El Viernes de Dolores

«María he buscado tu imagen serena, vestida entre mantos de luz y al fin te encontré dolorosa, llorando de pena a los pies de una cruz».

Por: Diego Rodarte

El sexto viernes de cuaresma es un día consagrado a la Virgen María como un tierno recuerdo a sus dolores, de ahí que este día sea conocido como el «Viernes de Dolores» y es costumbre levantar bellos altares ornamentados en las iglesias y en los hogares que practican esta devoción.

Durante el virreinato, en el siglo XVII, surgió la tradición de levantar los también llamados «incendios» por las abundantes luces que los iluminan y que tienen como objetivo consolar a la Virgen en su dolor al contemplar la pasión dolorosa de su hijo Jesucristo. Estos altares se adornaban con macetas de flores exquisitas, naranjas traspasadas con banderitas doradas que reflejaban la luz de las velas de cera escamada e incienso que perfumaba toda la habitación, así como tapetes elaborados con oloroso mastronato o aserrín para suavizar el camino de la Virgen al Calvario.

En el centro era colocada la imagen de la Virgen de los Dolores, ya fuera en pintura o en escultura revestida con ricos vestidos de terciopelo morado o negro bordados con hilos de oro y luciendo un corazón traspasado con siete espadas que representan sus siete dolores y un pañuelo entre las manos para enjugar sus lágrimas.

Al fondo se colocaban cortinas con vistosos encajes que en las familias humildes fueron reemplazados por papel picado con imagenes alucivas a la Pasión de Cristo.

El color que destaca dentro del altar es el morado, que significa austeridad y penitencia y es común que la Virgen luzca un manto negro, morado o azúl marino en señal de luto por la muerte de su hijo. Otro de los elementos que destaca son los germinados de trigo que representan la fertilidad y la Eucaristía: María es la tierra fértil en la que germinó Cristo, el trigo molido en el Calvario para convertirse en el Pan de Vida Eterna. El trigo también representa la naturaleza divina de Cristo oculta en su apariencia humana, como redentor en su pasión y se le ponen a la Virgen para recordar que ella asistió a este misterio del sufrimiento, pasión y muerte de Cristo.

Figuras hechas con semillas y frutas jugosas como sandías y melones representan la dulzura de la Virgen, mientras que las naranjas, toronjas y limas que se colocan de acuerdo a la región del país representan las lágrimas de amargura que derramó María ante el martirio de Jesús.

La manzanilla y el laurel a los pies de la dolorosa representan el alivio del dolor y la victoria de Cristo sobre la muerte que se manifestará el Domingo de Resurrección.

Esta costumbre fue traída de europa pero floreció en todo su esplendor en los estados de Michoacán, Guadalajara y Guanajuato, extendiéndose a otros lugares como la Ciudad de México y Xochimilco.

Una costumbre que aún prevalece a pesar de que esta tradición se creía olvidada, es que los devotos que colocaban los altares cerca de la ventana o de sus puertas, ofrecían a los visitantes aguas frescas de sabores que también tienen un significado especial: agua de limón con chía, representa las lágrimas de la Virgen, agua de jamaica, la sangre de Cristo y agua de horchata que hace alución a la leche materna de María.

Cada elemento tiene su lugar y un porqué dentro del altar aunque varíe de acuerdo a los usos y costumbres de cada lugar, lo importante es que el Viernes de Dolores y el amor a la Virgen María ha inspirado a los artistas a realizar bellas imágenes y componer cantos y sonetos para acompañar a la Madre de Dios en su tristeza en la antesala de la Semana Santa.

LA DEVOCIÓN A LOS SIETE DOLORES

Durante el Viernes de Dolores se invita a los fieles a meditar sobre los siete dolores que sufrió la Virgen y que se representan con siete espadas:

  • La profecía del anciano Simeón.
  • La huida a Egipto.
  • El niño Jesús perdido en el Templo.
  • El encuentro de Jesús y María camino al Calvario.
  • La muerte de Cristo en la cruz.
  • Jesús descendido de la cruz y puesto en los brazos de su madre.
  • Jesús es sepultado.

Estos siete dolores están ligados directamente con Jesús, porque el sufrimiento de María proviene de su total comunión con el redentor, pues sus corazones eran uno solo.

El origen de esta devoción se basa en diferentes revelaciones que la Virgen comunicó a Santa Brígida de Suecia, en la que prometió que concedería siete gracias a quienes la honren diariamente rezando siete Aves Marías en recuerdo de las lágrimas derramadas al pie de la cruz.

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