El niño mártir de Sahuayo, un santo para la juventud.

«Que nada borre el camino que trazaron tu sangre y tu fe».

José Sánchez del Río nació el 28 de marzo de 1913 en la entonces Villa de Sahuayo, Michoacán; en la casa marcada con el número 136 de la calle Tepeyac. Hijo de los señores Macario Sánchez y María del Río; fue el sexto de un total de siete hijos. Sus hermanos fueron María Concepción, Macario, María Luisa, Guillermo, Miguel y Celia.

Fue bautizado el 3 de Abril de 1913 en la Parroquia de Santiago Apóstol y confirmado en 1917 durante una visita a la Villa de Sahuayo que realizo el Obispo de Tehuantepec, Ignacio Plasencia  y recibió la Primera Comunión en 1922. Su Padrino fue Rafael Picazo Sánchez.

En 1927 y tras contar con el permiso de sus padres se encamino hacia Cotija, Michoacán en donde fue admitido en las filas cristeras por el General Prudencio Mendoza quien lo puso a las órdenes del General Rubén Guízar Morfín; su ocupación fue de servicio atendiendo a los caballos, aceitando los fusiles, ayudar a preparar los alimentos, todo con un gran gusto y alegría.

Era muy devoto de Cristo Rey, la Virgen de Guadalupe y de San Luis Gonzaga. En el campamento cristero rezaba el Santo Rosario y decía a sus compañeros: “Hay que pelear con fe y si algún día morimos, allá arriba nos veremos en el cielo”. También le gustaba cantar “Al cielo, al cielo quiero ir, si al cielo quieres ir a recibir tu palma, a Dios con cuerpo y alma has de amar y servir.”

José quiso que en el campamento cristero le llamasen José Luis, para proteger a su familia de las represalias de las autoridades civiles y militares.

Por su servicial trabajo y como signo de confianza el General Rubén Guízar Morfín lo nombró su clarín y como abanderado de la tropa; así el 6 de febrero de 1928 en un enfrentamiento con las tropas federales del General Tranquilino Mendoza y al ser muerto el caballo del General Guízar Morfín, José baja de su caballo y en un heroico acto se lo ofrece diciéndole: “Mi general, tome usted mi caballo y sálvese, usted es más necesario y hace más falta a la causa que yo”, el general tomo el caballo y pudo escapar, pero en esa escaramuza las tropas federales capturaron a José junto con un joven indígena llamado Lorenzo y los llevaron maniatados hacia Cotija en medio de golpes e insultos.

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Ya en Cotija y dentro de un calabozo José pidió al carcelero papel y tinta y escribió una carta a su madre:

“Cotija, lunes 6 de febrero de 1928, Mi querida mamá: fui hecho prisionero en combate este día, creo en los momentos actuales voy a morir, pero nada importa mamá. Resígnate a la voluntad de Dios, yo muero muy contento porque muero en la raya al lado de Nuestro Señor. No te apures por mi muerte, que es lo que me mortifica; antes diles a mis otros hermanos que sigan el ejemplo del más chico y tú has la voluntad de Dios. Ten valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre. Salúdame a todos por última vez y tú recibe por último el corazón de tu hijo que tanto te quiere y verte antes de morir deseaba. José Sánchez del Río”

El martes 7 de febrero de 1928 José y Lorenzo fueron trasladados de Cotija a Sahuayo y al llegar fueron puestos a disposición del Diputado Rafael Picazo Sánchez quien fue informado de la sentencia de pasarlos por las armas y les asigno como cárcel el baptisterio de la Parroquia de Santiago Apóstol, el Diputado Picazo al ver a su ahijado José le preguntó: ¿Qué has hecho José? y la respuesta fue: “Pelear como los hombres”. Picazo le presenta a José la oportunidad de dejarlo libre ofreciéndole enviarlo al extranjero a lo que el muchacho respondió: “Si me sueltan, al día siguiente estaré con los cristeros nuevamente”.

Luego le propuso enviarlo al Colegio Militar y José sin titubear le contesto: “Primero muerto que entrar con los federales, nunca con los perseguidores de la Iglesia”. Finalmente Picazo le pregunta si estaba dispuesto a todo y José le responde: “A todo, desde que me uní al ejército cristero, estoy resuelto a todo”.

Esa misma noche José logro desatarse las ligaduras y al ver que el presbiterio estaba convertido en corral de los gallos finos de su padrino Rafael Picazo Sánchez y que estos estaban amarrados al manifestador; José se dedicó a matar los gallos torciéndoles el pescuezo, después con su camisa limpio el altar en donde estaban los gallos y al terminar esa faena se recostó en un rincón del templo y se durmió.

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El miércoles 8 de febrero de 1928, al enterarse el Diputado Picazo de la matanza de sus gallos, se presentó iracundo en el templo y enfrentándose a José le preguntó si sabía lo que había hecho a lo que José le contesto con aplomo: “La casa de Dios es para venir a orar y no un establo de animales”. Picazo con rabia lo amenazó y José le respondió: “Estoy dispuesto a todo. ¡Fusílame para que yo esté luego delante de Nuestro Señor y pedirle que te confunda!”. Ante esta respuesta uno de los ayudantes de Picazo le dio a José un fuerte golpe en la boca que le tumbó los dientes.

Por la tarde de ese mismo día sacaron a José y a su compañero Lorenzo y los llevaron a la plaza principal y ahí obligaron a José a presenciar la muerte de Lorenzo a quien colgaron de un árbol; entonces José se dirigió hacia sus verdugos y con gesto enfático les dijo: “¡Vamos, ya mátenme!” pero solo quisieron asustarlo y lo volvieron a encerrar en la Parroquia.

