Limpia Concepción (8 de diciembre) y al apóstol Santiago (25 de julio), desde entonces se comenzó la costumbre de celebrarles cada año sus fiestas patronales. En el segundo decenio del siglo XVII, las dos fiestas se fusionaron en una que tenía lugar entre julio y agosto.
Ignoramos la fecha precisa en que fueron celebradas las fiestas patronales el año de 1644, pero se dispuso todo con el fin de que los santos patronos resultaran debidamente honrados. Pasadas las fiestas patronales el párroco de Guachinango D. Pedro Rubio Félix mandó llamar al Alcalde Fiscal, al Mayordomo del templo y a los Priostes encargados del cuidado del culto, para dar las instrucciones sobre lo que tenían que hacer en su ausencia.
Entre otras cosas ordenó que: puesto que algunas imágenes que estaban en las gradas del altar mayor se hallaban algunas imágenes pequeñas, muy viejas y destruidas, no debían continuar ahí, “que hicieran un hoyo en la sacristía de la iglesia y que con unos manteles viejos envolvieran aquellas hechuras quebradas, desfiguradas y carcomidas, para que no quitasen devoción” y que enseguida las sepultasen con todo respeto y devoción.
Había en aquel entonces, en Talpa, una jovencita indígena, muy piadosa, sencilla y buena, que de ordinario se encargaba del aseo de la casa de Dios, llevaba por nombre María Tenanchi o también por ser hija del cantor, le apodaban María Cantora. Los indios del pueblo abrieron el sepulcro dejando todo dispuesto para que María Tenanchi verificara la sepultura de las pequeñas imágenes. Ningún mortal sospechaba lo que aquel 19 de septiembre traería, no solo para los moradores del pueblo, sino también para las generaciones posteriores.
Aquella buena indita, María Tenanchi, emprendió presurosa sus labores. Sería la media mañana (entre las diez y once) cuando, acompañada de varias jovencitas se encargaron del decoro de la casa del Señor, todo allí era humilde como lo fue la cueva de Belén; fue este el escenario que se presentó a las miradas bondadosas de la Madre de Dios, quien robó el corazón y amor de María y, por lo mismo, decidió mostrarse aquella mañana.
Tomó la María cantora unos manteles viejos, cogió entre sus dedos la Virgencita del Rosario, que junto a un crucificado debían ser sepultados, pero en el preciso momento en que la Tenanchi trataba de tocar la Imagen vieja y apolillada, esta se revistió de luz vivísima y de un resplandor tan intenso y deslumbrante que semejaba un relámpago; ese mismo instante la escultura de la Santísima Señora se revistió de poder y de una majestad sobrehumana cual si hubiese sido tocada por el poder divino, cayendo la mujer hasta el suelo.
¿Qué te pasa María, por qué te has caído? –Preguntaron angustiadas sus compañeras-
–¿No veis esa Virgen desbaratada que está de otra manera, echando resplandores, rodeada de fuego que me hizo así? ¿Qué será esto?– respondió temerosa la vidente.
Volviendo todas sus miradas a la imagen que se hallaba en el altar mayor, contemplaron admiradas el prodigio. La noticia corrió por todas partes como reguero de pólvora, en unas cuantas horas fue insuficiente la pequeña iglesia… Llantos de viva voz, cantos, oraciones, expresiones de admiración y respeto se dejaron escuchar en el recinto sin que nadie se atreviera a tocar la imagen… Se transformó de vieja a nueva y de débil en fuerte, diríase que quiso seguir siendo Ella tal como un siglo antes saliera de las toscas manos del indio michoacano, de tal manera que nos fuera posible reconocerla aún después de varios siglos.
LA FIESTA
El pasado 10 de septiembre de 2019, Talpa de Allende, como de costumbre, recibió a cientos de peregrinos que se congregaron para celebrar el inicio del novenario para conmemorar el 375 aniversario de la renovación de Nuestra Señora del Rosario de Talpa.
La bendita imagen de Nuestra Señora, fue bajada de su trono a las 6 de la mañana, antes de romper el alba, escuchándose con júbilo los repiques de campanas que anunciaban el tradicional «baño» de la Virgen. Poco a poco se fue retirado el antiguo ajuar y colocándose el nuevo, cuando una a una se afianzaban las puntadas que las camareras de la Virgen daban en el áureo vestido conmemorativo a tal celebración.
Una vez ataviada la Reina del Rosario, fue conducida al interior de su Basílica, la cual lucía engalanada de lujo, con elegantes cortinajes y sendos escudos marianos; Ella fue colocada en un trono, donde estuvo atenta a las plegarias que sus peregrinos hijos hacían llegar a sus plantas en las jornadas de oración que se tuvieron a lo largo de la mañana y parte de la tarde. Afuera, se preparaban hermosos tapetes de aserrín y pétalos de flores, que desde hace años embellecen el recorrido de la Milagrosa.
Llegó la hora esperada, las campanas de la Basílica comenzaron a repicar, anunciando que la Virgen de Talpa salía al encuentro de sus hijos. Aplausos, oraciones y llanto no se hacían esperar al paso de la bendita imagen de María, la cual era transportada en unas andas llenas de flores, bajo un hermoso palio azul. El recorrido lento y acompasado de la Virgen avanzó como de costumbre por la plaza principal, conduciéndose nuevamente a un costado de la Basílica donde se celebró una multitudinaria Eucaristía encabezada por el Mons. Luis Artemio Flores Calzada, Obispo de la Diócesis de Tepic.
Después de una fuerte lluvia de bendiciones, al terminar la concelebración, la Virgen fue conducida al interior de su Basílica, la cual lucía repleta de fieles que la esperaban ansiosos para verla de cerca por última vez antes de que fuera colocada en el altar mayor.
A lo largo del novenario, previo al cierre del año jubilar por los 375 años de la Renovación Milagrosa de la Imagen de Nuestra Señora de Talpa, llegaron cientos de peregrinos de todas partes para acompañar a su Reina, agradeciendo a Dios el favor de tan grande Madre y Medianera.
El día 18 de septiembre, por la noche se verificó el encendido de 375 candelas que simbolizaban cada año de la presencia ardiente de aquella que se renovó llenándose de luz y en punto de la media noche, las campanas nuevamente repicaron sus viejos bronces dando el sacro y festivo toque a las mañanitas en honor de la Virgen del Rosario, con motivo de su milagrosa renovación.
El día 19 se tuvieron misas desde el alba, llegando ante el altar de Nuestra Señora peregrinos de Mascota, encabezados por el Exmo. Sr. Cardenal Francisco Robles Ortega, oriundo de dicha población. La presencia de un huracán amenazaba con mal tiempo para el resto del día, por las constantes lluvias, pero tal es el cariño de la Madre, que cesó la lluvia al tiempo que la venerada Imagen comenzó a procesionar desde la capilla de San Rafael al foro del peregrino, donde se celebró una Solemne Concelebración Eucarística para culminar el año jubilar mariano por la Milagrosa Renovación de Nuestra Señora del Rosario de Talpa. Al finalizar, la imagen de Nuestra Señora fue conducida al interior de su Basílica, donde se dio la bendición con su antigua, renovada y milagrosa imagen antes de ser colocada en su trono “desde donde mira y escucha a sus hijos…”
Fotografías: Héctor Josué Quintero López / Luis Fernando Chilaco
Fuente: Carrillo Dueñas, Manuel. HISTORIA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE TALPA.1962