«Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte».
Por: Diego Rodarte
El 21 de julio de 1656 un acontecimiento insólito conmocionó a los habitantes de Pátzcuaro: un Cristo de pasta de caña hecho por indígenas tarascos comenzó a moverse sin explicación alguna, causando la admiración de quienes presenciaron este prodigio.
Alrededor de las 5:30 de la tarde, en el templo de San Francisco de Asís, comenzaron a replicar las campanas convocando a toda la comunidad que se reunió en el recinto para observar con admiración como el brazo izquierdo de la imagen tembló en más de tres ocasiones y después todo el cuerpo como si quisiera desprenderse de la cruz.
Fue el padre guardián de la Tercera Orden, Fray Luis Baños quien dio testimonio de este acontecimiento, argumentando que mientras celebraba la misa, el Cristo comenzó a moverse de tal manera que parecía desprenderse y caer encima del religioso.
Ante la noticia de lo que ocurría en el templo de San Francisco, el entonces Alcalde de Pátzcuaro, Don Diego Bracamonte Dávila, acudió a presenciar el milagro y de inmediato escribió al obispo de Michoacán, Fray Marcos Ramírez del Prado y Ovando, quien al enterarse de lo ocurrido designó a Don Agustín Arévalo, cura beneficiado del Partido de Santa Clara, como juez eclesiástico para investigar este suceso.

Como resultado de las investigaciones, se redactó un documento que recopilaba el testimonio de ocho testigos del milagro, entre los que destacan don Antonio Cortés de Heredia, teniente general de la ciudad y su provincia, quien retiró a toda la gente de la cruz para estar seguro de que nadie movía al Cristo y Don Constantino Huitzimengari Bravo Caltzontzin, nieto del último emperador de Michoacán y gobernador del Común de Indios de la ciudad de Pátzcuaro, junto con algunos españoles y religiosos.
No existe alguna explicación que justifique los movimientos de la imagen del Cristo de la Tercera Orden, sin embargo, Diego Bracamonte en su carta al obispo declara que «nuestros pecados eran tan grandes y tan excesivos, que parece a nuestro modo de entender, hacían temblar al mismo Dios».
En la actualidad, el Cristo de la Tercera Orden se venera en el altar mayor del templo de San Francisco de Asís. No se sabe a ciencia cierta si la posición del Cristo es la postura original o quedó así después de los movimientos, pues parece estar erguida, como un cuerpo sin vida colgando de la cruz.
Desde entonces, el 21 de julio de cada año, el pueblo de Pátzcuaro celebra el milagro del Cristo de la Tercera Orden y durante la cuaresma es uno de los más visitados, principalmente durante los viernes, cuando se realiza un vía crucis por la avenida principal que conecta con la capilla del Calvario.
El Viernes SAanto, el Cristo de la Tercera Orden solía participar en la Procesión de los Cristos que se lleva a cabo en la ciudad de Pátzcuaro y que fue promovida por Don Vasco de Quiroga, a la que acudían distinguidas autoridades españolas. Al inicio, solo acompañaba un Cristo de pasta de caña, pero con el tiempo se fueron integrando los Cristos de otras comunidades, llegando a sumar hasta 30 crucifijos en una imponente procesión, pero en 1960 la Tercera Orden se separó para realizar su propio recorrido, en el que participan encapuchados y mujeres vestidas de negro, adoptando el estilo de las procesiones españolas.