El Corazón de Cristo

«Mira este corazón que tanto ha amado a los hombres y a cambio no recibe de ellos más que ultrajes y desprecio. Tú, al menos ámame».

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Por: Diego Rodarte

El corazón de Cristo es la manifestación tangible y personal del amor de Dios hacia la humanidad, es un corazón tan humano como divino: Es humano porque Cristo, el Verbo Encarnado, recibió una naturaleza totalmente completa, exacta y perfecta como la nuestra: sentía, latía, tenía emociones, lloraba, se estremecía del terror de ver que la muerte se le acercaba. Lloraba al ver a su amigo Lázaro muerto, lloraba al ver aquella destrucción inminente de Jerusalén, lloraba en el momento en que entregaba su vida con gritos y lágrimas “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, sentimientos de caridad que se manifiestan a través del sacrosanto corazón de Cristo, plenitud del amor de Dios y manifestación de su misericordia divina, pues el amor de Dios se hace explícito en la persona del Verbo Encarnado.

El Corazón de Cristo es la sede del amor de Dios, no sólo es un símbolo, es una realidad. Cuando se ama a una persona el corazón comienza a palpitar y el corazón de Cristo se estremecía bajo la acción del Espíritu Santo al elevar sus ojos al cielo y descubría su filiación divina como unigénito.

En su mensaje, el Sagrado Corazón le pide a Santa Margarita María que aprenda a sufrir, pero también que se olvide del egoísmo, que predique que Dios es amor y que a través del símbolo del corazón de Cristo comunique el amor de Dios a la humanidad “Miren el corazón que ha amado tanto y que ahora quiere recibir como respuesta de gratitud el amor de los hombres alabando al Padre”.

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El aspecto principal de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús es interiorizar en los sentimientos de ese corazón que nos ha amado tanto y conocer qué es y que hace por nosotros. Desde el primer momento en que Cristo existe, que es la unión de la naturaleza divina con la naturaleza humana, su corazón empieza a latir como hombre y ahora en la eternidad sigue latiendo por nosotros, deja de latir en el momento de la muerte en la cruz, pero por la acción del Espíritu Santo vuelve a latir en la resurrección y está latiendo intercediendo por nosotros en el cielo, puesto que Él es Sumo y Eterno Sacerdote.

Ser devoto del Sagrado Corazón de Jesús deja la experiencia de un amor que siempre nos va a estar protegiendo. Por eso una de las promesas del Sagrado Corazón es que quienes realicen la confesión y la comunión los nueve primeros viernes de cada mes tendrán segura la entrada al Reino de Dios, además promete que en los hogares donde se venere su imagen reinará la paz, pues mientras Dios esté en el hogar, ese hogar se salvará.

Si nos esforzamos por conocer quién es, qué hace y qué realidad es el corazón de Jesús en nuestra vida podremos conocerlo para amarlo y amarlo para imitarlo, pues no hay nada que amemos sin antes conocerlo y en la medida que conocemos, la voluntad se apodera de esta verdad e impulsa a adquirir esta bondad.

Amar al corazón de Jesús es amar la personificación de su amor y conocer como nos ha amado.

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