Cristo Aparecido de Totolapan

«Estamos entre tus manos»

Por: Diego Rodarte

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El autobús se había retrazado una hora y comenzaba a oscurecer. Perdí por un momento la noción de dónde estaba y le pregunté a la mujer que estaba sentada a mi lado – «nomás pasamos las vías y llegamos a Totolapan»– me respondió.

Con la sencillez que caracteriza a las personas de Morelos, la mujer me preguntó de dónde venía –«ya es la fiesta del quinto viernes joven… y se acabaron las ferias de cuaresma, ahora viene la semana santa… el tiempo se pasó muy rápido»– comentó.

«…y por donde usted vive ¿no se cayeron las casas?… aquí si se cayeron muchas con el temblor. En Totolapan se cayó un barrio completo y no solo casas de adobe, también casas buenas se cayeron… yo me quedé sin casa, vivo en Nepo, estaba vendiendo en Xochimilco cuando empezó el temblor, llegué aquí como a las 9:00 de la noche y mi familia, estaban bien preocupados y mi casa tirada»– su mirada reflejaba el dolor del recuerdo de aquel fatídico 19 de septiembre de 2017, cuando la furia de la tierra marcó la vida de los habitantes del estado de Morelos, siendo el poblado de Totolapan uno de los más castigados por el sismo.

«Ahorita nos quedamos en una carpa, en el patio de mi casa… llegó mucha ayuda de la gente, pero ya después vino lo bueno… en diciembre no sabíamos ni donde meternos con el frío y ahora que ya se vienen las lluvias… pero estamos en manos de Dios, Él nos dió licencia de seguir y tenemos que seguir adelante…»– un acto de fe de una mujer sencilla que a pesar de lo duros que han sido los últimos seis meses, confía ciegamente en el Señor.

«Que Dios lo bendiga, ya nomas pasa las vías y llega a Totolapan, cuidese»– se despidió aquella mujer y bajo del autobús en Nepopualco. Fue así como inició mi encuentro con el Cristo Aparecido.

Al llegar al lugar conocido como «El aguacate» el autobús dio vuelta y continuó su recorrido camino a Cuautla, por mi parte, empecé a caminar por las calles adornadas de morado y blanco. La noche había caído cuando llegué a lo que alguna vez fue el conjunto conventual de San Guillermo y que forma parte de la famosa «ruta de los conventos».

Una portada con la frase «Estamos en tus manos» daba la bienvenida a los peregrinos y se podía apreciar el imponente templo que albergó al Cristo Aparecido hasta el pasado 19 de septiembre cuando el techo colapsó con la fuerza del terremoto, dejando serios daños estructurales en la construcción, joya de la época Virreinal.

En el atrio, el mariachi alegraba el ambiente, mientras que los «doce pares de francia» realizaban su danza. A un costado se encontraba un domo en el que se improvisó un altar para celebrar dignamente la Eucaristía y a un costado, enmarcado con un arco de flores y a sus pies una maqueta del templo y exconvento de San Guillermo, se encontraba la sagrada imagen del Cristo Aparecido, signo de la fe inquebrantable del pueblo de Totolapan.

LA HISTORIA

Era el año de 1538, cuando Fray Antonio de Roa, religioso español proveniente de la provincia de Burgos, llegó a la orden de los Agustinos que se había establecido en Totolapan.

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Cuentan que Fray Antonio tenía una devoción muy fuerte hacia Jesús crucificado, pero al llegar a Totolapan se dió cuenta que no había ningún crucifijo en la iglesia, lo que lo orilló a practicar duras penitencias a fin de conseguir el milagro de tener una imagen del crucificado que sirviera de consuelo en las penas y socorriera con su ayuda a la comunidad.

Se dice que Fray Antonio mandaba a los indígenas que lo flagelaran y colocaran brazas en el camino que él recorría cargando una pesada cruz de madera. Se cuenta incluso que sobre su cuerpo se vertía agua hirviendo, pero a pesar de los tormentos a los que se sometía, al día siguiente amanecía completamente sano y sin laceraciones.

Tras un largo tiempo de duras penitencias, un viernes de Lázaro (celebrado el quinto viernes de cuaresma en el que se recuerda la resurrección de Lázaro) llegó al convento un indígena que traía consigo un crucifijo envuelto en una manta para ofrecerlo a los frailes.

El portero informó a Fray Antonio quien bajó de inmediato a recibir la imagen y emocionado subió al coro para montarla en el barandal. La noticia hizo que los frailes centraran su atención en la bella talla y cuando uno de ellos preguntó cómo llegó la imagen y qué pidió el indígena a cambio, Fray Antonio de Roa dijo que desconocía la razón y pidió llevaran al indígena a su presencia, pero al buscarlo se dieron cuenta que aquel hombre desconocido había desaparecido.

Al investigar sobre la identidad de aquel hombre, nadie supo dar explicación de quien era, por lo que llegaron a la conclusión de que era un ángel quien había dejado el Cristo que con tanto fervor había pedido Fray Antonio.

Fue así como se le dio el nombre de Cristo Aparecido, y desde entonces comenzó a derramar sus bendiciones sobre los fieles de Totolapan que año con año celebran este acontecimiento.

RECONSTRUYE MI IGLESIA

Tras el sismo del 19 de septiembre, el Cristo Aparecido fue rescatado entre los escombros del templo de San Guillermo y estuvo resguardado en casa de los mayordomos y expuesto a la veneración de los fieles. Una vez recuperada la calma, el pueblo en coordinación con autoridades civiles, religiosas y representantes del INAH, comenzaron con los trabajos de reconstrucción con la esperanza de que la fiesta del Quinto Viernes pudiera celebrarse sin contratiempos.

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En el mes de febrero, el Cristo Aparecido fue puesto en manos de un especialista para su restauración, pues había sufrido daños en una de sus manos y daños menores en algunas partes de su cuerpo consecuencia de la caída de escombro. Pese a ello, el proceso de restauración fue rápido y el 7 de marzo, el Señor regresó a su casa en medio de la alegría de su gente, quien lo recibió con una procesión que partió de la capilla de San Sebastian.

En una misa solemne, el obispo de Morelos, Ramón Castro, hizo entrega de la imagen restaurada y presentó los resultados de la restauración. Así iniciaron los preparativos para la fiesta del «Viernes de Lázaro» y el jueves 15 de marzo, en vísperas de la festividad, el Cristo Aparecido fue trasladado en procesión hasta el templo de San Guillermo en el altar que había sido preparado para la ocasión.

El momento central de la celebración se llevó a cabo el domingo quinto de cuaresma, día en que por la tarde el Cristo Aparecido fue llevado en procesión por las calles adornadas con tapetes de aserrín, flores, frutas, gravas y arena para visitar los barrios de Totolapan, A esta procesión se sumaron peregrinos de Iztapalapa y de otras comunidades que durante el recorrido hicieron los respectivos cambios de mayordomía. A su vez, los frailes Agustinos realizaban una oración por la comunidad en cada una de las capillas pozas que se habían colocado para que descansara la procesión.

Una de las frases que se veía en todo el recorrido fue «Estamos en tus manos» y «Protégenos Señor», pues tras los dolorosos acontecimientos que atravesó la comunidad, la fe de los pobladores de Totolapan está puesta en el Señor que un día llegó para dar consuelo y protección tal y como lo había pedido Fray Antonio de Roa en sus plegarias.

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