El viernes 10 de febrero de 1928, el Diputado Rafael Picazo dio la orden a los de la Acordada que a las 8 de la noche mataran a José; cerca de las 6:00 de la tarde sacaron a José de la Parroquia y lo trasladan al Mesón del Refugio convertido en cuartel, ahí vio por última vez a su padrino Rafael Picazo y le anunciaron la cercanía de su muerte. De inmediato José pidió papel y tinta para escribir a su tía María agradeciéndole su apoyo incondicional y pidiéndole le dijera a su tía Magdalena que le llevará esa misma noche la Comunión como viático; esa carta refleja el gozo íntimo de José al saber próximo su martirio:

“Sahuayo, 10 de febrero de 1928. Sra. María Sánchez de Olmedo. Muy querida tía: estoy sentenciado a muerte, a las ocho y media se llegará el momento que tanto he deseado. Te doy las gracias de todos los favores que me hiciste, tú y Magdalena. No me encuentro capaz de escribir a mi mamá; tú si me haces el favor escribe también a María S., Dile a Magdalena que conseguí con el teniente que me permitiera verla por último, yo creo que no se me negará a venir. Salúdame a todos y tú recibe como siempre y por último, el corazón de tu sobrino que mucho te quiere y verte desea. ¡Cristo vive, Cristo reina, Cristo impera! ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe! José Sánchez del Río que murió en defensa de su fe. No dejen de venir. Adiós”.

Los militares y los de la Acordada no se animaron a ejecutarlo a las 8:00 de la noche y esperaron a que el pueblo estuviera recogido después del toque de queda y esperaron hasta las 11:00 de la noche; le quitaron los huaraches y con un cuchillo le rebanaron las plantas de los pies para hacerlo claudicar de su fe y ya no gritara vivas a Cristo Rey y a Santa María de Guadalupe, querían que gritara viva Calles, viva el supremo gobierno; pero José no se rindió.

Lo sacaron del Mesón del Refugio y lo obligaron a caminar con sus pies desollados y a golpes hacia el cementerio municipal, ya en el cementerio martirizaron a José apuñalándolo con verduguillos en las piernas, brazos y partes no vitales pues querían hacerlo sufrir; a cada puñalada José gritaba con más fuerza: “¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!” y le daban culatazos y chicotazos.

Luego, Alfredo Amezcua Novoa apodado “La Aguada” se acercó a José y le preguntó que le mandaba decir a su papá como última voluntad, José le contestó firmemente: “Que nos vemos en el cielo, y si al estar siendo martirizado ya no pudiera hablar, el movimiento de mis manos grite ¡Viva Cristo Rey!”, en ese momento para acallar aquellos gritos que los enfurecían, Rafael Gil Martínez apodado “El Zamorano” saco su pistola y acercándola detrás de la oreja derecha le disparó dándole el tiro de gracia. José cayó bañado en sangre; eran las 11:30 de la noche del viernes 10 de febrero de 1928.

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Los de La Acordada, después de que lo mataron, lo cubrieron con tierra y se retiraron, entonces en la madrugada el camposantero Luis Gómez fue a casa del padre Ignacio Sánchez y le contó lo del asesinato de José; le pidió una sábana y regreso junto con el padre Ignacio al cementerio donde desenterró el cuerpo, lo envolvió en la sábana y pusieron un papel con el nombre de José Sánchez del Río dentro de una botella para enterrarlo en el mismo lugar.

En 1945 el Padre Miguel Serrato Laguardia convenció a Doña María del Río de exhumar los restos mortales de José para trasladarlos a las Criptas del Templo del Sagrado Corazón de Jesús y ahí permanecieron hasta el 3 de mayo de 1996 para ser examinados dentro de la causa de Beatificación iniciada ese mismo año, desde esa fecha y hasta el día de hoy los restos/reliquias de José Sánchez del Río permanecen en una urna de plata en el retablo lateral derecho de la Parroquia de Santiago Apóstol.

El 22 de junio de 2004 el Papa San Juan Pablo II ordeno su publicara el decreto de reconocimiento del Martirio por odio a la fe del Siervo de Dios José Sánchez del Río.

El 20 de noviembre de 2005 se celebró la Beatificación de José Sánchez del Río en la ceremonia llevada a cabo en el Estadio Jalisco de la ciudad de Guadalajara y presidida por el Cardenal Prefecto de las Causas de los Santos, José Saraiva Martins.

El 21 de enero de 2016 el Papa Francisco ordenó se publicara el decreto de reconocimiento del Milagro de intercesión atribuido al Beato Mártir José Sánchez del Río en favor de una niña de Sahuayo, Michoacán; llamada Ximena Guadalupe Magallón Gálvez.

El 16 de marzo de 2016, dentro del Consistorio Ordinario, el Papa Francisco decreta la Canonización del Beato Mártir José Sánchez del Río para finalmente elevarlo a la gloria de los altares el 16 de Octubre de 2016 en la ciudad de El Vaticano en la Plaza de San Pedro junto a otros seis Beatos ante más de 80,000 asistentes de todo el mundo.

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El 22 de octubre de 2017, con motivo del inicio del Año de la Juventud, fue entronizada en la Basílica de Santa María de Guadalupe una reliquia de San José Sánchez del Río y fue proclamado Patrono de la Juventud de la Arquidiócesis de México, por el entonces Arzobispo Primado de México, Norberto Rivera Carrera.

Fuente: Templo de San José Sánchez del Río

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