El Señor de Chalma de San Andrés Ocotlán

«Oh mi buen Jesús, mi Señor de Chalma que elegiste a San Andrés Ocotlán para quedarte junto a tu amado Apóstol San Andrés para demostrar a tus hijos tus prodigios de amor y de grandeza…»

Por: Diego Rodarte

San Andrés Ocotlán, Toluca.

Un pueblo que tiene un Cristo que escucha, donde han llovido milagros y la fe se expresa con un beso. Es el pueblo de San Andrés Ocotlán, en Toluca, Estado de México, en cuya parroquia, construida en 1560,  se alberga la sagrada imagen del Señor de Chalma de San Andrés antes conocido como el Santo Cristo de San Andrés y que cada último viernes de agosto celebra la fiesta «del beso» o de «la bajada», pues se tenía la costumbre de bajar la sagrada imagen para que los fieles de los pueblos de Calimaya, Zaragoza de Guadalupe y San Diego de la Huerta besaran sus pies para venerarlo y agradecer que los haya salvado de una terrible epidemia y de la furia de la naturaleza.

No se sabe la fecha exacta en la que el Cristo llegó a la comunidad, pero se dice que a finales del siglo XVI, principios del XVII, unos viajeros que caminaban hacia Tenango del Valle. Al pasar por un viejo establo de un rancho del pueblo de San Andrés, escucharon unos cánticos; pensando que era el viento o que venían de una casa, prosiguieron su camino pero volvieron a escuchar los cánticos, así que decidieron regresar a ver de donde procedía dicho canto y entrando al viejo establo se asomaron por una rendija y vieron que el cuarto estaba iluminado. Llenos de curiosidad abrieron la puerta encontrando la imagen de Cristo crucificado acompañado por una lámpara de aceite encendida.

Los viajeros dieron aviso de su hallazgo a la gente del pueblo y al párroco de San Andrés, quienes acudieron al lugar para apreciar la sagrada imagen; fue así que los habitantes de San Andrés Ocotlán aseguraron haber escuchado también unos cánticos y veían destellos de luz que procedían del establo. Esto ocurrió un primero de enero, por lo que fue motivo de gran alegría para todo San Andrés, que trasladó la sagrada imagen en procesión hasta la parroquia y lo entronizaron en el altar principal con el nombre del Santo Cristo de San Andrés o Nuestro Señor de San Andrés.

Las súplicas y oraciones a la sagrada imagen del Crucificado comenzaron a elevarse, y los milagros comenzaron a llover sobre la comunidad que le tomó un cariño muy especial al Señor, confiándole todas sus necesidades.

CRISTO PRODIGIOSO

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Corría el año de 1833 cuando una terrible epidemia de gripa, sarampión y viruela, azotó las comunidades de Calimaya, Zaragoza de Guadalupe y San Diego de la Huerta, enfermedades que provocaron un alto índice de mortandad y escasez de alimentos, al grado de que el único alimento que consumían las personas era salsa de molcajete.

La situación era crítica, pues se llegaron a encontrar muertas a familias enteras, y quienes enterraban a sus muertos por la mañana eran velados en la noche. Se dice incluso, que la gente caía muerta en las calles a consecuencia de las enfermedades en las que derivó esta epidemia. Por si fuera poco, el Nevado de Toluca comenzó a «rugir como un toro», amenazando con hacer erupción y destruir los pueblos ubicados a las faldas del volcán, generando mucho temor entre los habitantes.

Impotentes ante esta situación, la gente de las tres poblaciones afectadas, sabía que en San Andrés Ocotlán había un Cristo milagroso, por lo que viajaron a la comunidad para pedir a los fiscales y mayordomos que les prestaran la sagrada imagen para hacer una procesión rogativa por los pueblos infectados por la peste y amenazados por el volcán.

El permiso les fue concedido, y les fue entregada la sagrada imagen, la cual entró primero por el barrio de los Ángeles de Calimaya. Las campanas de las iglesias y las capillas repicaron a rogación al paso del Señor de San Andrés y los fieles se acercaban llorando a besar sus pies, implorando los librara de la peste que los estaba matando, y al instante, los enfermos comenzaron a sanar y los moribundos se levantaban de su lecho agradeciendo al Señor por el milagro.

Cuando terminó la procesión, la epidemia desapareció por completo y la furia del volcán se extinguió, lo que causó un gozo interminable en las comunidades, ahora favorecidas por la misericordia de Dios y se ofició una Misa de acción de gracias ante tal prodigio.

Pasaron los días y el pueblo de Calimaya ya no quería regresar el Cristo a San Andrés, y en su lugar, querían mandar una réplica de la imagen, lo que indignó a los fieles de San Andrés, quienes acudieron a reclamar su preciado tesoro. Esa misma noche, el párroco de San Andrés tuvo un sueño en el que escuchó una voz que le decía que fuera por el Cristo a Calimaya y lo regresaran a su templo o de lo contrario la epidemia volvería. Esa misma voz fue escuchada por varias personas del pueblo.

