Por: Diego Rodarte
Tlaltecahuacan, Estado de México
Ubicado en el municipio de Tlalmanalco, en el Estado de México, el pueblo de San Antonio Tlaltecahuacan se viste de manteles largos cada 13 de junio para celebrar a su Santo Patrón, San Antonio de Padua, a quien los habitantes de esta población le tienen mucho cariño por ser su protector y ayudarlos en los momentos de mayor necesidad.
Los festejos en honor a San Antonio de Padua inician con el novenario de preparación, en que la imagen peregrina visita las calles principales de la comunidad, donde se reza el Santo Rosario o se celebra la Santa Misa, para después compartir tamáles y el atole champurrado para celebrar la presencia de San Antonio.
A las 12:00 de la noche del 13 de junio se entonan las tradicionales mañanitas, dando inicio formal a las festividades, siendo el caso de que si la fiesta cae entre semana, «el día grande» se recorre para el fin de semana siguiente, en el que las comunidades vecinas se reúnen en la entrada del pueblo con las imágenes de sus Santos Patrones, como Santa Isabel, San Diego de Alcalá, San Francisco, Niño Jesús, San Judas Tadeo, entre otros, como un signo de hermanamiento y ser partícipes de las fiestas de San Antonio Tlaltecahuacan.
Después de pasar a saludar a San Antonio a la Parroquia, las imágenes de los Santos Patrones junto a la imagen peregrina de San Antonio se dirigen a casa del mayordomo, lugar donde se celebra la Santa Misa y se ofrece una cena a los asistentes, para después partir en procesión solemne entre las calles adornadas con globos y el acompañamiento de la música de banda, chirimía y la quema de pirotécnia.
La danza de los concheros y el brinco del chínelo forman parte de las festividades, pero un elemento que destaca en las fiestas de Tlaltecahuacan son las marotas, una danza carnavalezca acompañada por la chirimía y el teponazcle, que de acuerdo con algunos relatos surgió para pedir la lluvia debido a que una fuerte sequía azotó a la comunidad. Hay quienes comentan que esta danza se modificó debido a que las mujeres comenzaron a alejarse de las festividades de la comunidad y a modo de burla, los hombres se disfrazaban de mujeres, para que ellas se reintegraran a las costumbres del pueblo, por lo que en un inicio se les llamaba «mojigangas» y posteriormente se le dio el nombre de «marotas».
Los Arrieros no pueden faltar en estas festividades; vestidos con un traje de manta blanca, una jerga de color rojo o azúl a modo de zarape, sombrero y en ocasiones con una barba falsa, van acompañados de un burro o una mula, representando a los mercaderes que transportaban sus mercancías en animales de carga.
La tradición consiste en que los arrieros buscan quien les regale «La carga» que repartirán el día de la fiesta, regularmente es una familia de los pueblos vecinos Chalma y Santiago Cuahutenco, o bien, de la misma comunidad. Cuando se pide la carga, se dejan en casa de los voluntarios dos huacales que van a los costados del burro, además de un gargantón con campanas o grandes cascabeles, que servirán para anunciar la cercanía de las marotas y los arrieros.
Los voluntarios entregan «La carga» a los arrieros, que no consiste en otra cosa que fruta, dulces, pan y juguetes que son colocados sobre la mula y son arrojados desde la azotea de la iglesia, después de haber recorrido el pueblo danzando como una forma de agradecer a San Antonio los favores recibidos durante el año, simbolizando la abundancia en la vida de los devotos.
Existen varias anécdotas sobre la imagen de San Antonio de Padua que se venera en la parroquia, una de ellas es que no lo pueden sacar de su templo, debido a que en una de las fiestas decidieron sacarlo en procesión, pues era un día soleado con el cielo despejado, pero en cuanto cruzó la puerta de la iglesia, cayó una fuerte granizada con ráfagas de viento, asombrando a los fiscales, quienes decidieron regresar a San Antonio al interior del templo, parándo así el fuerte aguacero, que fue interpretado como señal de que la imagen titular no debía salir de la parroquia.
La segunda vez que la imagen salió de la parroquia fue después del sismo del 19 de septiembre de 2017, que dañó la estructura del templo, por lo que las imágenes fueron resguardadas en casa de algunos fiscales.
Otro relato narra que durante la Revolución hubo muchos saqueos, por lo que los habitantes de Tlatecahuacan, optaron por esconder la imagen de San Antonio en una cueva para mantenerla a salvo y la regresaron a la iglesia una vez terminado el movimiento armado.
También se dice que cuando alguna persona perdía animales de su ganado, se tocaban las campanas a «rogación» para encontrarlos, después regresaban a la parroquia agradecidos por haber encontrado a sus animales. Pero el milagro más grande ocurría cuando las personas se acercaban a pedir la rogación por sus familiares, amigos o conocidos que habían sido secuestrados o se habían perdido, obteniendo del favor de San Antonio al verlos regresar sanos y salvos después de estar cautivos, lo que demuestra el poder intercesor y el corazón compasivo de San Antonio de Padua.
Muy puntual y bien definida la reseña FELICIDADES y gracias por el comentario
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