«Ojitos tiernos de niña inocente, dulce faz y de pequeños labios, sueto el cabello, descubierta la frente, enamorada adolescente del Señor… no nos sueltes nunca de tu mano como el niño que en ella se sentó».
Por: Diego Rodarte
En vísperas de su festividad el primero de septiembre, se realizó el cambio de vestimenta de la imagen de Nuestra Señora de los Remedios en una sencilla ceremonia privada presidida por el Rector de la Basílica de los Remedios Mons. Francisco Cano Chabolla, quien descendió la sagrada imagen de la Virgen de su camarín para trasladarla solemnemente hasta el altar mayor donde se realizaría el cambio.
Una vez colocada en la mesa dispuesta junto con su nuevo ajuar, Mons. Cano celebró la Liturgia de la Palabra para la bendición del vestido de la Virgen. Durante la reflexión, el Rector del Santuario invitó a los fieles a contemplar la imagen de la Virgen sin los ricos ropajes que la revisten y admirar la sencillez de la imagen tallada en madera, «pues así se nos presenta la Virgen, con sencillez, con humildad». Resaltó que a través de la pequeña imagen de la Virgen de los Remedios, Nuestra Señora abraza y consiente a nuestro pueblo, mostrándonos en sus brazos a Jesús como un niño tierno y dulce pero al mismo tiempo «como el Dios fuerte que sostiene al mundo con su mano izquierda».
Terminada la reflexión se bendijo el nuevo vestido elaborado con tela italiana de color dorado con motivos fitomorfos como flores y enredaderas, con encajes de algodón en la manga y en el cuello con perlas naturales y un manto de terciopelo de ceda francés con bordados dorados en la espalda. Posteriormente se procedió a quitar el vestido que la Virgen usó el año anterior para exponer la sagrada imagen en su talla original, a la que los fieles pudieron contemplar uno a uno mientras se entonaban alabanzas a la Virgen.
El cambio de ropa corrió a cargo de Claudia Alejandra Garza, especialista en restauración y conservación de arte sacro que desde hace seis años se encarga de la limpieza de la imagen de la Virgen de los Remedios, y movida por su fe, donó el vestido inspirado en diferentes pinturas y representaciones de la Virgen: «Me motivó la parte histórica y la importancia de la Virgen, pero me inspiró también la devoción que tiene año con año durante el cambio de ropa y durante su fiesta el primero de septiembre».
Una vez revestida, Mons. Francisco Cano recorrió los pasillos del santuario para que los presentes pudieran admirar a la Virgen con el traje que lucirá durante su festividad y trasladarla de regreso a su camarín donde todos los días recibe la veneración y los homenajes de los fieles que la visitan de todas partes del país, principalmente de la zona norte del Estado de México.