«Por los tres calvos que te clavaron y las espinas que te punzaron, perdónale Señor».
Por: Héctor Josué Quintero López
Mexicaltzingo, Guadalajara
Oh Dios de suma bondad
Pues eres todo clemencia,
Ten de nosotros piedad
Señor de la Penitencia.
Así reza la letra de la antigua alabanza en honor a la antiquísima imagen venerada en el barrio de Mexicaltzingo, muy cercano al centro de Guadalajara. Esta efigie de Cristo Crucificado elaborada de pasta de caña de maíz en el S. XVI, atribuida al célebre taller michoacano de Don Matías de la Cerda, es el centro de atención de los feligreses de esta comunidad desde el S. XVIII, quienes reunidos en la ancha nave del santuario parroquial, se dieron cita el martes anterior al miércoles de ceniza para rendir culto al Señor de la Penitencia, por el motivo siguiente.
La tradición oral cuenta que cada martes de carnaval la imagen se limpia con algodones desde tiempo inmemorial para prepararla a los cultos de cuaresma conmemorando el suceso de su renovación milagrosa. En un acta de Fr. Ignacio de Jesús Cabrera que se remonta hacia 1762 consta que el santo Cristo pertenecía al Convento de San Francisco de Guadalajara, los hermanos religiosos observando que la efigie se encontraba muy deteriorada, destinaron quemarla para la ceniza que habría de colocarse al inicio de la cuaresma, asignando para ello a un indígena de Mexilcaltzingo y éste, al no atreverse a realizar dicha labor, pidió se le regalara la escultura para venerarla en su casa, deseo que le fue concedido, después de un tiempo tuvo que llevarlo al monasterio de Jesús María para que se le realizara una nueva cabellera. Sucedió que en este lugar, al encontrarse el Santo Cristo en el coro bajo se realizó una renovación milagrosa de la escultura, por lo que ganó fama entre los pobladores y se dispuso que este no volviera a la casa del indio, si no que se colocara para veneración de los fieles en la capilla de San Juan Bautista de Mexicaltzingo, lugar que más tarde se convertiría en una gran iglesia asignada como Santuario para la veneración de esta milagrosa Efigie.
Desde entonces y hasta la actualidad, perdura la costumbre de que el Párroco del lugar suba a limpiar con algodones-reliquia el martes anterior a la ceniza este Crucifijo, cambiándosele el cendal y la corona, mientras el pueblo devoto entona cantos en honor al Señor de la penitencia, posteriormente la corona del Señor y el cendal les son colocados a los fieles. El Sr. Arzobispo José de Jesús Ortiz concedió cien días de indulgencia a quienes acudiendo a colocar en su cabeza la corona del Señor de la Penitencia reciten la siguiente jaculatoria: “Adoramos Señor, tu corona y recordamos tu santa Pasión”.

Además de este día, todos los viernes del año se coloca la corona de espinas a los devotos que así lo deseen después de las misas del día (8:00 a.m., 12:00 p.m., 7:00 p.m. y 8:00 p.m.) la fiesta principal de este Santo Cristo se celebra el Jueves de Ascensión.
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