«Que mientras quede en la tierra un mexicano habrá para Ella un canto y habrá una bendición».
Por: Diego Rodarte
Cuentan las crónicas que el 11 de diciembre de 1931, la estación de radio conocida como la W hizo un maratón radiofónico dedicado a la Virgen de Guadalupe que incluyó la participación de artistas y poetas de la época. Se dice que minutos antes de las 12:00 de la noche se hizo un control remoto hasta la Basílica de Guadalupe y el locutor encargado de la transmisión dijo que los mexicanos estaban listos «para cantarle las mañanitas a la Virgen», al escuchar esto, los peregrinos congregados en el atrio, de manera improvisada empezaron a cantar las «Mañanitas» hermanando a México en una sola canción que sin querer se volvió el culmen de los festejos a la Virgen Morena.
A principios del mes de diciembre se empiezan a escuchar dos frases en particular «Vamos a las Mañanitas» o bien «Irás a la Villa». La tradición de visitar a la Virgen de Guadalupe se convierte en tema de conversación, empiezan a organizarse las familias, los grupos de amigos. No falta quien trate de conseguir una bicicleta para pedalear hasta el Tepeyac, o se planea de dónde empezarán a caminar para llegar a tiempo y cantarle a la Señora del cielo.
La ermita de la cuadra, la capilla de barrio, el rinconcito de la casa dedicado a la Guadalupana se prepara y se adorna. Se empiezan a organizar las misas, las serenatas y las convivencias en los talleres o centros de trabajo donde le tienen devoción. La fiesta de la Guadalupana no pasa desapercibida en ningún lado.
Y es que el amor a la Reina de México y Emperatríz de América no tiene límitesm mueve grandes masas que se transportan como pueden: a pie, en bicicleta, en motocicleta, en camiones de redilas recorriendo largos kilómetros con tal de encontrarse Ella y darle las gracias por los favores recibidos. No importa si hay que padecer frío, cansancio, dormir en la calle y pasar mil dificultades, pues saben que la Virgen los protege.
Cobijados con su imagen plasmada en mantas o playeras, cargándola sobre la espalda en cuadros de diferentes tamaños o esculturas que la representan, pues así sienten su compañía y su amparo durante el viaje que emprenderán, sea de una o varias jornadas, su bendición es el motor que los impulsa a emprender el peregrinar y contemplar su sagrada imagen plasmada en la tilma de San Juan Diego es la recompensa a su esfuerzo, pues Ella mira con agrado lo que le es dado con el corazón.
Es indescriptible la emoción, los sentimientos, la euforia cuando dan las 12:00 de la noche, escuchar al Mariachi entonar «Las Mañanitas» en el altar mayor de la Basílica y de ahí extenderse a las gargantas de los millones de peregrinos congregados en la Basílica, en los alrededores y en el camino, canto que hermana a toda una nación, pues en toda la República Mexicana y en cualquier parte del mundo donde se encuentre un mexicano, la media noche del 11 de diciembre es la noche de la Guadalupana, de la Madre que acoge, bendice, ampara, consuela y abraza a toda un pueblo que la ama y es fiel a su compromiso de visitarla en la noche de su aniversario y cantarle con todo el corazón.