«Jesús mi esposo adorado en una lección hermosa, el misterio me ha enseñado a ser sufriendo dichosa y si sufro hasta la muerte me alegro en su voluntad».
Por: Diego Rodarte
Como parte de su peregrinación por tierras mexicanas, las reliquias de Santa Margarita María de Alacoque, confidente del Sagrado Corazón de Jesús, llegaron a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México provenientes del Monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial, Francia, donde tuvieron lugar las apariciones del Sagrado Corazón de Jesús de 1673 a 1675.
La urna con las reliquias de la santa fueron recibidas por los Canónigos de la catedral, quienes la trasladaron al altar mayor donde tuvo lugar la Misa Solemne presidida por el Sacristán Mayor y Chantre de la Catedral Ricardo Valenzuela Pérez. Al final de la celebración, las reliquias fueron trasladadas al Altar del Perdón para recibir la veneración de los fieles devotos del Sagrado Corazón de Jesús.
La urna que contiene una clavícula, una costilla y un pedazo de cerebro incorrupto de Santa Margarita, así como una rosa de oro que obsequió Papa San Juan Pablo II, llegó a México el pasado mes de junio al Monasterio de la Visitación de la Ciudad de México y ha recorrido diversas parroquias y en días próximos visitará las Diócesis de Querétaro, Aguascalientes, Morelia, Celaya entre otras, para culminar con su visita a la Basílica de Guadalupe el 4 de septiembre de 2018.
Durante la estancia de las reliquias de Santa Margarita María de Alacoque en la Catedral se dio una catequesis sobre la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, la misión de Santa Margarita María y el sentido que tienen las reliquias en la vida cristiana, además se ofreció una Hora Santa en honor al Sagrado Corazón para después despedir las reliquias del recinto sagrado.
LA CONFIDENTE DEL SEÑOR
Maragarita María de Alacoque nació el 25 de julio de 1647 en Janots, Borgoniña, Francia. Fue la quinta de siete hijos de un notario acomodado. Ingresó al convento de la Visitación de Paray-le Monial el 20 de junio de 1671. Luego de dos meses de postulantado tomó el hábito y un año y medio después hizo su voto de Profesión Solemne el 6 de noviembre de 1672.
Nuestro Señor Jesucristo le dio tres armas necesarias en la lucha que debía emprender para lograr la purificación y tranformación: una conciencia delicada y un dolor ante la más pequeña falta, la santa obediencia y su santa cruz. Ella le había dicho a Jesús: «Nada quiero sino tu amor y tu cruz y esto me basta para ser buena religiosa que es lo que deseo».
Durante su vida tuvo tres grandes anhelos: amar a Dios y recibir la Santa Comunión, padecer y dar su vida porque no tenía nada más que dar y el deseo de morir para unirse con Dios.
Margarita era muy sensible, tímida, juiciosa y discreta, de buen espíritu, temperamento constante y corazón caritativo hasta lo imposible. Tenía poca educación formal aunque una profunda sabiduría sobre las verdades sobrenaturales, era valiente para ser fiel a la verdad y sabía perdonar de corazón. A las almas del purgatorio las trataba como sus queridas amigas, por quienes oraba y practicaba duras penitencias para su liberación.
Santa Margarita María recibió del Señor la misión de dar a conocer al mundo el mensaje de su Sagrado Corazón, de hacerlo honrar y también amar y al cabo de una vida consagrada enteramente a esta misión murió el 17 de octubre de 1690. Su cuerpo fue sepultado en su convento y exhumado años después durante su proceso de beatificación.
Sus huesos fueron colocados en el orden natural bajo la efigie de cera que se encuentra en la capilla del convento donde ella pudo contemplar a Jesucristo resplandeciente de amor, de un amor que desea ardientemente comunicarse al mundo entero, pero que en muchas ocasiones recibe por respuesta el silencio.
El Papa Pío IX la beatificó el 18 de septiembre de 1864 y fue canonizada por Benedicto XV el 13 de mayo de 1920. Su memoria litúrgica se celebra el 17 de octubre.