Al día siguiente, el párroco de San Andrés acompañado de los fieles fueron de nueva cuenta a Calimaya para recoger la imagen del Señor. Al devolverlo, los tres pueblos favorecidos por el milagro se organizaron para que al año siguiente la imagen del Señor de San Andrés fuera llevada de nuevo a Calimaya y en su lugar regresar una réplica. Llegada la fecha, los fieles de Calimaya, Zaragoza y San Diego regresaron para pedir la imagen y celebrar el aniversario del prodigio con una nueva procesión por las tres comunidades con la intención de quedarse con la imagen original, pero de camino, casi a la salida de San Andrés, la imagen del Señor se puso tan pesada que los caballos que tiraban la carreta donde era trasladado el Cristo se desbocaron y por más esfuerzos que hicieron no pudieron moverla.

Esto fue interpretado como una señal de que el Cristo quería quedarse en San Andrés, así que comunicaron al párroco lo sucedido pidiendo disculpas por sus malas intenciones, a lo que el sacerdote les propuso que al año siguiente, las tres comunidades peregrinaran hasta San Andrés y realizaran la fiesta en el templo.

Desde entonces, los peregrinos se reúnen en el lugar donde se puso pesada la sagrada imagen, sitio donde se levantó una cruz en memoria de aquel segundo prodigio, y caminan hasta la parroquia de San Andrés para honrar y besar la imagen del Señor.

EL SEÑOR DE CHALMA

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Los primeros días de Cuaresma, peregrinos de los pueblos del norte del Estado de México peregrinan en dirección al santuario del Señor de Chalma, ubicado en el municipio de Ocuilán, teniendo como paso obligado el pueblo de San Andrés Ocotlán, donde se detienen a descansar.

Durante la Guerra Cristera, los peregrinos no podían acceder al Santuario del Señor de Chalma, debido a que los templos permanecían cerrados y ante el peligro inminente, debido a que los municipios de Tenango, Malinalco y Juquicingo estaban en guerra, incluso, existe un paraje conocido como El llano de Doña Juana , donde se establecieron las tropas y asesinaban a todo el que pasaba, por lo que los peregrinos no sabían que hacer para cumplirle al Señor de Chalma.

Al enterarse que en San Andrés había un Cristo milagroso, tomaron la decisión de peregrinar a la Parroquia de San Andrés en lo que terminaba la persecución, ahí realizaban sus danzas y presentaban sus ofrendas. Cuando concluyó la Guerra Cristera, los peregrinos retomaron su rumbo hacia el Santuario de Chalma, pero quedó la costumbre de pasar a venerar al Señor de San Andrés y a partir de entonces, los peregrinos le dieron el nombre de El Señor de Chalma de San Andrés Ocotlán.

Hasta la fecha, sigue siendo paso obligado de los peregrinos acudir a venerar al Señor de Chalma de San Andrés de ida y a su regreso del Santuario de Chalma, por lo que el primer Viernes de Cuaresma se celebra a la par con el Señor de Chalma.

LAS FIESTAS

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En la actualidad, el Señor de Chalma de San Andrés Ocotlán tiene tres festividades: la del primero de enero, fecha de su aparición, la del primer Viernes de Cuaresma y la del último viernes de agosto, día del prodigio contra la epidemia, por lo que el pueblo se viste de manteles largos con música, pirotecnia, una feria y los oficios religiosos propios de la comunidad, pues se realiza un novenario previo al día de la fiesta, y durante el mes de agosto las campanas de la parroquia tocan a rogación recordando el milagro de la epidemia y los muchos milagros que ha obrado el Señor, no solo a los pueblos aledaños, sino a personas de otros estados del país.

Un exvoto resguardado en la sacristía da el testimonio de una niña del estado de Querétaro que no podía caminar, sin que las terapias a las que se sometía dieran efecto, así que un día, sus padres la llevaron con el Cristo milagroso de San Andrés  para suplicarle que la curara. Al poco tiempo, la niña se levantó de su silla de ruedas y pudo caminar, así que su familia regresó para agradecer y dar testimonio del milagro concedido.

Otro suceso en torno a la imagen fue que un día, durante la celebración de la Santa Misa, el cristal del nicho del Señor se empañó sin explicación alguna y cuando lo abrieron parecía que el Cristo sudaba lo que fue interpretado como una señal de que el Cristo estaba obrando un milagro.

Es por eso que la alegría y la fe se desborda durante los días de fiesta en honor al Señor de Chalma de San Andrés, y aunque ya no baja de su altar para evitar su deterioro, los fieles pueden acercarse a su camarín para venerarlo y agradecer los favores recibidos.

Cabe señalar que una de las tradiciones del pueblo de San Andrés Ocotlán en la fiesta de agosto es la de ofrecer en los hogares habas y elotes como platillo para celebrar al Cristo milagroso que nunca desoye los ruegos de sus hijos.

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