«Escucha Madre nuestros ruegos; tú que benigna atendiste desde el cielo los tristes lamentos de los pobres cautivos que gemían sin consuelo en la dura opresión de los moros, y rompiste los grillos y cadenas que los aprisionaban, por medio de tu familia de redentores».
Por: Diego Rodarte
Mercado de la Merced, CDMX
Entre frutas, verduras, piñatas, carne, dulces y puestos de comida, los locatarios del Mercado de la Merced celebraron a su santa patrona La Virgen de la Merced, quien desde hace 61 años cobija con su manto a quienes trabajan en este mercado popular ubicado al oriente del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Este lugar de comercio le debe su nombre al convento de Nuestra Señora de la Merced fundado en 1594 y cuyo templo fue demolido en 1862 con la aplicación de las Leyes de Reforma para la construcción de un mercado para la ciudad, ya que el barrio de la Merced se dedicaba al comercio desde sus orígenes, pues ahí se encontraba el embarcadero de Roldán donde se recibían frutas y legumbres provenientes de Tláhuac y Xochimilco.
Cada 24 de septiembre, el Mercado de la Merced celebra el aniversario de su inauguración junto con la fiesta de Nuestra Señora de la Merced a la que los locatarios le dedican vistosos altares enflorados que se colocan en diferentes puntos del mercado, adornando devotamente la imagen de la Virgen, desde el más modesto nicho hasta el altar más ostentoso.
Los festejos inician desde la media noche con las tradicionales mañanitas y en el transcurso del día se celebran misas en las que participan los locatarios y visitantes además de los cargadores y diableros que transportan la mercancía para dar gracias por un año más de trabajo. Quien visita «La Meche» en este día, puede apreciar a los marichis dando serenata a la Virgen mientras se hacen largas filas en las que los comerciantes reparten comida a los «machantes» que participan en las celebraciones, pues este es un día para compartir lo que la Virgen de la Merced ha dado a los que se ganan el pan trabajando duro en el comercio de sus productos.
NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED
Hacia el año de 1203, con la invasión de los musulmanes a España, muchos cristianos fueron tomados como cautivos y enviados a África donde sufrían la esclavitud bajo condiciones indescriptibles al grado de perder la fe porque pensaban que Dios los había abandonado.
En aquellos tiempos, un comerciante llamado Pedro Nolasco decidió dedicar su fortuna a la liberación del mayor número posible de esclavos. Cuando sus bienes se agotaron y los recursos eran insuficientes, Pedro Nolasco entró en una etapa de reflexión y oración profunda, planteándose la idea de ingresar a una orden religiosa.
Una antigua tradición narra que en 1218, la Santísima Virgen María se le apareció a Pedro Nolasco y le comunicó su deseo de fundar una congregación dedicada a redimir a los cautivos, pues Ella misma quería ser liberadora de aquellos que estaban expuestos a perder su fe por las atrocidades de los musulmanes:
“No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde esta congregación en honor mío; será una familia cuyos hermanos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos y serán signo de contradicción».
Fue así como apoyado por el rey Jaime el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort, Pedro Nolasco fundó la Orden que en 1272 tomaría el nombre de Santa María de la Merced, de la Redención de los Cautivos, vistiendo un hábito blanco y recibieron el escudo con las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la corona de Aragón y la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona.
Esta petición de la Virgen y el arduo trabajo de los frailes mercedarios dio como fruto la liberación de alrededor de 300 mil cautivos, extendiéndose la devoción a la Virgen de la Merced por todo Europa y formó parte de la Evangelización de América donde su culto se arraigó profundamente.
Pedro Nolasco fue canonizado en 1628 por el Papa Urbano VIII y en 1696 el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia el 24 de septiembre.
MADRE DE MISERICORDIA
La palabra Merced quiere decir Misericordia por lo que el nombre de esta advocación es el equivalente al de Nuestra Señora de la Misericordia y es representada con hábito y capa blancos, con el escudo Mercedario en el pecho y llevando en la mano derecha el escapulario que según la tradición entregó a San Pedro Nolasco y que portan los cofrades, frailes y monjas mercedarios.
En la mayoría de sus imágenes, la Virgen lleva al Niño Jesús en brazos, aunque también se le representa con los brazos abiertos extendiendo su manto en señal de protección y suelen añadirse elementos como una cadena rota y un grillete, símbolos del cautiverio, o bien un cetro que la distingue como Reina.
Aunque es invocada como patrona de los cautivos y de los presos injustamente, la Virgen de la Merced a sido tomada como patrona por los comerciantes, recordando que fue precisamente a un comerciante al que le encomendó la tarea de fundar la Orden Mercedaria bajo esta advocación.